EL MUNDO
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El Evo, uno más
› Por P. S.
Desde La Paz
Seguramente Evo Morales no soñó con meter el gol de este domingo cuando comenzó su carrera como secretario de deportes de uno de los sindicatos cocaleros del Chapare y sus gambetas eran admiradas por otros “collas” migrantes del Altiplano. Su familia llegó hasta esta región cocalera del trópico de Cochabamba en los años ’70, escapando de una de las sequías del Altiplano y atraídos por las historias, reales o ficticias, contadas por sus coterráneos y parientes que habían ido a “hacer la América” a esas tierras en las que cambiaron el frío y la aridez andinos por el calor y la humedad tropical, y la papa por una coca más fácil de vender.
Al igual que otros dirigentes sindicales campesinos, sus destrezas futboleras antecedieron a las políticas y sindicales que vendrían después y lo catapultarían a la escena política nacional. Antes había sido pastor de llamas y ovejas, y trompetista de una banda. Luego de ascender en la escala sindical, llegó al congreso en 1997 con la sigla electoral de Izquierda Unida. Dos años antes, los cocaleros y otros campesinos pusieron en pie el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP) que, al no contar con reconocimiento de la corte electoral, usaría luego la sigla del Movimiento al Socialismo (MAS). La historia posterior es conocida: expulsión del Congreso en enero de 2002 acusado de “incitar a la violencia”, ataque de los “gringos” a su candidatura y segundo lugar en las elecciones de junio de 2002.
Pese a que la vida lo llevó por caminos que nunca imaginó, Evo Morales sabe que su principal capital es seguir siendo “uno más” entre sus compañeros campesinos. Y hoy todos se preguntan si Evo seguirá siendo El Evo, con una banda presidencial que seguramente no atravesará un traje y con un bastón de mando que por primera vez caerá en manos de un presidente boliviano que, por primera vez, se parece tanto a los 9 millones restantes y que no es bilingüe castellano-inglés, sino trilingüe castellano-aymara-quechua.
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