El primer día de conciliación obligatoria en el conflicto de la autopartista Gestamp dejó una jornada caliente. “No podemos aceptar ni la ocupación ilegal de una planta ni el impedimento para que otros empleados trabajen”, señaló temprano el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. El secretario general de Smata, Ricardo Pignanelli, desligó al gremio de los despidos y acusó a los militantes del Partido Obrero (PO) y al Frente de Izquierda: “Los provocaron esos muchachos”. Por su parte, los trabajadores denunciaron un “lockout patronal” que ayer impidió ingresar a los 69 despedidos reincorporados con la conciliación obligatoria.

“Instamos a que exista la gestión necesaria y se promuevan acciones que garanticen el funcionamiento de la empresa y la industria pueda funcionar, que cada uno asuma las responsabilidades que le competen”, señaló Capitanich, haciendo un llamado al gobierno bonaerense, los trabajadores y la empresa para que se reanude la producción.

La huelga se extendió por cuatro días, en los que un grupo de operarios ocupó la empresa, y la medida desabasteció a la industria automotriz, por lo que algunas plantas debieron frenar la producción. A pesar de la conciliación obligatoria dictada por quince días por el Ministerio de Trabajo bonaerense, la fábrica permaneció cerrada, lo que impidió el cumplimiento de la jornada laboral.

“La empresa está maniobrando para no cumplir la conciliación obligatoria, como anticipó en todos los medios durante el fin de semana”, acusó Roberto Amador, uno de los manifestantes y ocupantes de la empresa de autopartes instalada en Escobar. Con versiones cruzadas con el gremio, los trabajadores denunciaron que “la empresa dijo que hoy no hay producción porque supuestamente están poniendo a punto las instalaciones. No lo creemos, tuvieron todo el fin de semana para eso”. El dirigente de Smata Oscar Romero apuntó que “cuando se dicta la conciliación obligatoria, un grupo de individuos tomó la planta, permanecieron en un puente grúa a veinte metros de altura y comenzaron a arrojar elementos contundentes, como tuercas, a los trabajadores que se encontraban cumpliendo sus funciones, por lo que la empresa decidió suspender las actividades”.

El conflicto se centra en la suspensión de trabajadores que luego derivó en el despido de 69 operarios. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner pidió el sábado celeridad a las autoridades bonaerenses para intervenir en el conflicto. La conciliación obligatoria fue dictada el mismo sábado y comenzaba a regir ayer, pero al presentarse los despedidos a trabajar se encontraron con la empresa cerrada. La concentración de los partidos de izquierda había acompañado la llegada de los trabajadores.

Pignanelli sostuvo que “los despidos nosotros no los teníamos; los provocaron esos muchachos”, aludiendo a los partidos políticos de izquierda y se preguntó: “¿Qué tiene que hacer el PO en la puerta de una fábrica, qué tiene que hacer la nieta de los desaparecidos en la puerta de una fábrica?” (ver aparte). El líder sindical explicó que el gremio había “negociado el licenciamiento del ochenta por ciento de los asalariados” y que esa opción había sido aceptada “por 550, 600 personas”.

La primera cita por la conciliación fue ayer, pero se cayó ante la continuidad del conflicto. El ministro Oscar Cuartango citó nuevamente para mañana en la delegación regional de Campana.