El alcalde de centroizquierda de Roma, Ignazio Marino, generó preocupación entre la Iglesia Católica y los partidos de centroderecha al reconocer anteayer en un acto la legalidad de las uniones de 16 parejas de homosexuales italianos que se casaron en el extranjero. Marino recibió a las parejas en el Capitolio e ingresó oficialmente sus matrimonios en el registro de la ciudad. Mientras tanto, no muy lejos de allí, en el Vaticano, los obispos debatían el fin del sínodo sobre la homosexualidad. “La firma de Marino no puede reemplazar una ley. Les dio prácticamente un autógrafo personal a estas parejas”, opinó el ministro del Interior italiano, Angelino Alfano, un conservador que forma parte del gobierno de coalición dominado por el Partido Democrático de centroizquierda del primer ministro Matteo Renzi. Si bien los matrimonios entre personas del mismo sexo están prohibidos en Italia, algunos alcaldes comenzaron en el último tiempo a reconocer las uniones celebradas en otras partes de la Unión Europea (UE), dándoles a estas parejas acceso a prestaciones sociales locales.