Martes, 3 de abril de 2012 | Hoy
EL PAíS › A 30 AñOS DE MALVINAS > TRAS LA DERROTA EN MALVINAS, LA DICTADURA DE BRASIL TEMíA LA CAíDA DE GALTIERI
Documentos de la Cancillería brasileña de los ’80 dan cuenta de los temores de la dictadura de João Baptista Figueireido ante el fracaso de sus pares argentinos. Las negociaciones para liberar a Alfredo Astiz, capturado por los ingleses.
Por Darío Pignotti
Luego de la rendición argentina en Malvinas, la dictadura brasileña mostró preocupación frente al derrumbe del régimen de Galtieri y la amenaza de una transición acelerada a la democracia, según lo revelan documentos a los que tuvo acceso este cronista, en los que se recela de las Madres de Plaza de Mayo y el retorno de los “subversivos”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño elaboró un documento sobre el nuevo escenario político interno que se perfilaba tras la caída de Galtieri y la asunción de Reynaldo Bignone, mientras crecía la indignación popular sobre la suerte de los combatientes en Malvinas.
“La pose del presidente Bignone, impuesto aisladamente por el Ejército, da inicio a una nueva fase de la posguerra de Malvinas”, señala un texto de la Cancillería fechado el 1º de julio de 1982.
“La falta de definición sobre el destino de un número considerable de efectivos enviados a Malvinas puede contribuir para ampliar el movimiento denominado Madres de Plaza de Mayo, que congrega a familiares de subversivos cuyo destino es ignorado.”
Los problemas de los ex combatientes, “cuyo destino no está esclarecido... ya viene siendo explotado por grupos contrarios al gobierno, que buscan influenciar a la opinión pública contra el régimen militar”.
La irrupción de políticos opositores y expresiones de repudio de la población eran vistas con aprehensión por Brasilia, que en otro cable advierte sobre la inestabilidad que amenazaba a la dictadura instalada en Buenos Aires desde el 24 de marzo de 1976.
Un documento del Ministerio del Ejército, fechado el 17 de junio de 1982, señala que “la repercusión negativa en la opinión pública” de la derrota de Malvinas es “aprovechada por grupos comprometidos con la subversión que provocaron la manifestación del 15 del corriente (junio)”. Antes de ello, el 12 de abril de 1982, otro reporte “confidencial” del Ejército expone su preocupación por la posición de Montoneros. Dice el informe del Ejército que “Mario Firmenich, secretario general de Montoneros, exiliado en Cuba, manifestó su apoyo a la ocupación de Malvinas, ofreciéndose a luchar con las tropas y propuso la formación de un Gobierno de Emergencia Nacional”.
Como se ve, la dictadura brasileña dio su respaldo a sus pares de la Argentina, sobre todo por la afinidad de los regímenes políticos, y recibió la derrota con preocupación. La Argentina se había convertido en el peor modelo de transición acelerada a la democracia.
El dictador João Baptista Figueireido (1979-1985), mentor de la ley de (auto)amnistía y arquitecto de la retirada lenta, gradual de los militares, se espantaba frente al desplome de sus colegas rioplatenses.
Al mismo tiempo que recelaba de las Madres de Plaza de Mayo y la reaparición de los “subversivos”, la diplomacia brasileña mantenía conversaciones con el gobierno de Margaret Thatcher para la liberación del capitán de Marina argentino, Alfredo Astiz.
Así lo indica una serie de telegramas enviados por el entonces embajador en Londres, Roberto Campos, quien intercedió para la liberación del represor de la ESMA Astiz, que fue deportado desde Londres hacia Argentina en un avión que hizo escala en Río de Janeiro, a bordo del cual viajaron diplomáticos brasileños.
En algunos de los telegramas entre Campos y la Cancillería se hace mención a que la liberación de Astiz no era sencilla y hubo varios encuentros con funcionarios británicos para que esto ocurra. Se consigna, además, que Campos guardaba una vieja amistad con el canciller argentino durante la guerra, Nicanor Costa Méndez, que dejó el cargo tras el fin de la contienda.
Hecho prisionero en las islas Georgias del Sur, Astiz era requerido por la Justicia de Francia y Suecia, debido a la desaparición de dos monjas y una adolescente, según se informa en los cables diplomáticos, revelados a fines de 2011 por el diario Folha de São Paulo.
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