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El Superior Tribunal de Justicia de Catamarca volvió a rechazar ayer el reclamo de Luis Barrionuevo. La decisión no sorprendió al controvertido senador. El siempre supo que los jueces de su provincia iban a desechar por “improcedente” su presentación contra la inhabilitación para ser candidato a gobernador por no cumplir con los requisitos que exige la Constitución local. Mientras sus abogados preparan el recurso de casación, paso previo para llegar finalmente a la Corte Suprema, el frustrado candidato evalúa posibles reemplazantes para los futuros comicios provinciales.
El senador está abocado a trabajar en varios frentes simultáneamente. Por un lado está la Justicia de su provincia que sigue rechazando sus presentaciones. El segundo frente lo ocupa el pedido de expulsión del Senado que presentaron los legisladores de la oposición. El tercer frente, tal vez el más complicado, se desarrolla hacia el interior del PJ catamarqueño, donde ya se escuchan algunas voces que exigen definir un reemplazante ante la casi segura imposibilidad de que Barrionuevo vuelva a ser el candidato a gobernador.
El frente judicial provincial es para los barrionuevistas “pura pérdida” ya que consideran a la Justicia local “adicta” al Frente Cívico. Sin embargo, no piensan descuidarlo. La supuesta obstinación tiene sus razones de peso y está más relacionada con lo político que con lo estrictamente jurídico. Por un lado, sostienen que la respuesta al recurso de casación que presentarán en la semana próxima se producirá recién dentro de 40 días hábiles. Esto permitirá que el gobierno de Oscar Castillo dilate aún más la convocatoria definitiva a nuevos comicios. Transcurrido este lapso, donde descuentan que la respuesta será un rechazo, los abogados de Barrionuevo se presentarán ante la Corte a través del recurso de queja.
El raid jurídico aleja el cumplimiento de la promesa de renunciar a su banca que realizó Barrionuevo si la Justicia le da la espalda. Pero sobre todo, lo que más les atrae a los barrionuevistas es que la definición en la Corte se producirá después de los comicios presidenciales del 27 de abril. Esto les permite esperanzarse con el tenor de la decisión final de los supremos. “Es muy posible que otro sea el escenario”, repiten los barrionuevistas antes de abundar en detalles. “Si gana (Carlos) Menem otro será el clima en la Corte cuando deba opinar sobre la cuestión de fondo que es el tema de la residencia de Luis (Barrionuevo)”, confió a este diario uno de los principales operadores del gastronómico.
Sin duda, la frase está atada a los lazos que se estarían retejiendo con el menemismo. Para el barrionuevismo puro, una prueba de la existencia de ello fue la actitud que tuvo Eduardo Menem durante las dos extensas jornadas que vivió la Comisión de Asuntos Constitucionales durante la semana que pasó. En esos días, el riojano se transformó en un virtual abogado defensor del sindicalista que estuvo siempre ausente.
La actitud de Menem y el compromiso de la conducción de la bancada de evitar su expulsión tiene a Barrionuevo lo suficientemente tranquilo como para atender al escenario que por estos días ve como más complicado: el PJ de su provincia. El sector que responde a Ramón Saadi entiende que ya no hay posibilidades para que Barrionuevo pueda competir por la gobernación. El ex hombre fuerte de la provincia lo dejó trascender el miércoles pasado durante un encuentro con militantes que responden a su estructura. “No se puede elegir el reemplazante a dedo. Yo no soy el chirolita de nadie”, dijo y los barrionuevistas enfurecieron. Claro, después salieron a explicar las declaraciones. “Lo que quiso decir Ramón es que el nuevo candidato a gobernador debe ser consensuado con todas las corrientes internas. Pero nadie puso en duda el liderazgo de Luis”, aseguró uno de los colaboradores de Saadi. La frase no es ingenua. En la cabeza de Saadi revolotea la idea de que su esposa, Pilar Kent, se transforme en lacandidata del PJ por sobre Raúl Jalil e incluso sobre Liliana Barrionuevo (hermana del sindicalista). Algo poco probable de concretar. Pero, en política, la esperanza es lo último que se pierde.