EL PAíS
Lo que queda de aquello que fue una unión cercana
La pelea entre el ARI y el socialismo ya es abierta. Carrió dice que es final, el PS que no tanto.
Por Felipe Yapur
Poco o quizá nada queda ya de aquella estrecha unión que existió entre Elisa Carrió y los diputados del Partido Socialista. Ayer, sus primigenios socios del ARI no participaron del acto de lanzamiento de su candidatura presidencial. Ni siquiera estuvo presente el veterano legislador Alfredo Bravo, con quien la diputada mantiene un fuerte vínculo de amistad. Ante una consulta de Página/12, la candidata del ARI definió su alianza con el socialismo como “un capítulo cerrado”.
“Vivimos una fuerte crisis”, reconoció el socialista Oscar González, uno de los diputados que mejor relación mantiene con Carrió. El legislador buscó bajar los decibeles del conflicto que se agudizó la semana pasada. “No hay ruptura con el ARI, ella es nuestra candidata presidencial. Lo anunciamos hace seis meses”, dijo para justificar el faltazo. Y advirtió que todo se puede solucionar “si se dejan de lado los entornos antiguos y recientes, y todos nos sometemos en un pie de igualdad al desafío de construir la coalición”.
Sin embargo, la flamante candidata presidencial piensa todo lo contrario. Bravo y Rubén Giustiniani le acercaron una simple carta de adhesión ayer por la mañana. “Lo siento por Alfredo, tuve una relación personal que excedió lo político, pero es mejor que las cosas se sinceren antes y no después”, dijo la chaqueña a sus colaboradores tras leer el texto que daba por sentado que nadie del Partido Socialista estaría presente en el acto del teatro Coliseo.
La ausencia al acto se decidió el jueves a la noche y la propuso el mismísimo Bravo. La razón era solidarizarse con Giustiniani, a quien consideraban “agredido, atacado y ofendido” por Carrió luego de que la legisladora le cuestionara “con dureza la oportunidad política” de su proyecto de despenalización del aborto. En el ARI sostienen que la iniciativa abre un debate cuando todavía no se acallaron las voces contra la flamante Ley de Salud Sexual y Reproductiva que sí apoya Carrió. Al cuestionamiento, Giustiniani respondió que había actuado de acuerdo a sus principios. “Esos que te llevaron a votar las peores leyes de la Alianza y que abandonaste recién cuando (Fernando) De la Rúa estaba por renunciar”, le retrucó Carrió. El rosarino mantuvo silencio.
En el ARI juran no entender cuál es el objetivo de los socialistas. “Priorizan el armado partidario a un proyecto transformador. No los entiendo, confunden el árbol con el bosque”, indicó a este diario la diputada Graciela Ocaña.
Que la relación entre socialistas y ARI es tempestuosa no es nuevo. Tiene algo más de un año y tal vez se puede considerar que el primer cimbronazo ocurrió durante el armado de las boletas electorales de los comicios de octubre de 2001. Carrió, concentrada en la comisión antilavado que presidía, dejó en manos del PS la integración de las listas. Buena parte de los candidatos vinieron de las filas del entonces socialismo, democrático en desmedro, según los dirigentes del ARI, de los candidatos que proponía Carrió. Si bien el resultado electoral no fue todo lo bueno que esperaban, el socialismo pudo hacerse de una importante cantidad de bancas tanto a escala nacional como provincial e incluso municipal. Si la relación era difícil, se complicó más este año cuando el socialismo se reunificó y como condición excluyente de esa unión armó un bloque parlamentario. “Flaco favor nos hacen, cuanto más nos ataque el régimen más unidos deberíamos estar. Pero ellos, al armar su propio bloque emiten señales a la sociedad de fragmentación, de debilidad”, dijo Carrió.
Atrás quedó la cordialidad que llevó al socialismo a desarmar su bloque para acoger a una Carrió huérfana de partido tras abandonar la UCR, a poco del comienzo de la gestión aliancista. “Si me pude separar del radicalismo cómo no voy a poder hacerlo con los socialistas. Duele, pero es mejor antes que tarde”, se la escuchó decir anoche.