EL PAíS
Alerta en la Casa Rosada que ahora va al Senado
La ruptura del acuerdo de Olivos que hicieron los diputados alarmó al Gobierno. La alternativa de la Cámara alta.
Por Diego Schurman
La paradoja se produjo en un momento impensado. Los socios radicales, aquellos que forjaron el encumbramiento de Eduardo Duhalde como Presidente, de pronto se retobaron. Y la Casa Rosada entró en alerta amarillo. “No se puede firmar un acuerdo un lunes y romperlo dos días después”, se quejó el ministro del Interior, Jorge Matzkin. Aludió así a la negativa de los diputados de la UCR a votar el cronograma electoral, que aprobaron los gobernadores de su propio partido, hasta que no se limaran las diferencias sobre las ejecuciones hipotecarias. Anoche el funcionario no descartó la posibilidad de buscar que el Senado apruebe hoy mismo el cambio de fecha de los comicios. En ese cuerpo, aparentemente, la resistencia es mucho menor.
Las palabras de bronca de Matzkin repiquetearon en la Casa Rosada, en donde buscó a media tarde una salida consensuada al conflicto. Lo acompañaron en la aventura su par de Economía, Roberto Lavagna y el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof.
El trío se reunió con el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño, y legisladores del oficialismo y la oposición. La orden de Duhalde fue mostrarse como prenda de paz, pero ninguno de sus representantes pudo disimular su mal humor.
“Tiene que primar la cordura, tienen que ser más racionales”, se quejó en voz alta Atanasof.
“Rompan, rompan...”, arrancaba a media voz Lavagna, para después explicar que no tenía ningún sentido ese final.
El cuadro de situación no era precisamente el mejor. En un santiamén, aquello que el Gobierno mostró como un triunfo hacia fuera y dentro del PJ se escurrió como arena entre las manos.
Había que ver a Duhalde el lunes, en Olivos, con una sonrisa de oreja a oreja, festejando no sólo la modificación del cronograma electoral sino lo que esta significaba para su archienemigo interno Carlos Menem. El propio ex presidente acusó el golpe cuando, en un comunicado posterior, diabolizó a Raúl Alfonsín por haber vuelto a favorecer las pretensiones de la administración duhaldista.
La alegría no duró demasiado. A media tarde Duhalde declaró el alerta rojo: acababa de enterarse que la sesión sería levantada pero no para ser reanudada hoy sino recién la próxima semana. En buen criollo, que la ratificación del nuevo cronograma electoral quedaba en veremos.
Tras la ruptura del menemismo, que armó un subloque propio, Duhalde necesita ahora más que nunca del apoyo de los radicales. Por eso el Presidente se conectó con parte de su gabinete y ordenó solucionar rápidamente el tema. A esa altura, ya no sólo los radicales sino también un grupo de legisladores justicialistas comenzaron a poner reparos.
“Es una extorsión”, se quejó el diputado del PJ Juan Manuel Urtubey, reconociendo, sin embargo, un problema extra: que el Gobierno no había cumplido con el envío de un proyecto de mediación entre deudores y acreedores.
La misión de paz de Matzkin, Lavagna y Atanasof llevó finalmente una noticia alentadora: el Ejecutivo redactaría hoy mismo un decreto para hacer cumplir su promesa. Y más aún, invitó a los jefes de bancada al Ministerio de Economía para ayudar en el escrito.
“En la reunión se bajaron los niveles de confrontación. No puedo decir que se solucionó el tema, pero sí que se ordenó”, dijo a este diario un joven diputado del PJ.
El temor a una prolongación del conflicto, sobre todo por la inflexibilidad que mostraba el jefe de la bancada radical, Horacio Pernasetti, produjo a último momento un cambio de estrategia. Entonces hubo contactos con los jefes de bancadas de todos los partidos del Senado. Carlos Maestro, el titular del radicalismo, se mostró mucho más permeable que Pernasetti, aunque supeditó su respuesta a un encuentro que hoymantendrá el bloque. Todos los funcionarios duhaldistas daban por hecho que los senadores radicales no presentarán la misma resistencia que sus pares de Diputados. El culebrón tendrá hoy un nuevo capítulo.