Lunes, 16 de junio de 2008 | Hoy
EL PAíS › CON UN RECITAL MULTITUDINARIO CONCLUYó EL HOMENAJE EN ROSARIO
Unas 50 mil personas pasaron por el homenaje al 80º aniversario de su nacimiento. León Gieco, Jaime Roos, Vicente Feliú y otros artistas del país y del exterior se presentaron en el cierre de las actividades.
Por Edgardo Pérez Castillo
Desde Rosario
Por azar, o destino, según la mirada, el más multitudinario de los actos organizados en homenaje al 80º aniversario del nacimiento de Ernesto Guevara tuvo lugar el domingo del padre. Y esa figura es apenas una de las tantas que el Che forjó aún después de su muerte. Entre los 50 mil que ayer se pasearon por el Parque Nacional a la Bandera, cada una de las figuras del Che se vio representada. Como monitoreándolo todo desde el fondo del escenario instalado de espaldas al río, su rostro hecho gigantografía se replicó en banderas, discos, remeras, fotos y demás derivados del paradójico marketing revolucionario.
Como suele ocurrir en este tipo de megaeventos populares, la amplitud social y generacional le dio diversidad al último gran acto en homenaje a Ernesto Guevara. El nombre que a lo largo de la tarde fue resignificando cada canción, cada aplauso. Y cerca de las 15.30, el que inauguró el juego fue Vicente Feliú, que en poco menos de media hora abrió las puertas a las canciones de otros trovadores, como la bonaerense Paula Ferré, o sus coterráneos cubanos Gerardo Alfonso y Eduardo Sosa.
La voz y obra de Mario Benedetti llegaría para amenizar el breve intermedio que precedió a la aparición del uruguayo Daniel Viglietti, presentado como “un activista de la justicia, la verdad y los derechos humanos”. Con la celebrada A desalambrar le puso fin a una actuación que, tras el paso de otro trovador oriundo de Cuba, dio lugar a la aparición de Juan Carlos Baglietto. Previsible: el listado de clásicos fue festejado por un público que no se amedrentó por el viento ribereño y la lenta desaparición del sol de otoño.
Pasadas las 18, Jaime Roos irrumpió con una selección de músicos uruguayos, entre ellos el gran Hugo Fattoruso. A pocas semanas de brindar un nuevo show en Rosario, el compositor seleccionó un listado de canciones capaces de desentumecer y encender los primeros bailes de la tarde-noche. Así pasaron Brindis por Pierrot, Los futuros murguistas, Colombina, Adiós juventud y la futbolera Cometa de la farola, entonada mientras la selección argentina jugaba su suerte contra Ecuador. Para esos miles que se resistían al frío, el Che y la música fueron más trascendentes que las Eliminatorias sudamericanas. Porque en el Parque a la Bandera las voces se alzaban en pos de una América unida, y no había espíritu de eliminación en la convivencia de banderas argentinas, cubanas, venezolanas y bolivianas.
Apenas pasadas las 19, el trovador mexicano Alejandro Filio musicalizó los minutos que demoró en aparecer León Gieco, quien, respaldado por las pantallas gigantes, fue invocando personalidades al homenaje. Después de un set amplio y nutrido de invitados –desde Franco Luciani hasta los chicos del Hogar San Roque, desde el Aca Seca Trío hasta Abel Pintos– encontró a todos los artistas reunidos para entonar Sólo le pido a Dios y, ya con Aleida Guevara y los participantes del Encuentro Internacional de Trovadores, la emotiva Hasta siempre.
¿Cuál de todos los Che es el Che? ¿Cuántas visiones se habrán disparado ayer en torno a sus múltiples figuras? Entre tantas, quedará la usada por Roos en medio de una de sus canciones: “En nombre del padre”.
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