Lunes, 20 de octubre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Antonio D. Fenoy *
El sínodo sobre la familia fue convocado por Francisco, que es Bergoglio. 253 obispos representantes de las distintas conferencias episcopales debatieron asesorados por algunos “expertos” y observados por distintos laicos distintos temas como la homosexualidad, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el control de la natalidad, los divorciados y vueltos a casar, etc., etc.
Es muy sugestivo que los obispos, personas teóricamente célibes y que no ejercen el sexo de manera activa, sean los que tomen decisiones en torno de estos temas, los que nos digan a los simples mortales cómo tienen que ser nuestras elecciones sexuales o de qué manera debemos manejarnos en la cama.
Indudablemente, Francisco, que es Bergoglio, busca una apertura en estos temas en nombre de la “misericordia” y la “compasión”, y no porque piense cambiar ningún principio moral que la institución sostiene de manera cuasi-dogmática.
Me pregunto: ¿cuáles son los pecados que necesitan misericordia y compasión? ¿Elegir nuestra orientación sexual? ¿Ejercer nuestra sexualidad con libertad y amor? ¿Decidir cómo y cuándo tener un hijo o una hija? ¿Aceptar un fracaso en la pareja y rehacer la vida buscando nuevas oportunidades?
Posiblemente se logren aperturas en algunos temas, que serán bienvenidas, pero no va a ser como fruto de la justicia, sino por benevolencia pastoral de la institución.
Otro tema donde la palabra de miembros de esta institución provocó debates es el de la despenalización (o no criminalización) del consumo personal de distintas sustancias, proyecto presentado por el titular de la Sedronar, el padre Juan Carlos Molina.
Rápidamente surgió la crítica de diez curas villeros, en la voz del conocido “Pepe” Di Paola, que cuestionaban el momento del debate reclamando otras medidas estructurales antes. Además, pusieron como argumento de autoridad la palabra de Francisco, que es Bergoglio, sobre el tema... ¿Para quién juega el padre Pepe?
Frente a esto, el grupo de curas en la opción por los pobres les salió al cruce respaldando a Molina, pidiendo el debate ya y poniendo la palabra del Papa como una opinión más sobre el tema.
El problema de fondo son las libertades individuales, inmanejables para una institución que vive con la pretensión de controlarlo todo. Aquí no es problema de misericordia ni de compasión. El tema es si en nombre de los principios se pueden destruir las vidas de las personas y de los pueblos.
* Coordinador del Colectivo de Teología de la Liberación Pichi Meisegeier.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.