Aunque admitido como probable para el próximo mes de diciembre, el viaje del papa Francisco a la Argentina no tiene aún confirmación oficial ni en fuentes del Gobierno ni de la Iglesia Católica. De hecho, la visita del papa Bergoglio al país ya había quedado confirmada desde el momento mismo de la entrevista que sostuvieron en el Vaticano la presidenta Cristina Fernández y el flamante pontífice. En ese diálogo, en el que Cristina le extendió formalmente la invitación, que fue aceptada de inmediato por Francisco, comenzó a barajarse la fecha de diciembre para el viaje. Ni el Papa ni el gobierno argentino creían conveniente que la visita se adelantara a las elecciones legislativas de octubre, porque el acontecimiento se habría prestado a manipulaciones de todo orden. Por ese motivo se descartó de plano que Francisco llegara hasta la Argentina en ocasión de la visita que hará a Brasil en julio, para participar de la Jornada Mundial de la Juventud, programada con anticipación a su nombramiento.

Hasta ayer, ni la Cancillería ni la Nunciatura Apostólica (embajada del Vaticano en el país) ni la Conferencia Episcopal tenían una confirmación de la fecha de la visita papal al país, aunque en todas esas fuentes dan por descartado que el viaje se producirá este año y, muy probablemente, a mediados de diciembre. El Papa tiene que estar en Roma el 8 de diciembre para una celebración religiosa mariana y luego podría partir hacia la Argentina, teniendo en cuenta que su regreso al Vaticano debería concretarse antes del día 20 del mismo mes.

Esta es la posibilidad más firme que se maneja, tanto en medios gubernamentales y eclesiásticos a partir de las conversaciones que sostuvieron, aquí y en Roma, el canciller Héctor Timerman, el secretario de Culto, Guillermo Olivieri; el embajador Juan Pablo Cafiero, el presidente de la Conferencia Episcopal, José María Arancedo, y el secretario de ese organismo, obispo Enrique Eguía. Todos estos diálogos fueron puestos en conocimiento de la presidenta Cristina Fernández, que dio su aprobación.

La agenda de la visita papal a la Argentina se decidirá en forma conjunta entre el Gobierno y la Iglesia e incluirá, casi seguramente, una misa en la basílica de Luján, sede de la patrona nacional.

El trascendido en Buenos Aires de la eventual confirmación de la fecha sorprendió ayer tanto a las fuentes gubernamentales como a las eclesiásticas, que indicaron que el anuncio se hará formalmente después de que se perfeccionen los arreglos necesarios entre la Cancillería argentina y la Santa Sede.

Entre tanto, se pudo saber que una de las primeras determinaciones de Francisco en relación con la Argentina será el nombramiento de su sucesor en el arzobispado de Buenos Aires. La noticia de quién sustituirá a Bergoglio al frente del arzobispado porteño se conocerá esta misma semana y la designación no recaería en ninguno de los nombres que se han venido barajando en las últimas semanas. Sabido es que antes de la llegada de Francisco al pontificado estaba planteada una dura pugna entre los candidatos impulsados por el propio Bergoglio y aquellos respaldados por el sector ultraconservador encabezado por el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, contando con el respaldo en Roma del cardenal argentino Leonardo Sandri.

La designación de su sucesor en Buenos Aires podría leerse como una indicación acerca de la impronta que el papa Francisco pretende impulsar en la Iglesia argentina. El arzobispo de Buenos Aires es siempre potencial candidato al cardenalato y, eventualmente, a presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, cargo que actualmente ocupa el arzobispo santafesino José María Arancedo.