El secretario general de la CGT, Hugo Moyano, prepara una serie de anuncios para el jueves, cuando encabece un acto masivo del gremio de Camioneros en el estadio de Huracán, donde terminará de definirse la tónica de su relación con el Gobierno para los cuatro años que vienen. Según pudo averiguar Página/12, entre las alternativas que se barajan está la posibilidad de pedir una modificación del estatuto de la CGT para que el próximo titular de la central obrera sea elegido por voto directo de sus afiliados. También podría renunciar a sus cargos en el PJ (hoy en día es vicepresidente segundo del PJ nacional y titular a cargo del bonaerense) para armar un nuevo partido, el Laborista, enfocado en dar una salida política a dirigentes sindicales, aunque, en principio, por dentro del Frente para la Victoria. De todas formas, las gestiones entre la Casa Rosada y la cúpula cegetista están a la orden del día para llegar al jueves con bandera blanca. “La decisión final –aclaran en su entorno– la tiene solamente él, y hasta último momento no va a definirse.”

Son “tiempos interesantes” para la relación entre el gobierno nacional y Hugo Moyano, el principal dirigente sindical que tuvo la Argentina en los ocho años que gobernó el kirchnerismo y uno de los más importantes aliados estratégicos con los que contó el Frente para la Victoria en ese tiempo. Aunque los tires y aflojes comenzaron hace ya un año, luego de la muerte de Néstor Kirchner, con quien el dirigente camionero tenía una mejor relación que con la Presidenta, la ausencia del secretario general de la CGT (que perdió un hijo hace menos de un mes y desde entonces redujo al mínimo sus apariciones en público) en la reasunción de Cristina Fernández de Kirchner, el sábado pasado, fue una señal que en el Gobierno consideran no se puede dejar pasar. Desde el otro lado, están molestos porque sienten que la Casa Rosada ya no lo quiere dirigiendo el sindicalismo y están promoviendo un recambio.

En ese contexto se da este ajedrez de gestos y medidas, muchas veces promovidas no como un fin en sí mismo, sino como una forma de fortalecer su posición a la hora en que, tarde o temprano, se sienten a negociar. “Mientras haya expectativas de llegar a un acuerdo, nadie va a quemar las naves”, advierten con distintas palabras desde uno y otro lado. Pero, justamente, una de las principales quejas del moyanismo es la falta de un interlocutor válido desde la muerte de Néstor Kirchner. “No sólo no hay diálogo: tampoco hay explicaciones. Se cortaron todas las comunicaciones”, se lamentan en la CGT.

El mandato de Moyano vence en junio del año que viene y en su entorno diagnostican que, tal como están las cosas, le resultará difícil conseguir el apoyo suficiente entre las cúpulas como para garantizarle sin sobresaltos un nuevo período. Es por eso que el dirigente camionero evalúa intentar una modificación del estatuto de la central obrera para que cuando deban renovar la conducción, la elección de la cúpula se haga por voto directo de todos los afiliados. “Si votan todos, gana por afano”, se confían cerca suyo.

El plan B, de alejarse del PJ, “es menos probable”, aseguran en su entorno, porque “es más difícil de explicar hacia abajo”. De todas formas, hubo moyanistas que ya tomaron contacto con gente del PT brasileño para asesorarse ante la eventual creación de un partido de matriz obrera, que funcionaría dentro del ámbito del FpV, pero con mayor autonomía. “No-sotros no discutimos la conducción de Cristina, pero tampoco renunciamos a marcar agenda –explican-. Nosotros podemos plantear diferencias porque sabemos que el día que quemen las papas, vamos a estar con el Gobierno.”