Lunes, 16 de noviembre de 2009 | Hoy
Robert Cox es periodista, director de The Buenos Aires Herald. Acaba de ser nombrado “ciudadano ilustre” de la ciudad. “Yo veo bien a la Argentina –dijo en un diálogo con Página/12–. Por supuesto, con problemas. Se parece a Italia. Son países jóvenes, con historia, pero con tantas cosas buenas, tanta inteligencia, una mezcla magnífica de muchas nacionalidades. Me cuesta entender por qué los argentinos –y diría centralmente los porteños– tienen una visión tan negativa. No parecen siquiera advertir la hermosura de los jacarandás, de los quioscos, de la calle. Un amigo mío, que fue un importantísimo técnico financiero en Wall Street, me dijo: ‘Bob, Buenos Aires es un hotel cinco estrellas, con todos los pasajeros quejándose por el servicio de habitación’.” “Por supuesto que hay un problema entre el Gobierno y la prensa. Y los dos lados tienen responsabilidad. Cuando empezó el gobierno de Néstor Kirchner, yo veía en La Nación críticas ridículas. Por ejemplo, hablaban de los trajes de Kirchner. Era increíble. Por el otro lado, es cierto que a él no le gusta hablar con el periodismo, no hace conferencias de prensa. Es un grave error. El periodismo tiene algo de representante de la gente. Ahora, si uno lee La Nación se lleva la imagen de un país que no veo para nada. La Nación cree en la censura y en la autocensura, al punto que una alumna de la carrera de periodismo de ese diario me dijo que Claudio Escribano, quien fuera director de La Nación, hizo un elogio de la censura. Dijo que se necesita. Desde ya, yo necesito leer Página/12, porque La Nación describe un país y una ciudad que yo no puedo ver ni reconocer. Y en eso, La Nación actúa como bajo la dictadura. En aquel momento, ignoraba lo que pasaba y ahora también.”
Es sabido que los ánimos de lo que alguna vez fue el kirchnerismo porteño no están de lo más templados. A muchos les llamó la atención el tono convencidamente opositor a la Casa Rosada de las intervenciones de los nuevos conductores del siempre problemático PJ Capital en las reuniones que realizaron en las últimas semanas. Pero los K también tienen lo suyo. Si no que lo diga el titular de la JP, el legislador Juan Cabandié, quien en el encuentro del Consejo Nacional el PJ convocado para rechazar la renuncia a la presidencia partidaria de Néstor Kirchner sorprendió a todos proponiendo la expulsión de Alberto Fernández a su cargo de secretario general. Fernández había anticipado que no concurriría al cónclave en La Plata porque no estaba de acuerdo con que Kirchner retomara la presidencia partidaria. Todos prefirieron dejar pasar el pedido de Cabandié antes de enfrascarse en una discusión que no era para lo que habían sido convocados.
No todos llegaron a la residencia del gobernador Daniel Scioli en La Plata con el mismo convencimiento sobre la utilidad del encuentro, ni con la necesidad de hacer ese gesto para ratificar la conducción de Kirchner en el PJ. La sesión del Consejo Nacional del partido arrancó con dos extensas intervenciones del chaqueño Jorge Capitanich y del entrerriano Sergio Urribarri resaltando la figura de Kirchner y hablando maravillas de las políticas del Gobierno nacional. Dado que la reunión era cerrada y no se estaba televisando ni nada parecido, algunos se impacientaron. “Muchachos, ¿vamos a hacer todos un discurso a favor del Gobierno? ¿No se supone que si estamos acá es porque lo apoyamos?”, intervino el salteño Juan Manuel Urtubey. Otros gobernadores que también tenían vuelos esperando para retornar a sus provincias apoyaron la idea de acortar los tiempos. Finalmente firmaron una declaración de respaldo a las políticas que lleva adelante la Casa Rosada, y todos contentos.
La diputada Griselda Baldata, de la Coalición Cívica, reclamó la implementación de una boleta única en las elecciones y cuestionó “el papelón de (Florencio) Randazzo” cuando mostró ante las comisiones legislativas un “afiche” como la boleta única que se utilizaría en Córdoba, tras su propia reforma electoral. En la Cámara baja, Aníbal Fernández contraatacó: “La boleta única es sólo un instrumento y depende quién lo utilice. Es como un bisturí, que lo puede haber usado Jack (el Destripador) o con fines tan nobles como los de (René) Favaloro”.
En Diputados, en medio de su defensa de la política del Gobierno frente a la crisis económica global, Aníbal Fernández le dedicó una frase al radicalismo, una frase escrita por Mario Brodersohn: “Dios no sólo es argentino, también es peronista”. En el artículo citado por el jefe de Gabinete, el ex secretario de Hacienda de Raúl Alfonsín analizaba el crecimiento económico del país durante 1948, 1973 y 2008, “años afortunados de gobiernos peronistas”.
Algunos operadores parlamentarios de la oposición no descartaban replicar en el Senado la embestida que desarrollan en la Cámara de Diputados para arrebatarle al kirchnerismo la presidencia del cuerpo, algo que había sorprendido incluso a las principales espadas de varios partidos. Pero, apenas la idea se les cruzó por la cabeza, tuvieron que enfrentarse con un obstáculo importante. Actualmente el presidente del Senado ya es uno de los más altos dirigentes opositores del país: el ingeniero Julio Cobos. De todas maneras, antes de frustrar su vocación por limar al oficialismo, ya pensaron en apuntar contra el segundo en la línea sucesoria, José Pampuro. Si así fuera, cuando Cobos reemplace a la presidenta Cristina Fernández en caso de viaje fuera del país, la Cámara de Senadores seguiría en control de la oposición.
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