Decanos de la Universidad de Buenos Aires, vicedecanos, consejeros superiores, rectores de las universidades públicas y de las privadas, secretarios de las distintas áreas de las diversas facultades, profesores, estudiantes, representantes de los gremios, todos ocupaban, en orden jerárquico, los bancos de madera de la iglesia de San Ignacio de Loyola, donde tuvo lugar el acto inaugural por el 190º aniversario de la UBA. Que el acto se hiciera en una iglesia, y por las formas y protocolos iniciales, bien hacía pensar en una ceremonia religiosa. Cosa que el rector de la UBA, Ruben Hallu, justificó en su discurso, al señalar que allí mismo fue fundada la UBA, en 1821. De este modo intentaban enlazar el pasado de la Universidad con su presente, sin olvidar, por ello, el futuro, como señalaron en repetidas ocasiones las palabras oficiales del acto.

La fachada de la iglesia de San Ignacio de Loyola estaba pintada de un blanco puro. Se diferenciaba así de su muro lateral, que da a la calle Adolfo Alsina y cuya pared conserva el gris de siempre. Ya adentro, y con la llegada de las principales personalidades del evento, explotaron los primeros flashes de los fotógrafos. Allí estaban, entre otros, el rector de la UBA, Ruben Hallu; el ministro de Educación nacional, Alberto Sileoni; el secretario de Políticas Universitarias, Alberto Dibbern; el ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich; la rectora de la Universidad Nacional de Córdoba, Carolina Scotto, y el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, quien llegó sigilosamente para ocupar un asiento de la primera fila. El Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, formado en la UBA, también estuvo presente, al igual que la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quienes también tenían reservados los primeros asientos de la iglesia. La presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, envió sus saludos y felicidades a la UBA en su aniversario.

La orquesta y el coro de la Universidad, compuestos principalmente por cuerdas, vientos y tambores, tocó y cantó el Himno Nacional Argentino, que abrió la ceremonia. Luego, el ministro de Educación, Alberto Sileoni, tomó la palabra: “Las universidades tienen hoy al Estado como garante y sostén de su autonomía. Este es el Estado presente y activo que como sociedad no debemos abandonar –dijo, para agregar–: Queremos una universidad al servicio de los intereses nacionales, con toda su autonomía, pero nunca autónoma del pueblo que la sostiene”, consideró después.

“Debemos rendir homenaje a todos nuestros estudiantes y profesores muertos por la dictadura –dijo el ministro–. Este es sin dudas el dolor más grande que tenemos.” Sileoni reflexionó: “A partir del 2003 nos situamos en un nuevo ciclo. Formamos parte de un gobierno que ha puesto a la educación en el centro de las políticas públicas. Este es el más poderoso instrumento de igualdad social, y es un orgullo, pero no es la vanagloria de la patria chica intelectual”, retumbó la voz en los altos muros de la iglesia, en un discurso que cosechó fuertes aplausos y asentimientos de cabeza.

El rector de la UBA, Ruben Hallu, quien continuó el acto, se mostró aún más conmovido: “Estoy orgulloso de mi vida profesional, de haber sido decano, pero les aseguro que nada se compara con haber estudiado y formado parte de esta comunidad, y con que me hayan elegido para el lugar que hoy tengo”, dijo, y agregó: “La trayectoria de la UBA no fue lineal, sino sinuosa, con tantas clausuras y cierres como fue también la vida institucional de nuestro país –señaló–. Nos preguntaban ¿por qué en una iglesia? Porque vamos a intentar reproducir lo que pasó exactamente aquí hace 190 años”. En efecto, para cerrar la ceremonia, y tras la entrega de dos presentes por parte de la Universidad Nacional de Córdoba y de la Universidad Nacional de La Plata, se dio inició a una representación teatral, formada por actores de todas las facultades, que intentó, aunque sin diálogos ni actuaciones separadas, imitar el momento de la fundación de la UBA. Con todo, los decanos de las facultades se sumaron al centro del escenario para tomarse una foto junto a sus correligionarios del siglo XIX.

Informe: Agustín Saavedra.