EL PAíS › SOCIALISTAS Y EL ARI BUSCAN ENFRIAR EL “DIVORCIO” DE LA SEMANA PASADA

Con paños fríos a la pelea caliente

Hace una semana todo era pasional, durísimo. Ahora hay un tono que permite saber por qué las dos fuerzas rompieron filas. Y las figuras máximas no quieren arriesgar si el corte es final.

 Por José Natanson

Después de una semana en la que la relación parecía definitivamente quebrada, los referentes del ARI y el Partido Socialista (PS) optaron por enfriar la disputa. Página/12 consultó a las figuras máximas de ambos bandos, y ninguno quiso arriesgar un pronóstico. “Lo va a decidir el partido. Yo no hablo más”, dijo Elisa Carrió. “La crisis se produjo por el estilo de conducción de Lilita”, aseguró el titular del PS, Alfredo Bravo.
El PS
Los reclamos de los socialistas –el excesivo personalismo de Carrió, su manera inconsulta de tomar decisiones– se venían acumulando prácticamente desde que se formó la coalición, y se consolidaron luego de que se enteraran por los diarios de las últimas movidas de la chaqueña: la cumbre con Víctor De Gennaro y Luis Zamora, el anuncio sobre la suspensión de la campaña, el armado del programa de gobierno y el lanzamiento de la candidatura presidencial.
El miércoles, en una reunión de la mesa nacional, los socialistas decidieron insistir con sus reclamos, pero no forzar una ruptura. Hubo matices, y la discusión fue transversal: los alineamientos no respondieron a la vieja división entre el PSP y el PSD. Algunos, como Norberto La Porta, se mostraron más proclives a endurecer la postura, mientras que otros, como Oscar González, buscaban apaciguar los ánimos. Hay también cuestiones distritales: Raúl Puy, jefe del PS porteño, impulsa un acuerdo entre su partido y Aníbal Ibarra, que Carrió descartó terminantemente y sin consultarlos.
Además de titular del PS, Bravo fue el encargado de amparar políticamente a Carrió luego de que abandonara la UCR y es el único que ha construido una relación personal con la máxima figura del ARI.
–¿Qué va a pasar con la coalición? –le preguntó Página/12 a Bravo.
–Estamos esperando la respuesta de la gente del ARI.
–¿Respuesta a qué?
–Bueno, nosotros hemos planteado una serie de puntos a través de una comisión de enlace, que se va a reunir el jueves, aunque yo creo que debería adelantarse para tranquilizar un poco las cosas. Nosotros queremos formalizar la coalición, discutir en conjunto el tema del vice, lo que no implica que tiene que ser socialista, y participar del programa de Gobierno.
–¿A qué atribuye la crisis?
–Al estilo de conducción de Lilita. No se justificaba, de ningún modo, una reacción semejante ante un proyecto como el de (Rubén) Giustiniani (Se refiere a la iniciativa para despenalizar el aborto). Cada vez que lo veo me parece más sólido.
–Carrió lo calificó de provocación: dijo que Giustiniani decidió presentar el proyecto sabiendo su posición contraria y dos días antes del lanzamiento del programa del ARI, que incluye un capítulo sobre salud reproductiva. Es decir que cuestionó, sobre todo, el momento.
–Pero nunca es el momento para este tipo de cosas. Es un reclamo histórico del socialismo. En el 2000, de hecho, yo había presentado un proyecto más amplio.
El ARI
Pero los dirigentes del PS no son los únicos que acumulan reclamos. Cerca de Carrió aseguran que, cuando abandonó el radicalismo, los socialistas buscaban aprovechar la imagen de la chaqueña para incrementar su fuerza legislativa, y que la decisión de armar un partido propio y jugarse a un verdadero proyecto de poder arruinó aquellos planes.
El viernes, Carrió retomó las giras de campaña con una visita a Santa Fe, que fue todo un síntoma de la crisis: aunque se trata de uno de los centros de poder del PS, la diputada no fue recibida por ningúnsocialista. Ella tampoco los invitó, y viajó acompañada por el diputado Alberto Piccinini y la ex intendente de Chañar Ladeado, Susana García.
Ante una pregunta de este diario, Carrió insistió ayer con que no iba a volver sobre el tema, y sólo agregó que la situación se resolverá a través de la comisión de enlace entre ambas fuerzas. En los días previos, cuando se la consultaba por el conflicto, la chaqueña apelaba a metáforas familiares. Luego del acto del sábado pasado, una Carrió acalorada definía en estos términos el futuro de la coalición. “Es un tema cerrado”, decía, ofendida. Al día siguiente, la diputada habló de “divorcio”, y dio un ejemplo: “si me pude separar de Alfonsín también voy a poder superar esto”.
Quizás no tenga mucho sentido mezclar los afectos en una relación que es –o debería ser– básicamente política. Sin embargo, al menos en un primer momento, Carrió reaccionó de ese modo. El sábado, la legisladora comprobó con dolor la ausencia de Bravo, a quien aprecia más allá de cualquier disputa, y se iluminó cuando le informaron que Marta, la mujer del socialista, se había acercado al Coliseo.
El futuro
Ni Carrió ni los socialistas se atreven a formular pronósticos sobre el futuro de la coalición. A primera vista, la ruptura implicaría un error estratégico y supondría altísimos costos para ambos.
El ARI perdería fuerza legislativa (siete diputados) y apoyo territorial (el PS cuenta con legisladores provinciales, concejales e intendentes en todo el país). Se quedaría, además, sin el respaldo clave de un aparato partidario: el PS cuenta con una estructura pequeña pero consolidada, que ayudaría a compensar la debilidad del ARI, una fuerza joven que por el momento es apenas un sello.
Finalmente, se expone a que los socialistas profundicen la ruptura lanzando un candidato propio. “No quería ser candidato a vice. Mucho menos quiero ser candidato a presidente”, dijo Hermes Binner el miércoles, en la reunión de la mesa nacional, cuando algunos sugirieron su postulación en caso de una ruptura total. Aunque su figura es prácticamente desconocida a nivel nacional, el intendente de Rosario puede exhibir una gestión exitosa como capital político, algo que escasea en el centroizquierda argentino. Binner, sin embargo, no quiere saber nada con la idea, y concentra sus ambiciones en la próxima pelea por la gobernación de Santa Fe.
Pero Carrió no sería la única perjudicada. Aunque la unificación implicó un avance, el PS es una fuerza minoritaria en la mayoría de los distritos: a excepción de Rosario, no gobierna ni provincias ni ciudades importantes. Controla una bancada de siete diputados nacionales y pequeños bloques en algunas legislaturas provinciales, pero en la mayoría de las provincias es prácticamente inexistente. Si se concreta la separación con Carrió, los socialistas perderían el paraguas de una figura nacional que se mantiene en los primeros lugares en las encuestas, a quien recurrieron cabeza visible luego del colapso de la Alianza.
En definitiva, los dos tienen mucho por perder. Quizás parezca algo evidente, pero la verdad es que ninguno hace muchos esfuerzos para recomponer la relación. Para retomar la metáfora de Carrió, podría afirmarse que la situación se asemeja a la de las parejas de muchos años, en las que los dos creen tener toda la razón. El problema, en este caso, es que no es un matrimonio a punto de cumplir las bodas de plata, sino una pareja nueva, que lleva apenas dos años y que ya anda a las piñas.

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Carrió no quiso hablar más del tema y afirmó que lo va a decidir el partido. Decía que estaba “cerrado”.
El socialista Bravo dijo que “la crisis” –y no la ruptura– es por “el estilo de conducción de Lilita”.
 
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