EL PAíS › OPINIóN

El vice y la lección

 Por Mempo Giardinelli

Podría decirse que la sociedad argentina aguarda, ansiosa, la doble decisión que está a punto de tomar la Presidenta: si va por la reelección y con quién de vice.

En todos los mentideros de la política se descuenta que va a decir que sí a la primera posibilidad. El fundamento último de tal esperanza parece ser que nadie, seriamente, quiere siquiera imaginar lo que sucedería en este país si acaso dijera que no, que se retira.

Es de considerarse que tal hipótesis podría ser un ejemplo republicano excepcional, pero es más seguro que dejaría al país convertido en un caos. Acaso peor del que ya fue y hoy no es. Ella lo sabe y es de esperar que lo tendrá en cuenta. Por eso cabe pensar que ya tiene decidido ir por la reelección. Enhorabuena si es así, aunque sería mejor que la ciudadanía lo supiese de una vez. Todo suspenso es emocionante, pero algunos pueden producir una hecatombe.

La otra cuestión deviene más inquietante: el nombre del otro. O de la otra. El compañero/a de fórmula electoral.

Tema complejísimo por razones que nunca, en ningún país, es oportuno ni elegante especular, tales como la salud del jefe de Estado, la vocación por volar o los peligros que toda investidura presidencial implica. Y que en nuestro caso suma, además, el penoso antecedente del Sr. Cobos desluciendo una institución que en nuestro sistema no es decorativa, entre otras cosas porque el mandatario suplente preside el Senado de la Nación. Así, el error cometido en 2007 hace sombra sobre el presente, pero sobre todo eleva esta decisión a la categoría de serio problema institucional.

Sería sano, por lo tanto, terminar con los dimes y diretes en los que tallan los intereses sectoriales, las eternas obsecuencias y los aplaudidores todoterreno. También están los que dudan, claro, y más allá los que suman ideas pero no votos. No debe ser fácil, en la cima del poder, distinguir a unos y a otros, y sobre todo saber escuchar a los que son críticos pero son leales.

Por eso sería deseable que la Presidenta agudice su percepción al máximo para separar la paja del trigo. Y que a los lambiscones los visualice bien, incluso que les dé bizcochitos en la boca, si hace falta, pero que no les haga caso. Y que sepa que los que estamos lejos del poder tememos que pueda estar peligrosamente rodeada de los que sólo cuidan sus huertitas, sus kioscos, sus platos de ñoquis.

Para exponer, negro sobre blanco, lo que se conjetura en el runrún de la calle, las redacciones y los mentideros supuestamente “bien informados” de las cosas del poder, ahí están los nombres que se barajan.

Por un lado, viene de lejos la precandidatura vicepresidencial del gobernador de San Juan. Aunque ahora desgastada ya que el Sr. Gioja consiguió la re-re en su provincia, algunas alarmas perduran dada su obvia pasión minera transnacional.

Es sabido, por otra parte, que en la Casa Rosada se ha considerado convocar a otro radical K: el gobernador rionegrino Sr. Saiz, por ejemplo, o el santiagueño Zamora. Con todo el respeto que ellos merecen, candidatearlos como vices demostraría que no se ha aprendido la lección.

En otra línea están los jóvenes, que son moda y con varios nombres sonoros, según los runrunes: si le tocara a Filmus enfrentar a Macri y Pino en la Capital, ya que todo indica que es el mejor candidato y además el mejor posicionado, Amado Boudou sería número puesto como vice. Claro que también tallan dos jóvenes Juan Manueles: Abal Medina (hijo) y el gobernador salteño Urtubey. E incluso se menciona al Dr. Zannini, secretario de Legal y Técnica y hombre de extrema confianza de la Presidenta, pero de tan bajo perfil que, caso rarísimo, es imposible encontrar su CV en la web.

En los mentideros se los postula pero también se los cuestiona seguro que injustamente: de uno se dice que es algo frívolo y que no viene del palo; de otro que viene del palo más duro; de otro porque palo a palo no inspiraría mucha confianza; y al otro parece que no se le conoce bien el palo.

Si de jóvenes y además gobernadores se trata, como dicen en la política mexicana “la caballada está flaca”. Tanto que solamente dos superarían todos los filtros (además del salteño): el chaqueño Capitanich y el entrerriano Urribarri, cuyas imágenes parecen limpias y sus prestigios altos. Claro que siempre queda la posibilidad del bonaerense Scioli, quien parece funcional allí donde está, y además su confiabilidad quedó en dudas desde los primeros días de gobierno en 2003.

De entre los ministros o equivalentes sólo quedarían, si acaso, dos mujeres: las Dras. Garré y Marcó Del Pont. Aunque “los que saben” aseguran que la Argentina no soportaría a dos damas en una misma fórmula. Pero quién sabe; este país ha cambiado mucho más que lo que muchos creen.

Hay quienes dicen, también, que si Boudou ganara la puja en Capital, no habría mejor candidato a vicepresidente que Filmus, por buena imagen y experiencia en el Senado. Y los últimos soñadores, que los hay, imaginan que se convoque a un sindicalista (ya se jugó la carta del Dr. Recalde padre) o a extrapartidarios progres como Sabbatella o Heller. Hay para todo gusto, incluso más que los aquí mencionados, y el asunto no es fácil. ¿Algún tapado? Ha de haber. Todo es posible.

Esta no es otra carta abierta a la Presidenta, pero si lo fuera le diría: “Señora, piense en la continuidad de lo mejor de su gobierno. Piense en quién la sucedería en el extremo e indeseado caso de faltar usted. Piense en 2015, cuando la Argentina se parecerá más al país que las grandes mayorías han soñado y anhelan. Y piense en 2019 y 2023 y 2027, cuando es muy probable que ya no estemos”.

Todo esto le diría. Con todo respeto.

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