Jueves, 14 de marzo de 2013 | Hoy
EL PAíS › EL ARZOBISPO ARGENTINO JORGE BERGOGLIO SE CONVIRTIO AYER EN EL PRIMER PAPA LATINOAMERICANO DE LA HISTORIA
Había quedado detrás de Ratzinger en la votación de 2005, pero esta vez no figuraba entre los candidatos. Ejercerá el cargo con el nombre de Francisco. En la Argentina se lo cuestiona por su actuación durante la dictadura.
Por Fernando Cibeira
Luego de cuatro votaciones, no demasiadas teniendo en cuenta sus últimas reuniones, el cónclave de cardenales del Vaticano eligió ayer como nuevo papa al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, quien resolvió que ejercerá con el nombre de Francisco. “Ustedes saben que el deber del cónclave es dar un obispo a Roma, y parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo al fin del mundo”, bromeó el argentino desde el balcón de San Pedro a los miles de fieles que habían aguardado bajo el frío y la lluvia ver el ansiado humo blanco que surgió a las 19.08. Su designación es histórica por varios motivos: es el primer papa americano en los 266 que se han elegido, el primer jesuita, el primero en llamarse Francisco y viene a reemplazar a Benedicto XVI, el primer pontífice en renunciar en 600 años. En la Argentina su figura es controversial por el papel que desempeñó durante la dictadura. También por hecho más recientes, como su militante oposición al proyecto de matrimonio igualitario. La presidenta Cristina Kirchner, con quien siempre mantuvo una relación tirante, le envió una carta felicitándolo y en un acto abogó porque lleve adelante “una labor significante para la región”. En la Casa Rosada adelantaron que viajará el martes a Roma para la ceremonia.
Si bien en 2005 había quedado segundo detrás de Joseph Ratzinger, Bergoglio esta vez no figuraba entre los principales candidatos a la sucesión. En eso jugaban en contra su edad, 76 años, y sus recientes achaques de salud. Luego del rápido declive físico de Benedicto, se suponía que los cardenales elegirían a alguien más joven. Bergoglio incluso le había enviado a Benedicto XVI la carta presentando su renuncia al arzobispado dado que había superado el límite de edad, pero el anterior papa le extendió el mandato. La primera decisión de Bergoglio fue pedirle a los fieles en San Pedro una oración por su antecesor. Poco después lo llamó por teléfono.
Los especialistas creyeron ver señales de una nueva etapa en una Iglesia Católica jaqueada por múltiples controversias. Una, más evidente, la de optar por un nombre nunca usado, el de Francisco de Asís, el santo que eligió vivir en la pobreza. La segunda, más sutil, la aparición pública con sotana blanca y crucifijo negro de obispo, evitando el púrpura y el oro papal, en un símbolo de austeridad. Una de las características de Bergoglio en su carrera han sido sus dotes de político, enrolado en las corrientes conservadoras moderadas de la Iglesia.
Porteño del barrio Flores, hincha de San Lorenzo –el equipo “santo” que ayer difundió orgulloso el carnet de socio del Papa–, Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en un hogar de inmigrantes italianos: su padre era empleado ferroviario y su madre ama de casa. Estudió para técnico químico, pero a los 21 años decidió entrar al seminario jesuita. Se ordenó sacerdote a los 33 años e inició una rápida y siempre ascendente carrera: apenas cuatro años después ya presidía la Compañía de Jesús en Argentina.
Durante aquella época sucedió el episodio por el que debió declarar como testigo ante la Justicia en 2010 y que aún hoy le vale las acusaciones de los organismos de derechos humanos. Hay testimonios que aseguran que Bergoglio les quitó protección a los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes hacían trabajo social en la villa de Flores y fueron secuestrados en mayo de 1976, al inicio de la dictadura. Fueron liberados cinco meses después, luego de sufrir la tortura de los interrogatorios de la ESMA. Esos testimonios sostienen que Bergoglio les había advertido que debían abandonar el trabajo social. Como los sacerdotes se negaron, les dijo que tenían que renunciar a la Compañía de Jesús, lo que fue interpretado como una luz verde por la represión.
