Domingo, 4 de octubre de 2009 | Hoy
EL PAíS › CORRIENTES ELIGE GOBERNADOR MIENTRAS SE INVESTIGA EL SUICIDIO DEL EMPRESARIO HERNAN GONZALEZ MORENO
Los peritos forenses establecieron que el empresario cercano al gobernador Arturo Colombi se suicidó, pero no encontraron por ahora las amenazas que habría recibido en su celular. Una diputada denunció intimidaciones.
Por Alejandra Dandan
Corrientes vota sobre un cadáver. En las calles del centro, algunas paredes aparecieron tapizadas con afiches del gobernador Arturo Colombi cruzados por las marcas de las leyendas que empiezan escucharse como burlas alrededor del cuerpo. “¿Qué te pasa, Arturo?”, decían los carteles. “¿Estás nervioso?” Los peritos forenses, mientras tanto, bien temprano, empezaron a trabajar con los secretos que todavía podía guardar la muerte de Hernán González Moreno. Tomaron muestras de sangre, confirmaron que la causa de la muerte es el suicidio y supieron que se emborrachó durante dos o tres horas antes de pegarse el tiro. Aún no saben los móviles. En la camioneta, encontraron un vaso de whisky a la mitad, los vidrios bajos, la radio encendida, documentos y hasta Viagra. También empezaron a bajar los mensajes de su celular buscando los “aprietes” que según el gobierno provincial empujaron al empresario a matarse. Una fuente judicial aseguró que hasta el momento no se encontraron tales amenazas. Así, el muerto sobre el que el gobernador correntino montó las últimas escenas de la pelea contra su primo Ricardo Colombi, el principal contrincante político para el ballottage de hoy, recién ahora podrá descansar: esta mañana González Moreno será inhumado en Buenos Aires.
Al amanecer, una de las lugareñas más antiguas volvía hasta su casa después de haber hablado con los vecinos. En los alrededores estaban las tierras de El Rincón, la estancia de las enormes 30 mil hectáreas que se extiende sobre tres pueblos, donde apareció muerto el dueño de la agencia oficial de noticias del gobierno correntino.
“La gente me está diciendo que lo raro es lo del Gobierno –dice la mujer– Que esté diciendo tan rápido que fue un suicidio. Por lo que pude saber, dicen que el muchacho tenía muchas deudas, que antes del disparo habló con medio mundo, si estaba muerto de miedo, que lo que vos tenés que decir es eso, que es lo que dice la gente, que acá, más allá de quién tenga la culpa, lo que pasa es que son todas cuestiones de mafia.”
Durante los últimos meses, Corrientes estuvo teñido por la batalla para la sucesión de los primos Arturo y Ricardo Colombi (ver aparte). La campaña tomó la forma de los escándalos judiciales que fueron cercando a uno u otro de los candidatos.
La acusación más explosiva la disparó primero Ricardo, un mes antes de la primera vuelta, contra el secretario general del Gobierno, Diego Mosquera, otro de los arturistas jóvenes y en ascenso, que ahora está encerrado en un vip del cuartel de bomberos. La prisión apareció como un sablazo político letal para el gobierno. Una semana antes del ballottage, el arturismo preparó sus municiones: González Moreno denunció a Ricardo por la compra de una casa millonaria a nombre de un insolvente. El lunes pasado hizo una conferencia de prensa con Mariano Cúneo Libarona, el abogado de Amira y Emir Yoma, del Rey de la Efredina Mario Segovia y de coqueteos con Francisco de Narváez.
“¿Si yo lo conocía?”, suele decir Arturo cuando le preguntan por el muerto. “Amigo, digamos que amigo, no era, pero lo conocía bien, claro, conocía a sus padres, somos del mismo pueblo, y trabajamos juntos por lo menos en los tres últimos años.”
Hasta el jueves, González Moreno era un empresario de 28 años, separado, con dos hijos, un tipo al que le gustaban las motos, las mujeres, el casino. Que había aprendido a ganar mucho dinero, que compró dos camionetas Toyota en el último mes, que dirigió el diario El Libertador durante tres años, manejó un tendal de radios y años después, cuando Arturo ya estaba en el gobierno, construyó la Agencia Corrientes, desde donde manejaba la pauta de publicidad del gobierno con un presupuesto declarado de 30 millones de pesos.
El martes pasado, la Justicia secuestró de la agencia cuatro CPU, documentos y cinco pantallas a través de las cuales se hacía un seguimiento del contenido de los programas locales de radio y televisión.
González Moreno estuvo en el allanamiento. Dicen que dio vueltas y que estaba nervioso. Que llamó varias veces al teléfono de Cúneo Libarona. Que un día antes había organizado aquello de la conferencia de prensa, sabiendo que se le venía el vendaval. Que cuando llamó a Cúneo le preguntó si es que también él, como Mosquera, iba a quedar detenido.
El jueves a la noche, Arturo hizo el acto del cierre de campaña. González Moreno no estuvo. A las once, lo llamó. El gobernador dice que habló con él, que le anunció que se suicidaba, que tenía la 45, que él le hablaba mientras pensaba cómo sacarlo de ahí. También dice que el hombre estaba quebrado, que había recibido mensajes con amenazas, que le estaban sacando fotos a sus hijos, que Ricardo era el que tenía la culpa porque a través de la Justicia estaba armando un mecanismo intelectual del apriete. Media hora más tarde, González Moreno llamó, según la versión oficial, a José Luis “Billy” Zampa, secretario de Información Pública y el arquitecto de la agencia de información. Y después habló con un hermano y tres personas más.
Los datos que empezaron a circular ayer en los tribunales desdibujan algunas de esas escenas. Además de que los mensajes amenazantes por ahora no aparecen, el gobernador asegura que no pudo llamar a la policía para que evitara el suicidio porque el teléfono no respondía. Algunos hablan de que existió un corte generalizado de las comunicaciones, que ahora está siendo investigado.
En la orina, el perito encontró más rastros de alcohol que en la sangre, en un orden de 1,1 por ciento. Es decir que llevaba entre dos y tres horas bebiendo. Por las marcas, se supo que el disparo se lo hizo en la frente, sobre temporal derecho con un orificio de salida en el izquierdo. Es decir que tiró a una distancia menor a veinte centímetros. La entrada y la salida, y un anillo de piel violácea alrededor de la herida son las cosas en las que se basan los datos del suicidio.
El fiscal Gustavo Barri está a cargo de la investigación pero casi no habla. Pidió informes a las telefónicas para buscar datos de las comunicaciones. Y la División Delitos Complejos de la Policía de la provincia revisa los celulares buscando fotos y mensajes mafiosos.
A la tarde, por si las cosas no alcanzaran así como están, otra amenaza volvió a asolar al mundo político. Esta vez, la denuncia dice que llamaron al celular de la diputada Cecilia Gortari, del círculo áulico del arturismo. La mujer afirmó que le dijeron que le iba a pasar lo mismo que a González Moreno. La veda no autorizaba a hablar de la campaña, pero la diputada pudo explayarse sobre la presentación que hizo en el juzgado de Goya.
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