Miércoles, 29 de abril de 2015 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Juan Manuel Karg *
Las manifestaciones callejeras de anteayer, tras el funeral del joven afroamericano Freddie Gray en Baltimore, Maryland, grafican un sentimiento de profundo hastío tras numerosos casos de abusos policiales y asesinatos contra ciudadanos negros en EE.UU. El video que muestra la detención de Gray puede verse en Internet y es elocuente: el joven de 25 años es herido en la columna, lo que horas más tarde le causa la muerte. El cuadro es más grave por un detalle adicional: se conoció que pidió atención médica y que le fue denegada.
Pero veamos también algunos sucesos previos, para comprender hasta dónde llega la tensión racial que hoy tiene lugar en EE.UU. y que difunden –algunos– medios internacionales. Posiblemente el caso más conocido en los últimos tiempos haya sido el de Michael Brown, el joven asesinado en Missouri por el policía blanco Darren Wilson, quien finalmente no fue imputado. Aquel hecho, que se produjo en agosto de 2014, fue un parteaguas en los últimos tiempos, provocando numerosas movilizaciones callejeras tras aquella decisión judicial. En aquel entonces, el abogado de la familia Brown, Benjamin Crup, fue claro: afirmó que objetaba el proceso “porque en todo EE.UU. los afroamericanos están siendo asesinados por agentes de policía”.
Otro resonante caso reciente fue el de Walter Scott, joven negro que residía en North Charleston, Carolina del Sur, asesinado a principios de abril de este año. Un video amateur muestra cómo el policía blanco Michael Slager le dispara ocho veces en la espalda, produciéndole la muerte. ¿Cuál era la acusación policial sobre Scott al momento de los disparos? Simplemente conducir un auto con un farol roto. Lo sucedido con Eric Garner también tomó trascendencia pública durante julio de 2014: el joven fue asfixiado por un policía que tampoco fue imputado con posterioridad. “No puedo respirar”, se escucha decir a Garner en el video tristemente célebre que el año pasado se difundió por las redes sociales en EE.UU., donde se ve al efectivo Daniel Pantaleo estrangulándolo.
Por estas situaciones es que el alto comisionado en DD.HH. de la ONU advirtió a EE.UU. en 2014, refiriéndose a una “falta de confianza en la legitimidad de la Justicia” de ese país tras la no imputación de diversos agentes, y caracterizando la situación como una “discriminación institucionalizada”. Bien es sabido que estos casos de violencia institucional en EE.UU. no son nuevos, como bien denunció Martin Luther King a nivel histórico; sucede que ahora las nuevas tecnologías permiten documentar estos abusos con claridad, haciéndolos visibles para toda la comunidad internacional, y evidenciando cierta “naturalización” con la que actúa la policía estadounidense en relación con el tema –tan es así que recientemente se descubrió que la policía de Miami practicaba tiro con fotos de jóvenes negros–.
Algunos datos más sirven para comprender cabalmente la situación: si bien son sólo un 13 por ciento de la población de EE.UU., uno de cada tres detenidos que permanece en cárceles norteamericanas –más del 30 por ciento del total– es afroamericano. Además, el 74 por ciento de los condenados a cadena perpetua es de este origen. ¿Por qué esto no sólo no pudo ser revertido, sino que incluso fue profundizado, durante los mandatos del afroamericano Obama? Esa es, sin dudas, una pregunta que deberá ser investigada a fondo en los próximos tiempos, poniendo especial hincapié en el accionar judicial que recae sobre estos hechos.
Por último, un punto referido al plano geopolítico, donde EE.UU. suele actuar como “fiscal” de los derechos humanos en el planeta, armando listas de supuestas vulnerabilidades en el tema en países tan disímiles como Venezuela, Cuba, Rusia y China, entre otros. ¿Asimilará el gigante del Norte las recomendaciones que la ONU y otras organizaciones de carácter internacional están efectuando a raíz de estos hechos que afectan su imagen a escala global? ¿Resolverá las enormes deudas internas que aún subsisten en su territorio antes de señalar con el dedo a otras naciones? Son las dudas que a esta hora se hacen analistas internacionales de todo el mundo, acongojados por los lamentables hechos que se producen en Baltimore.
* Politólogo UBA. Analista internacional.
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