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Otro triunfo de lo viejo
Por Juan Abal Medina *
La sesión de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires del jueves pasado clausuró la posibilidad de aprobar la ley para la elección de legisladores que demanda la Constitución.
Nuevamente, como ha pasado en todo el país, los intereses mezquinos de lo viejo han triunfado. Cuando se alejan los ruidos de las cacerolas del año pasado los políticos tradicionales triunfan en su reclamo de que no se vaya nadie.
Desde diciembre de 2001, a pesar de los fuerte reclamos sociales no hubo ni una sola reforma, parece mentira pero la capacidad de la clase política argentina para frenar cualquier cambio pudo hasta ahora más que los deseos del 90 por ciento de la población.
En este marco lo que acaba de ocurrir en la ciudad es doblemente triste. Hace 11 meses el Ejecutivo envió a la Legislatura un proyecto de reforma electoral realmente de avanzada. Un proyecto que permitía la elección de legisladores independiente por los barrios, que obligaba a los candidatos a ser conocidos por sus votantes y lo hacía respetando claramente la proporcionalidad y los intereses de las minorías.
El proyecto del Ejecutivo era técnicamente impecable e innovador, mejoraba los sistemas de ese tipo que hoy se utilizan en Europa y como tal fue alabado en distintos encuentros de especialistas internacionales. En particular, al permitir candidaturas individuales sin resignar proporcionalidad y representatividad.
Mantener el voto a una lista de 60 miembros significa en los hechos que la mayoría de los representantes electos sean desconocidos para la ciudadanía, que así no puede controlarlos. De esta forma, políticos “viejos” pueden refugiarse en los “lugares oscuros” de las boletas o, lo que es peor aún, presentar listas que “se cuelgan” a la de los candidatos conocidos y sacar unos pocos votos por error, con una maniobra que está prohibida en la mayoría de los países del mundo.
El corolario por todos conocido fue el de no cambiar nada, iniciativa alcanzada gracias al apoyo de los legisladores de siempre y de aquellos, los que se encolumnan tras la candidatura de Mauricio Macri, que se autoproclaman como los representantes de “lo nuevo” pero no son más que políticos tradicionales disfrazados.
* Politólogo (UBA-Conicet). Secretario general Frente Grande.