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Atentado, rehenes y fronteras

El atentado de ayer contra la sede del principal partido chiíta de Irak es un nuevo intento de los insurgentes por intimidar a la comunidad mayoritaria ante las elecciones del próximo día 30. Los portavoces de la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (Asrii) aseguraron que no van a caer en la trampa del enfrentamiento sectario. Los dos guardas muertos ante su sede apenas son una parte de las víctimas diarias de la violencia, que ha decidido al gobierno iraquí a anunciar el cierre de las fronteras en torno de los comicios. Además, ocho obreros chinos fueron secuestrados “por trabajar en un proyecto de EE.UU.”. Sólo la liberación del arzobispo de Mosul dio un respiro. La Comisión Electoral Independiente anunció ayer medidas de seguridad draconianas entre los días 29 y 31 de este mes, ambos incluidos. El gobierno intenta así dificultar los atentados contra los colegios electorales y dar confianza a los votantes para que puedan ejercer su derecho. “Las fronteras terrestres de Irak se cerrarán entre los días 29 y 31 de enero”, declaró Farid Ayar, portavoz de la Comisión.

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