Lunes, 12 de agosto de 2013 | Hoy
EL PAíS › DE NARVáEZ QUEDó EN CUARTO LUGAR
Por Irina Hauser
Francisco De Narváez fue a votar a la mañana bien temprano a la Escuela Provincial 12 de Luján, donde aceptó, sonriente, el mate que le convidaron las autoridades de mesa y celebró que “todas las familias” se estuvieran movilizando “a votar”. El dirigente de Unión por la Libertad y el Trabajo acompañó a votar a La Plata a su esposa, Agustina Ayllón, también candidata. Pero hasta cerca de las once de la noche no se volvió a saber nada de él. Sólo que había ingresado por la tarde a su comando de campaña, en Las Cañitas, donde con el correr de las horas se multiplicaron las caras de decepción y los gestos de fastidio entre sus colaboradores, al ver que no lograba moverse del cuarto lugar en la provincia de Buenos Aires, y que había quedado detrás del Frente Progresista Cívico y Social.
Cuando por fin se decidió a dar una lacónica conferencia de prensa, casi dos horas después de lo que tenía pensado, De Narváez no llegaba al 11 por ciento de los votos, sino que el avance del conteo lo mostraba en franco descenso. Fue, claramente, la principal “víctima” del crecimiento de la figura del Sergio Massa en territorio bonaerense cuya candidatura –además– marcó una votación polarizada con la Martín Insaurralde. Con resignación, “el colorado” que ahora se propone demostrar que su partido es “la verdadera oposición a este Gobierno y estamos encaminados”. “Nos quedan 77 días”, dijo. De la mano de su esposa, reconoció que aunque al que madruga Dios lo ayuda, no fue el caso.
El resultado marca un contraste grande respecto de la elección que hizo en 2009, cuando le ganó con 34,7 por ciento de los votos a la lista que encabezaba Néstor Kirchner, y que integraban Daniel Scioli y Sergio Massa, que obtuvo el 32,2 por ciento. Aunque el propósito de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) sea validar las candidaturas, en este caso a diputados, caben la proyección y la comparación.
En el bunker de la Unión de De Narváez sólo hubo desde temprano un puñado de militantes, pero los dirigentes brillaban por su ausencia. La única que apareció al comienzo, con su mejor sonrisa, fue Claudia Rucci, quien comentaba que era “un día muy importante para todos nosotros” y que sentía “felicidad y alegría”, algo que no parecía precisamente un sentimiento compartido. Más tarde afloraron el legislador porteño Daniel Amoroso, el moyanista Silvio Klein y Gustavo Ferrari.
El lugar, de paredes rojas, estaba decorado con afiches que llevaban la leyenda con la De Narváez había apostado a conquistar al electorado de la provincia de Buenos Aires: “Es ella o vos”. “Estamos con vos”, “Hartos”, decían otros. Y había imágenes de los recorridos del candidato por el territorio bonaerense.
En medio de la tarde, ante el panorama desalentador, desde el equipo de De Narváez hubo quienes intentaron poner en duda el recuento que lo dejaba en cuarto lugar y sugerir que en realidad le había ganado a Margarita Stolbizer. El mismo insistiría con que su partido era la “tercera fuerza”. Pasada la medianoche se confirmaba lo contrario.
El único premio consuelo para el colombiano lo recibió en Bahía Blanca, donde su fuerza política quedó primera con 26,1 por ciento de los votos, mientras que Insaurralde había recibido el 22,3 por ciento y Massa el 20,3 por ciento. Entrada la noche De Narváez, corto de palabras, aseguraba que no estaba “amargado”.
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