Lunes, 30 de agosto de 2010 | Hoy
EL PAíS › LIDIA PAPALEO DE GRAIVER RATIFICó QUE VENDIó PAPEL PRENSA BAJO AMENAZAS
En la primera entrevista que ofreció por televisión, la viuda de Graiver contó ayer que al firmar en 1976 la venta de acciones de la empresa “no estaba detenida, pero eso no significa que estuviera en libertad”.
“Si no hubiéramos esperado 27 años para aparecer con nuestra verdad, no estaríamos vivos.” Lidia Papaleo, viuda de David Graiver, el dueño de la empresa Papel Prensa, aludió así a los años que decidió mantenerse en silencio hasta la reciente presentación del informe “Papel Prensa: La Verdad”, que realizó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner la semana pasada. “Estaba amenazada desde que volví al país en septiembre de 1976”, agregó ayer Papaleo, en la primera entrevista que concedió para la televisión, y recordó que “el 9 de marzo (de 1977) firmé los papeles ante un juez para que reconociera la venta (de la empresa) y el 14 me desaparecieron” los militares, recalcando la idea de que había sido forzada a vender la empresa.
“Desde que le envié una carta a (Jorge Rafael) Videla que quisimos que se supiera la verdad, pero desde aquel momento me di cuenta que hay un poder muy grande que no quiere que la verdad se sepa”, afirmó Lidia Papaleo de Graiver en el programa Bajada de línea, que conduce Víctor Hugo Morales y ayer tuvo su primera emisión en Canal 9.
La declaración de Papaleo es el sostén de las denuncias por el caso de la empresa de producción de papel de diario, que pertenecía al grupo encabezado por el marido de Papaleo, y que terminó en manos de tres periódicos –Clarín, La Nación y La Razón–, en sociedad con el Estado, por entonces dominado por la Junta militar.
“No estaba detenida pero eso no significa que estuviera en libertad”, afirmó Papaleo, al recordar el momento en que volvió al país con los restos de su marido en una urna, luego de que muriera en un extraño accidente de avión en agosto de 1976. “Estaba amenazada permanentemente y cuando llegué al país me encontré con visitas diarias de gente importante que me advertía que tenía que vender la empresa”, continuó en su relato, recordando que el ex ministro de Bienestar Social Francisco Manrique –del que su marido fue colaborador y amigo– le comunicó que debía vender la empresa y que un funcionario que Graiver había puesto al frente de Papel Prensa, Jorge Martínez Segovia, le advirtió que “la orden era que no podía quedar en manos de un grupo extranjero, ni de la comunidad judía”.
La viuda de Graiver decidió realizar declaraciones después de casi treinta años luego de que la Presidenta presentara un informe oficial sobre el traspaso de la empresa. Allí, en una investigación realizada por los representantes del Estado en la compañía y en la que figuran las declaraciones de Papaleo y otros damnificados, Cristina Fernández anunció que se enviaría a la Justicia la información acopiada para iniciar una causa por la apropiación de Papel Prensa bajo amenazas por parte de los dueños de los tres diarios involucrados. Además, envió un proyecto de ley al Congreso para que se declare a la producción de papel como de “interés público”, y se garantice la igualdad en el precio para todos los diarios de circulación en el país.
Como consecuencia de las presiones a las que fue sometida, Papaleo resaltó que “el 2 de noviembre (de 1976) finalmente nos llevan a mis suegros, mi cuñado y a mí a una oficina del diario La Nación y nos sientan separadamente. Allí se me acercó (el actual CEO de Clarín, Héctor) Magnetto y me dijo que firme o íbamos a perder la vida mi hija y yo”. Para ejemplificar la presión a la que se veía sometida para vender la empresa, Papaleo recordó que un empresario de los medios mexicano “le advirtió a David que tenía que vender Papel Prensa porque le iba a costar la vida” y unos días más tarde fue el accidente aéreo en el que murió, y que una vez que se encontraba en Argentina “el único que podía continuar con la empresa era Jorge Rubinstein y “a fines de octubre fue atropellado. Ahí me pregunté quién sería el próximo que iba a morir”.
Una vez que se firmaron los documentos, “el 9 de marzo de 1977 presenté una nota ante el juez para pedir la aprobación de la venta y el 14 me desaparecen”, aseguró Papaleo al recordar cuando un grupo de tareas la secuestró y la mantuvo cautiva en un centro clandestino de detención donde fue torturada y por donde también pasó su hermano Osvaldo, igual que otros integrantes de la familia Graiver. Papaleo dijo además que estaba evaluando pedir su ingreso al programa de testigos protegidos que lleva adelante el Estado en casos de delitos de lesa humanidad.
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