EL PAíS › ESCRACHE AL CANCILLER ARGENTINO EN EL CANNING HOUSE DE LONDRES

A Ruckauf se le congeló la sonrisa

Apenas el director de la institución británica que promueve los lazos con América Latina tomó el micrófono para presentar a Carlos Ruckauf, se levantó una mujer y recordó que “el canciller tiene las manos manchadas de sangre” y arrojó guantes de latex manchados de rojo.

Página/12
en Gran Bretaña

Por Marcelo Justo
Desde Londres

Carlos Ruckauf mostró su célebre sonrisa a la salida de su reunión con el canciller británico Jack Straw y siguió sonriendo al ingresar a Canning House, institución británica que promueve los lazos con América Latina, donde iba a ofrecer un discurso ante un centenar de diplomáticos, empresarios y banqueros. Pero apenas el director de la institución, el ex diputado conservador Tristan Garel-Jones, inició la presentación del evento con una somera mención biográfica del “ilustre visitante”, al canciller se le congeló la sonrisa.
Una mujer baja y morocha, que poco antes había repartido unos misteriosos papeles verdes entre los invitados, interrumpió la biografía oficial y en impecable inglés advirtió que el canciller tenía las manos manchadas de sangre por firmar el decreto de “aniquilación de la subversión” cuando era ministro de Trabajo en 1975 y por casos como el despido y posterior desaparición de los delegados de la automotriz alemana Mercedes Benz. Como para que no quedaran dudas, la mujer arrojó a la azorada audiencia unos guantes de latex con los dedos enrojecidos de pintura y salió diciendo que un país que acusaba a Saddam Hussein de tener las manos manchadas de sangre no podía recibir a Carlos Ruckauf.
La reunión con el canciller Jack Straw un par de horas antes del escrache que le organizó la Argentine Solidarity Campaign discurrió por las aguas menos tempestuosas de la diplomacia. En un encuentro de una hora en el que participaron el embajador argentino Vicente Berazategui y el subsecretario de Política Exterior Fernando Petrella, Ruckauf planteó la importancia del apoyo de Gran Bretaña como miembro del G8 en las negociaciones que Argentina mantiene con el FMI. El canciller mencionó dos puntos que estaban trabando en el acuerdo con el Fondo: la exigencia de un aumento de la carga impositiva y de un incremento tarifario desmedido. En las conversaciones figuró también el tema de Irak. Poco consciente de que poco después sería equiparado con Saddam Hussein, el canciller planteó la necesidad de desarmar al líder iraquí, pero de hacerlo con el respaldo de una resolución de las Naciones Unidas. De Malvinas sólo una mención protocolar sobre la bien conocida diferencia de posición sobre el tema.
A favor de Ruckauf figuró el anuncio que hizo el mismo Straw tras la reunión de que se pondrían en marcha conversaciones anuales al más alto nivel entre las dos cancillerías para avanzar en temas de interés común. En lo que concierne a las conversaciones con el FMI, el canciller británico expresó su “apoyo a un resultado exitoso en las negociaciones de Argentina con el FMI”, pero dejó en claro al mismo tiempo que “habían manifestado las preocupaciones de los inversores del Reino Unido en la Argentina”. Estos inversores son particularmente importantes en dos capítulos: bancos (HSBC y Lloyds) y privatizadas (British Gas).
Un par de horas más tarde, pasado el mal trago del “escrache”, el canciller se reanimó diciendo que Argentina “está dejando atrás una difícil coyuntura, producto de una combinación de factores internos y externos”. En un extraño remedo de los famosos tres pilares del justicialismo –soberanía política, independencia económica y justicia social–, Ruckauf indicó que el programa económico del Gobierno se basaba en un tríptico que, en su pobreza economicista, deja de manifiesto la decadencia padecida por el peronismo en sus casi seis décadas de vida: “libre flotación cambiaria, austeridad fiscal y prudencia monetaria”. El canciller destacó los logros del Gobierno con esta tríada y progresos en el comercio internacional como la ampliación del sistema generalizado de preferencias de Estados Unidos, y la apertura de mercados de Chile, México, China y Sudáfrica.
Entre las preguntas inmediatas de la audiencia figuraron la resolución de la interna peronista y el cronograma electoral, el impacto de lavictoria de Lula y la marcha de las negociaciones con el FMI. Entre el material que se llevaban a su casa, los participantes del evento tenían el misterioso papel verde que la mujer baja y morocha había distribuido y que incluía la otra biografía de Ruckauf en forma de CV. Junto a sus títulos oficiales, figuraba el caso Mercedes Benz y “el aumento en un 100 por ciento de las muertes de civiles a manos de la policía en 1999” cuando se desempeñó como gobernador de Buenos Aires. A la salida de Canning House, los cinco miembros de la Argentine Solidarity Campaign le lanzaron gritos de “asesino”.
Uno de los carteles que portaban exigía la cancelación de la deuda y el fin de la represión policial. En otro recordaban recurrencias vitales del canciller: “1975, cómplice del genocidio en Argentina, ‘2002, volvería a hacerlo si fuera necesario’”.

Compartir: 

Twitter

El grupo que ideó el escrache repartió carpetas con los antecedentes de Ruckauf.
 
EL PAíS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.