EL PAíS › OPINION

Sobre la autocrítica de Chacho

Por Irma Parentella*

Comparto la autocrítica de Chacho respecto de que es suya la mayor responsabilidad de lo ocurrido como presidente del Frente Grande: la conformación de la Alianza, el paso por el gobierno, la debilidad para observar a los compañeros que se apartaban de los principios fundantes y el aislarse de la estructura partidaria. Pero esta autocrítica es incompleta, falta la del resto de los dirigentes importantes que quedaron en el gobierno, diputados que componíamos y conducíamos el bloque de una Alianza inexistente, de los que integrábamos la Mesa Nacional del partido. ¿Qué hicimos? ¿En qué momento de nuestra fuerza política estábamos que no pudimos discutir seriamente nuestra permanencia en el gobierno? ¿Cuáles eran nuestras contradicciones, ya que habíamos sido parte de un partido que predicaba una nueva forma de hacer política?
Lo que le dio sustento y encanto al FG, sus principios fundantes, sus compromisos no eran sólo responsabilidad de Chacho y tampoco debió haber sido el sostenimiento de los mismos.
Se alejaban compañeros de nuestra fuerza política en busca de otros espacios, se achicaba nuestra representación en la Cámara de Diputados. ¿Qué medidas tomamos para evitar esa lenta disolución?
Los que integrábamos la Mesa Nacional del partido, A. Ibarra, G. Fernández Meijide, D. Alessandro, J. P. Cafiero, R. Rodil, N. Garré, J. Vitar, P. Fernández, M. Sánchez, M. Fadel, S. Rossi, E. Bustelo, R. Radonich, F. Melillo, C. Raimundi, P. Podestá, C. Zuccardi, H. Viqueira, I. Parentella, ¿qué hicimos?
A partir de la renuncia de Chacho y su posterior alejamiento del partido nos reunimos sólo un par de veces. No lográbamos discutir la situación política ni plantear una respuesta sobre los problemas de coyuntura. No se quiso convocar al debate político. Apareció nítidamente el cuentapropismo, la ubicación individual.
El Frente estaba herido de muerte porque no había voluntad de procesar colectivamente. Algunos motorizamos encuentros con compañeros de todo el país, pero se frustraron. La responsabilidad de cogobernabilidad tapaba aquello que, a mi juicio, fue en muchos casos excusa para permanecer en cargos vacíos de legitimidad popular.
El gobierno de De la Rúa se caía a pedazos y en el Congreso del Frente Grande del 15 de diciembre del año pasado no pudimos definir nuestra independencia.
Si el Frente no era cualquier lugar, sino un espacio nuevo de práctica política, ¿cómo se explica la cooptación de muchos integrantes de la fuerza por el pésimo gobierno que ayudamos a fundar? ¿Por qué costó tanto correrse y ser una oposición constructiva cuando los principios y las promesas se habían licuado absolutamente?
Falta la autocrítica severa del resto. De los que seguimos ocupando bancas, a las que no hubiéramos llegado sin el Frente Grande. El debate colectivo no fue retomado, las decisiones fueron tan individuales como las que asumió Chacho y, por lo tanto, tan merecedoras de crítica.
El espacio de poder debe cubrirse no sólo con liderazgos fuertes sino con un colectivo que sustente construcciones sólidas.

* Diputada nacional Interbloque Alternativa-ARI.

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