EL PAíS
El árbitro
El justicialismo hoy puede cumplir su sueño del quórum propio en Diputados. Pero el anunciado triunfo del PJ en la provincia de Buenos Aires transfiere poder a Duhalde y no a Kirchner, un tema que está subrayado en rojo en la agenda de la Rosada.
Por Felipe Yapur
El sueño del quórum propio en la Cámara de Diputados está a punto de concretarse. El justicialismo ha venido dando muestras, a partir de los resultados de las elecciones que se realizaron en las diferentes provincias, que avanza sin dificultades en esa dirección que se traduce en el control de 129 de las 257 bancas que tiene la Cámara baja. Sin embargo, el anunciado triunfo del PJ en los comicios bonaerenses transformará a Eduardo Duhalde, y no al presidente Néstor Kirchner, en el principal referente del Congreso nacional. Un detalle que seguramente no escapa a nadie de los que habitan los despachos de la Rosada.
Los primeros indicios de este camino hacia el control parlamentario lo dieron los comicios realizados en la Capital Federal, Santa Fe, La Rioja, Río Negro y Santiago del Estero. Estas provincias mostraron la tendencia. En todas ellas el PJ puso en juego nueve bancas y terminó quedándose con 17. El resultado que se obtenga hoy en Jujuy, Santa Cruz, Chaco y, fundamentalmente, Buenos Aires terminará por afianzar la sonrisa de los hombres que controlan el bloque de diputados oficialista y que ya sueñan con un manejo del Congreso sin inconvenientes.
Desde hace unas semanas un paper sin membrete ni firma circula entre los legisladores justicialistas. Es una veintena de carillas donde predominan cuadros con resultados electorales obtenidos desde 1983 a la actualidad, más una serie de consideraciones políticas sobre la conformación de la Cámara baja a partir de diciembre. Sin duda el tema más importante es el control del quórum que, para los escribas del documento, “garantiza al país terminar con un esquema de cohabitación y de toma y daca y, además, lleva a la posibilidad de poner fin a las transiciones y construir una democracia madura” (sic). En buen romance esto significa que ya no será necesario sentarse a negociar un determinado proyecto de ley con el resto de las fuerzas políticas.
Sin embargo, el quórum no se traducirá necesariamente en el fin de las negociaciones interbloque. Más bien implicará que estas se transportarán al seno mismo del bloque oficialista. Hoy por hoy, los cálculos que se realizan en el PJ hablan de 131 escaños propios a partir del 10 de diciembre. Esta representación estará lejos de ser homogénea y José María Díaz Bancalari –como jefe de bloque– deberá esforzarse para mantener unido a este verdadero crisol justicialista. Bancalari sabe que no sólo deberá lidiar con menemistas, romeristas, adolfistas y hasta virulentos kirchneristas, sino también con sus viejos conocidos: los duhaldistas que –como se entusiasman sus principales representantes– serán mayoría dentro de la bancada.
La numerosa presencia de bonaerenses no es un dato a desestimar. De las 35 bancas que están en juego, el PJ aspira a quedarse con 20 y llegar así a conformar una especie de sub-bloque de 40 miembros. Algunos ultraoptimistas se arriesgan a sumarle dos más. De todas formas, el resultado transformará a Duhalde en el hombre más fuerte de la Cámara baja, lo que obligará al kirchnerismo a consensuar con el ex presidente las iniciativas legislativas. Por ahora no hay problemas. Duhalde es un verdadero adicto a las encuestas y sabe del alto grado de popularidad de Kirchner, por lo que no duda en respaldarlo.
Hay dos hechos que pueden menguar el poder de Duhalde en la futura Cámara baja. El primero está relacionado con la diferencia de votos que Felipe Solá obtenga sobre la lista de diputados que encabeza la ex primera dama Hilda González. Un mayor porcentaje le permitirá al gobernador acrecentar un espacio de poder en la provincia que Duhalde regentea sin problemas desde hace 16 años. El otro está en manos de Kirchner. Se trata de la posibilidad de alcanzar acuerdos transversales entre los bloques del Parlamento que equilibren la relación de fuerzas.