Carlos Fayt tiene alfombra roja en su despacho, como puede apreciarse en una foto que se sacó ayer con un grupo de dirigentes del macrismo que fueron a darle una distinción como personalidad de las Ciencias Jurídicas. El juez supremo aprovechó la ocasión para, fiel a su estilo, soltar un comentario de alto impacto: “Vivimos en una democracia, no en una monarquía, y este sistema democrático siempre nos mantiene en pie y nunca nos dejará caer”. Para cualquier desprevenido, será una frase más del decano de la Corte. Para quien recuerde el contenido del texto de la renuncia que presentó Raúl Zaffaroni la semana pasada, no. Entenderá que hay un mensaje de respuesta. “La vitalicidad de los funcionarios de la Constitución”, había dicho el penalista, “siempre es más adecuada a los sistemas monárquicos y, por ende, menos compatible con los principios republicanos”.

Zaffaroni lo decía para explicar su decisión de retirarse de la Corte a los 75 años, la edad jubilatoria que estipula la Constitución. Aunque al hablar de la “vitalicidad” no hizo nombres, se asoció la expresión con Fayt quien, a sus 96 años, sigue en la Corte gracias a un fallo que consiguió 15 años atrás. Las declaraciones de Fayt de ayer fueron reflejadas en un comunicado del vicepresidente primero de la Legislatura, Cristian Ritondo, que describió al decano de los jueces supremos como “una leyenda viviente del derecho político argentino”. “Nunca imaginé que la Ciudad iba a distinguirme con este honor”, afirma el comunicado que dio el juez. La distinción como “personalidad destacada” había sido votada en la Legislatura en junio de 2013 en base a una propuesta del legislador del PRO Daniel Lipovetsky, con apoyo de Unen y abstenciones del kirchnerismo. Aunque trabaja más en su casa que en la Corte, Fayt ayer estuvo en el Palacio de Justicia. El tribunal celebró el acuerdo de todos los martes, en ausencia de Zaffaroni. Sólo estaban los cuatro que quedarán cuando se haga efectiva su renuncia el 31 de diciembre: además de Fayt, Ricardo Lorenzetti, Elena Highton y Juan Carlos Maqueda. La reunión fue breve. Los jueces no resolvieron nada trascendente, pero toda la discusión pública en torno de la situación de la Corte, el número ideal de integrantes y la necesidad de nombrar a un reemplazante del penalista generan cierto malestar. Mientras Lorenzetti, presidente del tribunal, abona la teoría de que la Corte puede funcionar con cuatro jueces y que no hay apuro para que este gobierno nombre a un nuevo juez, su colega y vicepresidenta Elena Highton sostuvo en este diario que sería bueno que la administración actual proponga un nombre para cubrir la vacante y contar con los cinco miembros que establece la ley.

Lorenzetti suele enojarse cuando alguno de sus colegas muestra pensamientos distintos o fisuras dentro de la Corte. Aspira a que el cuerpo se muestre homogéneo y, desde el reciente fallecimiento del juez Enrique Petracchi, sostiene que la Corte no cambiará su línea y que puede funcionar con cuatro jueces. Highton, en cambio, explicó a Página/12 que esto es problemático. “Lo ideal es que la Corte esté completa”, dijo, porque cuando hay empate, “si bien se puede llamar a un conjuez para desempatar, el problema es que, al ser alguien ajeno a la constitución del tribunal, que cambie incluso según el caso, puede generar incertidumbre a la jurisprudencia”. Lorenzetti y Highton mostraron diferencias la semana pasada también en un fallo trascendente: el que eximió al diario La Nación del pago de impuestos por sumas millonarias, al prorrogar una cautelar. Lorenzetti integró la mayoría a favor de la empresa.