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Fernando “Pino” Solanas, junto a un grupo de reconocidos intelectuales como Alcira Argumedo, Norberto Galasso, Carlos Juliá, Hugo Barcia y Horacio González, entre otros, acaban de lanzar el Proyecto Sur, “un espacio social, cultural y político que busca aportar a la consolidación de una nueva independencia nacional”. Aunque plantea el no pago de la deuda y la reestatización de las empresas privatizadas, el nuevo movimiento tiene un objetivo principal a corto plazo. “Buscamos articularnos con otros grupos como el nuestro, que están dispersos a lo largo del país resistiendo al modelo neoliberal”, comenta Argumedo.
–¿Cómo se origina el Proyecto Sur?
Alcira Argumedo: Es una propuesta de un conjunto de unos 50 compañeros, que a lo largo de los últimos años del menemismo nos encontramos en una posición muy similar de crítica y cuestionamiento del modelo neoliberal. Muchos de nosotros hemos tenido experiencia en el Frente Grande. Nos reunimos porque sentimos la responsabilidad histórica de participar en este momento a partir del convencimiento de que existe una salida para esta catástrofe. Como nosotros hay cientos de grupos en la Argentina, nuestra acción política básica y primaria es colaborar en la reconstrucción del espacio público, y de juntar todos estos pedazos sueltos. Planteamos una forma de construcción política de carácter horizontal que permita una articulación de todos estos grupos.
Pino Solanas: Lo que se plantea el Proyecto Sur es enhebrar y crear los puentes entre cientos de grupos que están en asambleas barriales o están diseminados a lo largo de todo el país. Y que vienen sobre todo de las tradiciones nacional, popular y democrática. Personas que, a pesar de haber vivido muchas traiciones, aún están vivas resistiendo y con ganas de contribuir a una construcción mayor.
–¿Cuáles son las principales propuestas del Proyecto Sur?
Alcira Argumedo: Planteamos la revisión, una por una, de todas las privatizaciones. La recuperación de estas áreas estratégicas significaría alrededor de 30 mil millones de dólares anuales de recursos para la Argentina. Esto permitiría, además de la erradicación del hambre, tener reservas suficientes como para sostener una moneda fuerte y lanzar un plan de industrialización que se base en dos áreas principales. Por un lado generaríamos una nueva forma de empresa pública, con una participación de trabajadores y usuarios que aseguren transparencia en sus decisiones y que los servicios públicos no dependan de los vaivenes del gobierno de turno. La segunda es la creación de un sector de empresas de carácter social de alta calidad, utilizando la experiencia de los trabajadores que han recuperado sus fábricas
Carlos Juliá: Con respecto a la deuda externa nosotros proponemos la suspensión de los pagos por todo concepto y llevar a cabo una auditoría, para saber cuánto se debe y a quién, si es que se debe algo.
–Luego del triunfo del PT, ¿se plantearon por qué en Argentina no existe un espacio amplio de lucha contra el neoliberalismo como el que ustedes plantean?
Hugo Barcia: Una alternativa se intentó durante la década pasada, pero algunos dirigentes la hicieron fracasar. La genuflexión de cierto progresismo hizo un culto de la “videopolítica” y provocó el fracaso de experiencias como el Frente Grande. Un ejemplo de esto es el Chacho Alvarez. Hace dos años, mientras pasaba por el Congreso la reforma laboral, Alvarez sólo se preocupaba por señalarle a la población que hubo coimas en el Senado. Si eso no es funcional al modelo, ¿qué es?
Alcira Argumedo: La cooptación de los dirigentes fue acompañada por el posibilismo que llegó a amplios sectores que venían del campo popular. En el Frente Grande muchas veces nos acusaron de voluntaristas y sin embargo demostramos que con un poco de voluntad política, seriedad y decisión es posible frenar a los grandotes.
Pino Solanas: Las tentativas de formar un Frente Amplio o un PT están dadas en nuestro país hace más de 10 años. Acá están muchos de loscompañeros que protagonizaron ese intento de construcción. Si en nuestro país no se pudo formar una experiencia así, fue porque las direcciones de la década pasada fueron objeto de las presiones mediáticas de los grupos económicos y jamás hubo un reglamento interno que regulara su funcionamiento. Como ejemplo, recordemos que a los ocho meses de creado el Frente Grande todos los sectores que se oponían a los virreyes de turno fueron expulsados.