Domingo, 4 de octubre de 2009 | Hoy
DEPORTES › EL BICHO VENCIO 1-0 A ESTUDIANTES EN LA PATERNAL Y LE SACO EL INVICTO
El equipo de Borghi hizo todo lo que debía para superar al todavía líder, con un discutido gol de Caruzzo. Tuvo circulación y juego para sacar la ventaja y mostró actitud y solidez para defenderla. Con el triunfo quedó a un solo punto de su vencido.
Por Daniel Guiñazú
A la hora de jugar y también a la de luchar, Argentinos siempre fue más que Estudiantes. Por eso, nada hay que reprocharle al 1-0 que instaló al equipo de Claudio Borghi en el segundo puesto de las posiciones del torneo Apertura, a un punto de su vencido de ayer. Cuando hubo que hacer correr la pelota a ras de piso, el manejo de Ortigoza y de Mercier y los piques por los costados de Hauche le otorgaron a Argentinos un plus de circulación y claridad. Y cuando hubo que apretar los dientes, nadie escatimó esfuerzos para defender la diferencia. A Estudiantes, el partido y la cancha chica le quedaron incómodos. Nunca pudo repetir sus buenas producciones anteriores, y fue por eso que terminó resignando su invicto, envuelto en la confusión y en la impotencia.
Sólo le quedó a Estudiantes un motivo para la queja: dio la impresión de que Matías Caruzzo estaba adelantado cuando a los 27 minutos del primer tiempo recogió un rebote del arquero Taborda tras un cabezazo de Canuto y anotó el 1 a 0. Esa contingencia cambió el destino de un partido hasta allí peleado y parejo. Lo desequilibró emocionalmente a Estudiantes y lo fortaleció futbolísticamente a Argentinos, que en el cuarto hora final de esa primera etapa entregó lo mejor de su juego.
El toque criterioso de Ortigoza y de Mercier, el despliegue por las bandas de Prósperi y Federico Domínguez, la movilidad de Raymonda y la velocidad de Hauche e Ismael Sosa arrimaron a Argentinos a un 2-0 que no le hubiera resultado ajeno al trámite. A todo esto, Estudiantes fue una imagen distorsionada de sí mismo. Tapados Enzo Pérez y Leandro Benítez, con Verón cercado en el medio, y con Salgueiro y Boselli forzados a recibir de espaldas y lejos del arco de Torrico, el equipo visitante se fue apagando sin remedio.
Sabella quiso sacudir la estructura. Y en la segunda etapa mandó a defender con tres, lo subió a Clemente Rodríguez como volante por la derecha, y lo puso a Enzo Pérez, suelto por delante de los mediocampistas. Luego, redobló su apuesta y canjeó a Calderón por Benítez para atacar con tres. Pero nunca pudo llevárselo por delante a Argentinos. Sin ponerse colorado y renunciando a cualquier pretensión de lirismo, Borghi primero retrasó su equipo algunos metros, más tarde cambió a un media punta (Raymonda) por un defensor (Sabia) y, por último, ubicó a sus once jugadores por detrás de la línea de pelota con tal de no dejarlo entrar. Fue esa solidez, la prolijidad de su media cancha para tocar, y el dedo de Hauche apretando el gatillo del contraataque, lo que le permitió a Argentinos para alzar los brazos al final de una tarde que Estudiantes cuanto antes querrá hundir en el olvido.
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