Lunes, 10 de diciembre de 2012 | Hoy
EL PAíS › LA MULTITUD SE ESTREMECIó CON CLáSICOS DE FITO, CHARLY, VíCTOR HEREDIA, ENTRE OTROS
La Plaza de Mayo se transformó en escenario de un ecléctico recital popular para “festejar la democracia”. Pocho La Pantera, Víctor Heredia, Ignacio Copani, Fena della Maggiora y Horacio Fontova se sucedieron a lo largo de horas.
Por Facundo Gari
A las 20 irrumpió Pocho La Pantera junto a los contagiosos tambores de La Bomba de Tiempo: no eran los artistas más esperados de la jornada de ayer frente a la Rosada, pero sí de los más curiosos por la combinación de dos ritmos de raigambre popular: de los tambores de la murga a los timbales de la cumbia villera. Ya habían tocado para entonces Víctor Heredia, Ignacio Copani, Fena della Maggiora y Horacio Fontova, y aún un público variopinto aguardaba expectante el discurso de Cristina Fernández y los shows de Fito Páez y Charly García; pero la fiesta había arrancado unas cuatro horas antes, con murgas callejeras, malabaristas, saltimbanquis, recitales de tango, folklore y música infantil sobre las diagonales Sur y Norte. También Andrea del Boca, Daniel Fanego, Esther Goris, Federico Luppi, Hugo Arana, Ana María Picchio y Darío Grandinetti, entre tantos actores, habían marchado desde el stand del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales al encuentro de la Presidenta, no sólo para demostrar su apoyo al gobierno en general sino, en particular, a una Ley de Servicios Audiovisuales que contempla parte de sus recaudaciones para el Incaa, así como para el Instituto Nacional del Teatro y el flamante Instituto Nacional de la Música. Ese link de la llamada ley de medios con el arte es nomás una manera de explicar por qué tantos artistas están acá, si se rehúsa a admitir las más llanas coincidencias ideológicas y pragmáticas.
El recital de Pocho antecedió al de Páez, de saco beige, lentes a tono y con una remera amarilla que si no se lo conociera se le podría haber emparentado al tono de los afiches y globos del PRO. Arrancó con ese himno que es “Dale alegría a mi corazón”, su voz solamente acompañada por el teclado, mientras las proyecciones (imágenes, diseños y consignas como “pluralidad” y “democracia”, a tono con la celebración) se estampaban en las arcadas de la Casa de Gobierno, como se hiciera en las festividades por el Bicentenario. Sin mediar palabra que no fuera cantada, “Tumbas de la gloria” hizo estremecer las banderas de la militancia kirchnerista, postrada contra las vallas más cercanas a un escenario de una cuadra de largo. Caía la noche, y no por miedo los novios se abrazaban más atrás, con familias, jóvenes y niños en derredor. Hablando de enamorados, “11 y 6” y, luego de saludar a Buenos Aires, “Mariposa technicolor”, canción con la que concluyó su acotada presentación. Verlo sobre el escenario es comprobar cada vez que su “asco” fue la manera más noble de expresar tristeza y humanidad. Antes del discurso de la Presidenta, más mimos del y para el arte: un corto documental histórico, una versión “folklorizada” del Himno Nacional coronada por una tremenda batería de fuegos artificiales y los premios de reconocimiento a su labor por la democracia y los derechos humanos al poeta Juan Gelman, la escritora Griselda Gambaro y el artista plástico León Ferrari, entre otros galardonados. Los performers de Fuerza Bruta observaron hablar a CFK colgando de un disco suspendido por una grúa, una estructura comparable a un círculo central de una cancha de once. Desde allí ejecutarían más tarde una riesgosa coreografía, mientras la Presidenta se entregaba al baile y a los tambores. Al cierre de esta edición llegarían Carlos Vives, Illya Kuryaki & The Valderramas y Charly García. La fiesta se extendería hasta pasada la medianoche, para recibir el Día de los Derechos Humanos y celebrar el primer año del segundo mandato de este gobierno.
Los recitales del escenario central del Festival Patria Popular arrancaron pasadas las 18 con Copani, que cantó “Vengo bancando este proyecto” y “Yo nunca me metí en política”, muestras de un amplio repertorio de compromiso social y estético con la liberación de los pueblos. Además de arengar a los presentes, se acordó de la educación en Chile, que es sólo privada, y de Augusto Pinochet: “¡Un aplauso para el asador!”, pidió tras informar que el dictador había sido cremado. El actor Osmar Núñez leyó a continuación el conmovedor poema “A media pierna”, de Hamlet Lima Quintana, acaso a modo de metáfora sobre la árida lucha por la plena vigencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Enseguida fue el turno del ex “raportero” Fena della Maggiora, que agitó a la concurrencia con una versión rockera de “Sueño con serpientes”, de Silvio Rodríguez. Todas las presentaciones rondaron los 20 minutos. Como el poema de Lima Quintana, el “Sobreviviendo” de Heredia hizo contacto con las últimas noticias sobre la ley de medios, pero además conmovió a un público conformado en parte por personas que viven cotidianamente ese gerundio y que demuestran que, aunque hay mucho hecho, aún queda mucho por hacer.
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