Sábado, 27 de julio de 2013 | Hoy
EL MUNDO › QUEJAS Y EXCUSAS POR PROBLEMAS DE LOGISTICA Y PLANIFICACION
Ayer las críticas se centraron en la decisión de trasladar la misa de cierre a Copacabana debido al barro acumulado en los últimos días en el Campus Fidei, en Guaratiba, el lugar que se venía preparando desde hacía varios meses.
Por Fernando Cibeira
Desde Río de Janeiro
Con un trasfondo político turbulento, los errores de organización en la visita del papa Francisco muchas veces tienen más centímetros en los medios brasileños que la visita misma. Ayer, las repercusiones estuvieron centradas en la decisión de trasladar la misa de cierre de la Jornada Mundial de la Juventud a Copacabana debido al barro acumulado en los últimos días en el Campus Fidei, en Guaratiba, el lugar que se venía preparando desde hacía varios meses para el gran acontecimiento en el que se calcula participarán dos millones de personas, incluyendo un recorrido improvisado a último momento para la peregrinación y vigilia prevista para la noche anterior. “Pedimos comprensión a la población”, dijo el alcalde de Río, Eduardo Paes, quien se calificó con una nota “más cerca de un cero que de un diez” en la organización.
“Jornada de desorganización”, tituló con ironía ayer el diario O Globo para marcar el nuevo contratiempo de una organización que viene mostrando problemas de todo tipo, pero en cierta medida también esperables en un evento de esta magnitud si encima el tiempo no acompaña. El Campus Fidei –Campo de la Fe–, en Guaratiba, está ubicado a 60 kilómetros de Río. Desde hacía un año se venían haciendo obras en ese predio de 1,36 millones de metros cuadrados, dividido en 22 lotes (con un terreno similar al de 7 campos de juego del Maracaná), en el que se esperaba contener a unas 50 mil personas en cada uno, con sus respectos puestos médicos, baños, pantallas de LED, torres de sonido y torretas de seguridad. Eso, sin contar con el pantagruélico escenario para la misa, de 75 metros de largo y coronado por una gigantesca cruz dorada, desde el que Francisco se dirigiría a la multitud.
Bastaron dos días de lluvia torrencial para que la zona quedara anegada y volviera imposible la realización allí de la jornada que se debió trasladar de urgencia a Copacabana. Paes sostuvo el jueves que tanta agua “no es natural” para esta época del año, pero los medios se encargaron de mostrar que los 71,6 milímetros caídos no habían sido inusuales, incluso lejos de la marca record de 145 milímetros registrada en 2004. Los diarios brasileños ya se restregaban las manos pensando en la millonaria inversión inútil para acondicionar el campo, que se vendría a sumar a las de la Copa Confederaciones, el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, uno de los motivos de las protestas de días atrás. Por el momento, sólo se informó que el costo total de la Jornada Mundial de la Juventud superó los 300 millones de reales, sin desglosar los gastos. Ni hablar de los comerciantes de Guaratiba que habían preparado sus negocios para recibir la demanda de dos millones de personas y de un día para el otro se quedaron sin nada.
Ayer, en una rueda de prensa por la mañana, los organizadores presentaron la nueva agenda trasladada de apuro a Río. Por ejemplo, la peregrinación de 13 kilómetros que los jóvenes realizarían hasta el Campus Fidei se transformó en una de 9,5 kilómetros desde Central do Brasil, en la zona sur de la ciudad, hasta Copacabana. “Sabemos la congestión que generará en los habitantes de Copacabana, pero nos vamos a preocupar por ellos buscando minimizar el impacto y siendo flexibles de acuerdo a sus necesidades”, explicó Paes. Es que el cierre de calles más la insuficiencia del transporte público vienen siendo en los últimos días no sólo un problema para los cariocas sino también para los jóvenes que intentan llegar a las actividades del Papa. “Pongan esto a mi cuenta, no huyo de mis responsabilidades, pero no destruyan nuestra ciudad”, casi imploró el alcalde a los periodistas.
La vigilia tuvo una mudanza también de horario, que será más tarde de lo previsto. Los 350 mil jóvenes anotados para participar podrán quedarse a dormir en la playa de Copacabana si lo desean, pero por razones de seguridad les avisaron que no podrán utilizar las carpas porque podría subir la marea y arrastrarlos. Ayer, transportaban a toda velocidad instalaciones sanitarias y guardias para la zona de Copacabana. Y advertían a los peregrinos que la salida de dos millones de personas en fila desde allí iba a demandar el domingo una buena cantidad de tiempo.
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