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Hablando ante un grupo de obispos argentinos que se encuentran en Roma participando de la visita “ad limina”, el papa Juan Pablo II hizo un extenso análisis de la situación argentina que coincide con las últimas manifestaciones del Episcopado local, calificó de “profunda crisis social y económica” el momento que vive el país y advirtió que el problema “afecta a toda la sociedad y, además, pone en peligro la estabilidad democrática y la solidez de las instituciones públicas, con consecuencias que van más allá de las propias fronteras patrias”. En su alocución Juan Pablo II respaldó también la acción que la Iglesia argentina viene impulsando en el “Diálogo argentino”.
Para el Papa “en este momento se requieren medidas técnicas que levanten la economía y favorezcan que a cada argentino no le falten los bienes necesarios para desarrollarse como persona y como ciudadano” y agregó que “en muchos hogares falta hasta lo más básico que es indispensable, poniendo a tantas personas ante un futuro lleno de riesgos e incertidumbres”. El análisis del pontífice, claramente coincidente con los últimos documentos del Episcopado argentino, dice también que “la preocupación del momento presente debe llevar a un serio examen de conciencia sobre las responsabilidades de cada uno y las lógicas consecuencias del egoísmo insolidario, de las conductas corruptas que muchos denuncian, de la imprevisión y mal administración de los bienes de la Nación”.
En una clara referencia a la actitud adoptada por el Episcopado de animar el “Diálogo argentino” convocado por el presidente Eduardo Duhalde, el Papa dijo que “no le corresponde a la Iglesia, en cuanto institución, señalar cuáles son las (medidas técnicas) más adecuadas, pues ésta es tarea de los gobernantes y de los especialistas en diversas ciencias sociales”. Sin embargo, considera que es oportuno que la misma Iglesia “ofrezca su colaboración para favorecer un diálogo nacional entre todos los responsables a fin de que cada uno pueda cooperar activamente para la superación de esta crisis”.
Juan Pablo II pronunció estas afirmaciones después de haber dialogado con casi medio centenar de obispos argentinos que se encuentran en Roma participando de la visita “ad limina”, el encuentro que cada cinco años realizan todos los obispos del mundo para informar al Papa y a la curia vaticana sobre la realidad de su iglesia local y sobre las actividades de su diócesis. En ese marco no es difícil entender que lo dicho por el Papa asume los puntos de vista y las informaciones que le fueron proporcionados por los mismos obispos argentinos. Para Juan Pablo II “el diálogo excluye la violencia en sus diversas expresiones, como son muertos y saqueos, y ayuda a construir un futuro más humano con la colaboración de todos, evitando de ese modo un radical empobrecimiento de la sociedad”.
El Papa subrayó también que “es oportuno recordar que la situación social no mejora tan solo aplicando medidas técnicas, sino también, y sobre todo, promoviendo reformas con una base humana y moral, que tengan presente una consideración ética de la personal, de la familia y de la sociedad”. Agregó Juan Pablo II en su extensa alocución que “si bien es cierto que la magnitud del fenómeno tiene también componentes externos y es necesario buscar apoyos fuera de las propias fronteras, se ha de tener presente que los argentinos mismos, con las ricas cualidades que les distinguen, han de ser protagonistas y artífices principales de la reconstrucción del país, comprometiéndose, con su esfuerzo y tesón a superar tan difícil situación”.
Juan Pablo II alentó también “la acción caritativa y asistencial” que, mientras se aguardan las soluciones de fondo, “hagan más llevaderas las condiciones de los menos favorecidos”. En este sentido el Papa alabó la tarea que viene realizando Cáritas en la Argentina y las iniciativas tomadas en las distintas diócesis “para responder adecuadamente a las necesidades de los pobres”.