El elixir del déficit
Por Julio Nudler
Después de que desde su instalación en la Casa Blanca se perdieran más de dos millones de empleos en el sector privado, después de la catastrófica caída bursátil, después de los inauditos escándalos protagonizados por grandes compañías..., después de todo eso y bastante más, George W. Bush aprobó con humillante holgura el test electoral del martes. La lectura común de su victoria es que logró dirigir la atención de los votantes hacia otros asuntos patrióticos. Seguramente. Pero también es verdad que la economía norteamericana siguió funcionando estos dos últimos años sobre las mismas bases anteriores, a pesar de los graves contratiempos arriba mencionados.
Por citar un dato, el déficit comercial estadounidense roza los 400 mil millones de dólares anuales, lo que significa que los norteamericanos continúan disfrutando de la felicidad de gastar más que lo que producen. Según un reciente estudio de Merrill Lynch, EE.UU. consumirá este año un holgado 75 por ciento de los ahorros de los mayores países industriales del mundo. El flujo de capitales hacia EE.UU. explica, en última instancia, que su economía, que representa el 21 por ciento de la economía global, haya acaparado el 40 por ciento del crecimiento real de ésta desde 1995.
Muchos analistas siguen advirtiendo que esta cuerda no aguanta más, y presagian, o bien una profunda recesión norteamericana, o una significativa depreciación del dólar. Por de pronto, no dejó de resultar algo surrealista que, precisamente cuando los republicanos festejaban su rotunda victoria, la Reserva Federal podara medio punto las tasas de interés y dimitiera Harvey Pitt de la SEC (Comisión de Valores), dos consecuencias de los problemas que arrastra la economía. Se supone que Bush tiene ahora la cancha más libre para una mayor agresividad en lo fiscal y en lo bélico, y que con ello crecerá el déficit (desahorro) público.
A su manera, Washington combate activamente la amenaza recesiva que la cerca, y sigue así tragándose bienes y ahorros del resto del mundo. ¿Aguantará esta polea hasta el 2004?