En su declaración testimonial, Bergoglio negó haber quitado esa protección y aseguró que los sacerdotes decidieron ellos alejarse de la Compañía porque querían formar su propia congregación. Que luego incluso vio dos veces a Jorge Videla y dos veces a Emilio Massera para pedir por los sacerdotes. Yorio nunca se recuperó. Murió en Uruguay en el 2000 convencido de que Bergoglio no había hecho nada por salvarlos.
Los organismos de derechos humanos mostraron ayer su contrariedad por la llegada de Bergoglio al trono de San Pedro (ver página 11).
En su imparable ascenso, Bergoglio fue nombrado obispo de Buenos Aires en 1992, arzobispo en 1998 y en 2001 llegó a cardenal por decisión de Juan Pablo II. Desde la presidencia de la Conferencia Episcopal Argentina mantuvo su enfrentamiento con el gobierno de Néstor Kirchner primero y de Cristina Kirchner después. Las diferencias fueron tanto de políticas como de estilo. Bergoglio siempre se presentó como un cultor del diálogo, en contra de la “crispación social” que adjudicaba al kirchnerismo. Pero lo cierto es que siempre encontró reparos para mantener ese diálogo con el Gobierno, mientras que le resultó mucho más sencillo encontrarse con frecuencia con algunos dirigentes de la oposición con los que entabló una muy buena relación.
En su estilo siempre un poco críptico, ya en su homilía de 2004 Bergoglio criticó “el exhibicionismo y los anuncios estridentes”, que fue interpretado como una crítica al Gobierno. Kirchner lo identificó entonces como un opositor y evitó a partir de ahí el Tedéum en la Catedral Metropolitana. En 2008, durante el conflicto por el campo, le reclamó a la Presidenta “un gesto de grandeza”. Pero la ruptura se volvió sin retorno a partir de proyectos como los de matrimonio igualitario o el aborto no punible, a los que Bergoglio se opuso con denuedo. “Es la pretensión destructiva del plan de Dios”, sentenció en una carta acerca del matrimonio entre personas del mismo sexo. Las organizaciones de la diversidad sexual ayer criticaron su designación (ver página 14).
En paralelo con estas posturas, Bergoglio siempre mostró preocupación social y en sus escritos y homilías suele incluir párrafos relacionados con la pobreza. En su entorno destacan sus costumbres austeras: que se mueve en transporte público, que evita las salidas nocturnas y todo tipo de ostentación. También resaltan su preparación y solidez intelectual.
Algunos cientos de personas se congregaron por la tarde en la Catedral de Buenos Aires para celebrar la designación de Bergoglio agitando banderas argentinas y del Vaticano. La Conferencia Episcopal Argentina, que Bergoglio presidió hasta 2011, expresó “su alegría al hermano Jorge”. Dirigentes opositores como Gabriela Michetti y Elisa Carrió –que siempre se jactaron de su relación con el religioso– dijeron sentirse emocionadas por la noticia.
El papa argentino generó repercusiones en todo el planeta. Los líderes mundiales saludaron su llegada. “Espero trabajar con Su Santidad para promover la paz, seguridad y dignidad para todos los seres humanos”, escribió en Twitter el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Los mandatarios latinoamericanos celebraron la consagración de un pontífice de la región, en la que viven casi la mitad de los 1200 millones de católicos de todo el mundo. “En nombre del pueblo brasileño felicito al nuevo papa Francisco y saludo a la Iglesia Católica y al pueblo argentino”, sostuvo la brasileña Dilma Rousseff.
En general, los medios del mundo destacaron el perfil “modesto” y “conservador” de Bergoglio. Obviamente, también se resaltó la inédita condición de jesuita, latinoamericano y argentino. Las palmas se las llevó el diario inglés Daily Mirror: “La nueva mano de Dios”, tituló en su portada.
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