EL PAíS › BARRIONUEVO ENTRE EL TEMOR A LA INTERVENCION DEL PAMI Y EL ESMERILADO
“Yo no manejo ni una moneda”
El legislador volvió a abrir fuego defendiéndose de todos los cargos, mientras le llovían críticas de todos lados. La CGT disidente adelantó a Página/12 que su candidato como representante en el directorio será el ceramista Moreira. El fantasma de la intervención en la obra social.
Por Martín Piqué
A esta altura, la puja del Gobierno por renovar las autoridades del PAMI se convirtió en una pelea personal con Luis Barrionuevo. Mientras los “gordos” de la CGT –tanto los que están en Ginebra como los que quedaron en Buenos Aires– se mantienen en un sugestivo silencio, el senador del PJ monopoliza los micrófonos con declaraciones propias de su estilo. “No manejo ni una moneda. No tengo sanatorios, no tengo clínicas. Si no, que me lo prueben. Porque uno está podrido de las boludeces que dicen”, desafió ayer por radio, como queriendo desentenderse de la polémica. Su reacción sonó como un grito en el desierto, y exteriorizó la soledad en la que lo dejó la conducción de la CGT, que ya anticipó su decisión de pactar el alejamiento de Domingo Petrecca y Reynaldo Hermoso. El ceramista Juan Domingo Moreira, de la CGT rebelde, sería uno de los reemplazantes.
En una declaración por Radio Diez, la emisora cercana al menemismo con la que lo une una evidente afinidad (basta citar aquella autodefinición de “recontraalcahuete”), Barrionuevo aseguró que no es propietario de ninguna empresa de salud privada. También intentó desligarse del debate por la renovación de las autoridades del PAMI. Pero luego se mostró muy interesado en criticar al Gobierno por impulsar la intervención, y deslizó sospechas sobre el supuesto interés real de Juan González Gaviola, flamante titular del organismo. “Es un hombre que viene de ser vicegobernador de Mendoza. Para venir al PAMI, sospechosamente, renunció a ganar 3 mil pesos por mes. No hay patriotas en este mundo”, dudó.
Mientras Barrionuevo intentaba “resistir” en soledad, la CGT se disponía a acordar con el Gobierno para no dañar la relación con el Presidente y para evitar la tan temida intervención del PAMI. “La CGT apoyará las decisiones del Presidente, sin duda”, confirmó anoche un ministro del gabinete en diálogo con Página/12. La exigencia principal del Gobierno para acordar con los sindicalistas es que no sólo se vayan los dos representantes gremiales en la obra social de los jubilados, sino que también se depure toda la línea gerencial del instituto. “El problema son las gerencias, donde se maneja la guita y las contrataciones”, explicaba el ministro anoche, cuando ya se descontaba el acuerdo con las dos CGT.
Para obtener ese resultado, el Gobierno ideó justamente la estrategia legislativa de presentar en el Senado el proyecto de reforma de la ley 25.615, que regula la actividad del PAMI. Aunque en los últimos días se insistió en que el objetivo era lograr la intervención del instituto, esa iniciativa fue más bien un recurso para presionar a las CGT y esmerilar a Barrionuevo desde una posición de fuerza. Algo que parece haber tenido éxito, porque ayer la CGT de Rodolfo Daer hizo saber al Ejecutivo que aceptaría relevar a Petrecca y Hermoso. En su reemplazo asumirían un delegado de la CGT oficial y otro de la que conducen Hugo Moyano, Juan Manuel “Bocha” Palacios y Julio Piumato.
Anoche, uno de los líderes de la CGT rebelde aseguró a Página/12 que ya tenían casi decidido el nombre de su candidato. Hablaba del líder de los ceramistas, de apellido Moreira y nombre Juan Domingo, una combinación que recuerda a Perón y al malogrado personaje de la provincia de Buenos Aires. “Cuando almorzamos con el Presidente, Kirchner instruyó al ministro de Trabajo acerca de que los hombres tenían que ser uno por cada CGT”, recordó el jefe cegetista en diálogo con Página/12. En aquella comida en la Rosada estuvieron Moyano, Palacios, los ministros Carlos Tomada (Trabajo) y Aníbal Fernández (Interior), el ex candidato a intendente de La Matanza, Rubén “Negro” Ledesma. En la CGT disidente confían en que el santacruceño cumplirá con lo que prometió entonces.
Si el frente con ambas CGT empieza a cerrarse –aunque todavía queda la amenaza de aprobar el proyecto de ley–, la relación con Barrionuevo ya no tiene ningún retorno. Es más, el enfrentamiento se profundiza cada vez más, como prueba el in crescendo de críticas y acusaciones. Quien inició los cruces fue, otra vez, el senador de Chacarita. Ayer, hablando del PAMI, consideró que “es un tema tan delicado y tan serio que el Presidentedebe entender que no tiene por qué inmiscuirse”. “Para eso él (por Kirchner) tiene cuatro síndicos, la Auditoría General de la Nación y dos directores que a uno de ellos le corresponde ser el presidente”, agregó.
La irritación que exteriorizó Barrionuevo tiene una causa fundamental. El legislador, aunque dijo no tener intereses en el PAMI, no quiere que la obra social de los jubilados deje de funcionar como “persona jurídica de derecho público no estatal, con individualidad financiera y administrativa”. Esa es la condición que le garantiza al PAMI la ley 25.615, sancionada el 3 de julio de 2002 en plena gestión duhaldista para modificar la ley original (19.032) que regulaba la actividad del instituto. Una de las modificaciones que se hicieron en aquella votación fue la incorporación del artículo 15 ter, que textualmente dice: “El Congreso de la Nación podrá disponer por ley la intervención del instituto frente a situaciones de grave deterioro institucional que lo justifiquen. La intervención no podrá exceder los 180 días corridos ni ser prorrogada”.
Ese punto es el que pretende cambiar el Gobierno, que quiere tener a mano la posibilidad de intervenir el PAMI por más de seis meses. También es el tema que más resistencia le provoca a Barrionuevo. “Modificar el artículo 15 de la ley 19.032 para permitir al Poder Ejecutivo poder decretar la intervención es, de nuevo, meter a la política dentro del PAMI”, se quejó el senador. Si el Gobierno acuerda con las dos CGT, el fantasma de la intervención podría quedar en palabras. Pero lo que no quedará en palabras será la relación entre los Kirchner y su viejo enemigo. En eso no habrá acuerdo ni marcha atrás.