El ex jefe de Gobierno porteño Enrique Olivera murió ayer a los 74 años, por un cáncer por el que había sido internado en el sanatorio Mater Dei. Intendente de la ciudad de Buenos Aires cuando Fernando de la Rúa renunció para ser presidente, fue también secretario de Turismo, director del Banco Nación, diputado y ocupó además altos cargos en el sector privado, por ejemplo como directivo de la Fiat y el Banco Francés. Se había retirado de la política en el 2009 y actualmente presidía el Jockey Club.

Había nacido el 9 de febrero de 1940, en una familia acostumbrada a codearse con el poder por generaciones. Su bisabuelo Domingo fue muy amigo del primer presidente, Bernardino Rivadavia; el casco de su estancia estaba en lo que hoy es el Parque Avellaneda.

Olivera estudió Derecho en la UBA y completó sus estudios en la Universidad de Harvard. De vuelta al país, se dedicó a la economía y las finanzas. Fue titular del Banco Francés, integrante de las cámaras de fabricantes de automotores y de los banqueros y asesor de empresas.

A finales de 1986, el entonces presidente Raúl Alfonsín lo convocó para encabezar el Directorio de Empresas Públicas, y un año y medio más tarde lo nombró en el primer cargo que le daría visibilidad política, como secretario de Turismo.

Desde entonces se volcó a la política. Al grueso de su carrera la haría de la mano de Fernando de la Rúa, con quien se afilió al radicalismo y del que se convirtió en hombre de máxima confianza. Tras haber pasado por el Congreso como diputado nacional, Olivera fue su compañero de fórmula en las elecciones del ’96, como candidato a vicejefe de Gobierno. Aquel año fue la primera vez que el jefe de Gobierno porteño fue elegido por voto directo (dispuesto en la reforma constitucional del ’94; antes, los intendentes eran designados por el presidente de la Nación). La fórmula De la Rúa-Olivera ganó la elección con el 40 por ciento de los votos.

De la Rúa se lanzó como candidato a presidente siendo jefe de Gobierno porteño. Al llegar a la Casa Rosada tras ganar las elecciones de 1999, Olivera lo sucedió en la Jefatura de Gobierno porteña hasta completar el mandato, a fines del 2000. No se presentó a la reelección, sino que fue por una banca en la Legislatura porteña. Durante el último año de gestión de la Alianza fue presidente del Banco Nación y titular de la Asociación de Bancos Públicos y Privados de la Argentina.

Tras la crisis del 2001, Olivera pasó del radicalismo al ARI. Con el partido de Elisa Carrió volvió a ser diputado, y en 2007 acompañó a Jorge Telerman como candidato a vicejefe de Gobierno porteño, compitiendo con Mauricio Macri. Una semana antes de las elecciones, Olivera recibió una falsa denuncia que marcaría el tramo final de aquella campaña a la Jefatura de Gobierno. La denuncia, presentada por el secretario de Deporte porteño, Daniel Bravo, acusó a Olivera de tener dos cuentas no declaradas, una por un millón seiscientos mil dólares y otra con medio millón. Días más tarde, el banco HSBC de Nueva York certificó que Olivera no tenía cuentas en ninguna de sus sucursales, pero la campaña sucia ya había logrado su objetivo.

Retirado de la política partidaria, hace dos años ganó las elecciones a presidente del Jockey Club, que tiene como socios a los más tradicionales apellidos de la aristocracia local y sigue prohibiendo el ingreso de mujeres.

Olivera tuvo cinco hijos y quince nietos. Sus restos fueron llevados ayer a la tarde a la Legislatura porteña, donde desde las cuatro de la tarde fueron velados en el salón Presidente Perón. Serán sepultados hoy en el Cementerio de la Recoleta, donde a las diez de la mañana se ofrecerá una misa en su recuerdo.