Lunes, 26 de enero de 2015 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Mercedes López San Miguel
El fin del ajuste, la gran promesa de Alexis Tsipras, provoca esperanza entre los griegos desocupados –un 25 por ciento de la población, un 50 por ciento entre los jóvenes– y en las personas sin hogar que organizan visitas guiadas a los barrios donde viven en refugios de emergencia, edificios abandonados o en la calle. En Atenas, varias decenas de miles de personas no tienen vivienda tras seis años de crisis profunda. Con ellos se comprometió Syriza, partido de izquierda que tomó bríos en 2012 y que tendrá el gran desafío de consolidarse como gobierno, pero al mismo tiempo lidiar con la deuda y no ceder ante las fuertes presiones de los prestamistas de la Comisión Europea, el FMI, el Banco Central Europeo y el mundo de los buitres.
Días atrás, Tsipras, líder de Syriza, señaló al Financial Times que la austeridad había fracasado. “Tenemos que terminar con el ajuste antes de que el miedo mate a la democracia griega. A menos que las fuerzas progresistas y la democracia cambien a Europa, será Marine Le Pen y sus aliados de la ultraderecha los que lo hagan.” Suena absurdo que la presidenta del Frente Nacional y presidenciable francesa haya brindado su apoyo al partido de izquierda griego. Le Pen dijo al diario Le Monde que esperaba el triunfo de Syriza. “Hay una fractura en Europa que pasa por que el pueblo recupere su fuerza frente al totalitarismo de la Unión Europea y de sus cómplices, los mercados.” Enseguida reaccionó con disgusto George Katrugalos, europarlamentario de Syriza. “Nuestras propuestas son totalmente opuestas. Militamos por una Europa social, de las libertades y de los derechos sociales garantizados, cuando la visión del Frente Nacional es xenófoba y reaccionaria.”
El programa de su partido para levantar a Grecia plantea medidas anticíclicas, gastos sociales y en obras públicas y, por sobre todo, reestructuración de la deuda pública (que es 177 por ciento del PIB) y alivio de la carga tributaria de la clase media. A diferencia de 2012, Tsipras entiende que la única vía es hacerlo dentro de la Unión Europea y la Eurozona, lo que pondrá en tensión sus aspiraciones de comandar un gobierno posneoliberal. Merkel, Lagarde y otras voces amedrentadoras hicieron su trabajo en los últimos meses.
Para Dimitris Pantoulas, analista político griego con estudios en la Universidad de Bath (Inglaterra), Syriza es la única opción que tiene Grecia para salir de la crisis, pero cree que le espera una corta luna de miel. “Mucha gente que votó por Syriza no es progresista de izquierda; lo hizo porque es el partido que se opuso desde el comienzo a las medidas de austeridad y porque tiene un perfil menos radical que el Partido Comunista. Si a esto le agregamos que una gran parte de la elite y la burguesía nacional e internacional le harán la guerra al primer gobierno de izquierda en el país después de la guerra civil (1945), se entiende que Syriza va a tener un trabajo difícil en los próximos meses.” Según el experto consultado por Página/12, el panorama puede mejorar si en los primeros cien días la dirigencia de Syriza obtiene respaldos clave, como el de los comunistas, que en Grecia siguen una línea dura y defienden a rajatabla la salida de la Unión Europea y de la OTAN.
Tsipras ha demostrado gran habilidad política, pero si no resuelve la tensión entre las demandas de una sociedad desesperada y unos prestamistas que agitan todos los fantasmas posibles, la experiencia griega podría naufragar pronto. Si logra doblegar esos fantasmas, la esperanza se esparcirá por Europa.
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