Sábado, 7 de mayo de 2011 | Hoy
EL PAíS › EDUARDO DUHALDE LANZó AYER SU CAMPAñA A LA PRESIDENCIA CON UN ACTO EN EL LUNA PARK
Después del “papelón” del Peronismo Federal, formalizó su postulación con el sello de Unión Popular. Calificó al Gobierno de “perverso e intolerante” y afirmó que durante su gestión interina logró “pacificar el país sin tirar tiros”.
Con la eterna apelación a la figura del piloto de tormentas, esta vez sin nubes en el horizonte, Eduardo Duhalde lanzó ayer su candidatura presidencial por Unión Popular. Calificó al Gobierno de “perverso e intolerante” y propuso “cerrar las heridas del pasado con verdad y justicia, pero no desde una presión ideológica y política sobre los jueces sino desatándoles las manos”. Afirmó que fue perseguido por la Triple A y que las Madres de Plaza de Mayo lo acompañaron en los ’80. “Logramos pacificar el país sin tirar tiros”, aseguró sobre su mandato interino 2002/2003 el hombre que debió adelantar la entrega del poder por los asesinatos de Kosteki & Santillán en la estación Avellaneda.
“Todos con Duhalde, el hombre que hizo el milagro”, aseguraba una voz desde una combi de gastronómicos, mientras hombres y mujeres del conurbano llegaban al Luna Park a puro bombo y Diego Torres insistía con su “Color esperanza”. Durante la espera se leyeron tres adhesiones. Rodolfo Terragno confesó tener “grandes expectativas”. La juventud de Unión Popular reclamó “un país pacificado”. La tercera fue del salteño Juan Carlos Romero.
A las 19.05 el locutor gritó “demos la bienvenida al futuro presidente”, llovieron papelitos y entró Duhalde: jean, camisa, saco, pañuelo rojo, pelo blanco. En las primeras filas se vio a Ramón Puerta, Miguel Angel Toma, Graciela Camaño, Gerónimo Venegas y Luis Barrionuevo. “Quiero que mi abrazo se multiplique a los millones de desamparados”, arrancó Duhalde. Contó que el día de su asunción en 2002 Fidel Castro dijo que “sólo un loco se puede hacer cargo de la Argentina”, y le dio la razón: “Soy un loco de amor a mi patria y a mi pueblo”, arengó. Chiche miraba embelesada.
“Gobierno perverso, intolerante, anclado en el pasado”, piropeó. “Estoy harto de la intolerancia”, aseguró. Apuntó a “quienes dicen que soy de extrema derecha”, aseguró que fue perseguido por la Triple A y que “no soy de izquierda ni de derecha, soy peronista de Juan Domingo Perón”. Explotó el Luna. “La diferencia –le habló a la Presidenta– es que creo en la unidad, mientras usted se encarga de dividir todo lo que puede.”
“Tenemos diferencias en todo. Yo creo en otros derechos humanos, establecidos antes de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1948: el derecho a la niñez, la ancianidad, la salud, pero en serio, señora”, predicó compungido. Contrastó la “concepción integral de los derechos humanos” con una política que pretendió acotada a la Justicia por los crímenes de la dictadura. “Tal vez sea un conflicto de culpa por lo que no hicieron”, chicaneó, y aseguró que asumió la intendencia de Lomas en los ’80 “rodeado de pañuelos blancos”. “Las Fuerzas Armadas están arrinconadas y humilladas”, pretendió, y lejos de las políticas de Defensa para integrar a los militares a la sociedad, comparó “la vocación patriótica” de los nuevos soldados con quienes deciden “entrar a la religión”.
De la gestión que comenzó en 2003 diferenció dos modelos. “El primero me tocó ponerlo en marcha” e implicó “el fin del Consenso de Washington”. De su mandato destacó la alianza con “la Iglesia Católica argentina”, que lo respaldó “en lo físico y lo espiritual”. “Logramos pacificar el país sin tirar tiros”, dijo con el rostro impávido. Luego agradeció “al padre de la democracia recuperada”, Alfonsín, que “me aportó dos ministros cuando muchos disparaban”, dijo y saludó a Jorge Vanossi. “El otro modelo comenzó cuando Kirchner creyó que era economista y se desprendió de (Roberto) Lavagna. No es un modelo productivo, enfrenta a todos como perros y gatos”, dijo.
Cerró con diez “objetivos”: 1. “Hambre cero” por medio de una “renta básica de ciudadanía”; 2. “inversión en prevención y represión del delito”; 3. “concepción integral de los derechos humanos”; 4. “lucha frontal contra los narcotraficantes” (alertó sobre “el peligro de los narco-Estados y repudió la “visión bélica de los norteamericanos”); 5. “cerrar las heridas del pasado con verdad y justicia, pero no desde una presión ideológica y política sobre los jueces sino desatándole las manos a la Justicia”, enunció y evitó explayarse, para frustración del paisano de Arrecifes que mostraba orgulloso un cartel con la tapa de B1, la revista de quienes reclaman impunidad para los represores; 6. “recuperar el federalismo”; 7. (salteó) “Paz definitiva en orden y libertad”; 8. “propongo un nuevo derecho: de arraigo”, que dijo haber inventado “hace treinta años”, que surgiría de sumar: entrega de tierras para construir más educación y trabajo, y que debería empezar “por el NEA y el NOA”; 9. “organismos de control en manos de la oposición, con participación de las ONG que trabajan sobre transparencia”; y 10. “shock de inversiones”.
“Fui el primer presidente surgido del movimiento obrero” y “quiero gremialistas que no se queden con la plata de los trabajadores”, dijo en el cierre. Recordó a Lorenzo Miguel, José Ignacio Rucci y Saúl Ubaldini como “honrados y honestos” y ubicó en esa línea al peón rural Venegas y al mozo Barrionuevo. Concluyó una vez más con la idea de “enfrentar la tormenta” y “entregar mi corazón en la batalla”, e invitó al hijo de Hugo del Carril a entonar la marcha peronista, que cantó todo el Luna excepto Martín Redrado, quien sólo atinó a aplaudir con la lengua paralizada.
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