Apenas han pasado unas horas desde que el presidente Ricardo Lagos volvió de Bolivia, donde participó en el cambio de mando de Evo Morales, y las evaluaciones tanto del mandatario chileno, de sus asesores, así como de las figuras de la próxima administración de Michelle Bachelet, auguran un cambio favorable de escenario en la compleja relación entre La Paz y Santiago. Lagos ayer volvió a tratar el tema, reconociendo una vez más que siente “frustración” por no haber avanzado aún más con Bolivia, pero apostando a que el cuadro puede ser auspicioso si se define una “agenda amplia que apunte al futuro”, tal como fue la experiencia con el antecesor del presidente Morales, Eduardo Rodríguez.

Lagos admitió que aún es muy pronto para predecir cómo será el diálogo entre ambos países, lo que por supuesto contiene el ríspido tema marítimo. “Si construimos una agenda pensando en el futuro de nuestros pueblos, es infinitamente más fácil, ante el éxito de esa agenda de futuro, poder volver los ojos al pasado”, dijo Lagos. Ese mensaje –recordó el mandatario saliente– “lo planteó con mucha claridad el presidente Morales cuando habló al Congreso y creo que es un signo promisorio de los próximos tiempos que pueden venir”. De hecho, esta apuesta por una mejora sustancial en los lazos bilaterales es compartida por los equipos de Bachelet.

En La Moneda, los asesores presidenciales también están optimistas por el buen camino que parecen mostrar las relaciones entre Chile y Bolivia en pos de una plena integración diplomática con La Paz, pero también sobre materias que vayan más allá de la sola discusión por el acceso al mar.

* De Diario Siete de Chile. Especial para Página/12.