EL PAíS › RICARDO SANTILLAN, EL POLICIA PIQUETERO
“Yo no hice nada malo, no soy un gatillo fácil”
El cabo primero de la Policía Bonaerense que participó de un piquete en La Matanza recibió ayer una segunda sanción en una semana. El reivindica la participación social.
Por Laura Vales
Ricardo Santillán, el cabo primero de la Policía Bonaerense conocido por participar de los piquetes de La Matanza, recibió una nueva suspensión de diez días. Se trata de la segunda sanción en una semana, luego de encabezar una marcha de desocupados a Plaza de Mayo vistiendo su uniforme. El martes le llamaron la atención con una sanción de 10 días. Y ayer, cuando estaba terminando de redactar su descargo para esa suspensión, recibió la noticia de la segunda. “Me siento muy bien”, contestó a Página/12 al ser consultado sobre el tema. “De verdad, me siento bien porque tengo la conciencia tranquila. Yo no hice nada malo, no maté a nadie, no curré, no soy un gatillo fácil.”
Santillán trabaja en la comisaría primera de San Justo. En la movilización piquetera del viernes 11 de octubre, convocada por la Central de Trabajadores Argentinos y la Corriente Clasista Combativa, caminó en la primera fila de la columna de desocupados con su ropa de trabajo y un discurso crítico contra la fuerza. “Vine de uniforme porque los que vienen a reprimir andan de civil”, dijo ese día.
Es policía desde hace 12 años y piquetero desde hace cuatro, como continuidad de una militancia social vinculada a la Iglesia, donde Santillán fue catequista. Del ‘99 en adelante estuvo en todos los cortes y movilizaciones de la Federación de Tierra y Vivienda.
–¿Usted es de allá, de La Matanza?
–Sí, llevo 38 años en La Matanza. Crecí en el barrio San Alberto, a 10 cuadras de donde vivo ahora.
–Así que la mayor parte de sus vecinos debe ir a los piquetes.
–Los vecinos de acá y también los del barrio de al lado, y los de atrás. Son todos desocupados, van todos a los cortes de ruta.
–¿Por qué entró a la policía?
–Por vocación, quise ser policía desde chico pero me costó varios años, porque en mi casa no les gustaba, tenían miedo de que me pasara algo. Entré a la policía con 27 años.
–¿Qué lo decidió finalmente?
–Bueno, que se fue acabando un poco el trabajo. Yo había hecho un poco de todo: fui panadero, albañil, tuve muchos trabajos. Cuando el trabajo se fue espaciando reuní a mi familia y les dije que iba a entrar a la policía. Era un trabajo seguro y era mi vocación. Me gusta, es un trabajo para estar con la gente, con los vecinos.
–¿Y qué hubiera hecho si le hubiera tocado estar en el Puente Pueyrredón el día en que reprimieron a los piqueteros?
–No iba.
–¿No reprimía?
–Me sublevaba adelante de los jefes y no. Mi pensamiento es otro, mi ideología es otra, es la de estar con la gente. La institución dice que estamos para estar con la gente. Por eso yo califico a los que estuvieron en el puente de policías disfrazados. Fue todo preparado por los servicios de inteligencia. ¿Cuántas otras veces habían hecho piquetes los compañeros ahí y nunca había pasado nada? Fue todo preparado desde arriba. El policía común, el que está adentro, lo sabe.
–¿Cuándo fue a un piquete por primera vez?
–En el ‘99, en el piquete de La Matanza de dieciocho días.
–Está casi desde el comienzo, entonces.
–Sí.
–¿Por qué fue?
–Por mi hermano, que está desocupado... y porque quería ir al piquete. Yo soy católico. De joven, estuve muy metido en la Iglesia, tan metido que hasta pensé en hacer el seminario. Cuando empezaron los piquetes quería ver cómo era, ver la realidad de la pobreza. Porque muchos hablan de afuera, dicen que se paga 20 pesos para ir al piquete, pero no es así. La gente va porque no tiene trabajo.
Santillán vive en el barrio El Tambo, un asentamiento nacido a mediados de los 80 luego de una toma de tierras encabezada por Luis D’Elía, el actual titular de la Federación de Tierra Vivienda. D’Elía es, además, padrino de bautismo del policía.
“Empecé a trabajar con los desocupados con él, anotando gente para pedir planes de empleo. Junté más de cien personas, los fui inscribiendo, les pedí todos los requisitos que necesitaban para entrar a los planes, llegaron las altas y empezamos a trabajar haciendo veredas.” Después, dice Santillán, dejó un poco de lado esos tareas para empezar otras. Impulsa, por ejemplo, la sindicalización de los suboficiales de la bonaerense.
–¿Es legalmente posible la creación del sindicato policial del que habla?
–Sí. En toda Europa hay sindicatos, en Curaçao (Brasil) también hay sindicato. El gobernador (Felipe) Solá reconoció que nos podemos sindicalizar, el tema es que no hay nadie que lo impulse. Nosotros somos laburantes, ¿por qué no vamos a poder sindicalizarnos? No podríamos hacer huelgas, pero podríamos avanzar en otros aspectos.
–¿Cómo cuáles?
–En Curaçao el sindicato de policías tiene su propio reglamento. Su artículo segundo dice que el policía no debe reprimir ni con palos ni con armas manifestaciones sociales ni políticas. Yo creo en eso, creo que la policía no está para reprimir manifestaciones sociales ni políticas. Pienso que si a los policías no dieran una buena instrucción, una educación completa, la fuerza cambiaría muchísimo. Ahora tenemos todo prohibido. No podemos ir a una manifestación, ni estar en un partido político. Tenemos una legislación que hay que cambiarla, que no sirve. No podemos opinar nada. ¿Por qué no podemos opinar? ¿Qué, tienen que opinar los de arriba nada más? Cambiemos la legislación y va a cambiar la policía.
–¿Hay otros policías que están yendo a los piquetes?
–No.
–¿Por qué cree que no van?
–Porque tienen miedo de perder el trabajo.
–Bueno, es obvio que además no comparten sus ideas. La marcha en la que usted participó tuvo entre sus puntos de reclamo el fin de la represión policial.
–Y yo fui a la marcha también para decirle a aquel policía que está reprimiendo “basta, muchachos, bajemos de las nubes. ¿O no tienen familia ustedes?”. La institución está para cuidar a la gente, lo que nos pasa es que tenemos una legislación vieja, que fue reformada un montón de veces, es muy vieja, de la época de los militares. Eso no sirve, eso hay que cambiarlo. Si cambiamos la legislación empieza a cambiar todo.
–¿Qué se comenta dentro de las comisarías sobre los piqueteros, cuáles son las ideas más fuertes?
–Hay muchos que dicen que los piqueteros van pagos, y otros que creen que van armados al piquete. Ahora, me parece a mí, están recapacitando un poco, porque muchos tienen familiares que cobran planes sociales.
–¿Tuvo amenazas una vez que empezó a participar en los piquetes?
–No, no. Hasta ahora no.
–¿Le costó ponerse el uniforme para ir a esa marcha?
–Lo quería hacer hacía mucho tiempo, pero no me dejaban. Igual, la noche anterior no dormí.
–¿Qué lo preocupaba?
–Cómo iba a tomarlo la gente.
–Pensaba que lo podían abuchear.
–Que me iban a decir de todo: “Vigilante hijo de puta”, “asesino”. Pero por suerte fue bien recibido. Mirá que estuvieron los de izquierda, los del Polo, los chicos universitarios que no nos quieren. Yo no me arrepiento para nada. Me sancionan porque se agarran del reglamento policial; para mí es claro que lo que les molesta es que esté con la gente.