EL PAíS
El senador electo, Ricardo Bussi, reclamó la libertad de su padre
Pese al triunfo electoral, el bussismo no pudo movilizar para pedir la libertad del represor a quien el juez dictará la prisión preventiva.
Por Felipe Yapur
Desvelado y todavía con la resaca por los festejos del triunfo electoral que se extendieron hasta la madrugada, el senador electo Ricardo Bussi –el hijo del genocida preso, Antonio Bussi– exigió que la Justicia federal “no dé la espalda a los resultados de las urnas y deje en libertad a mi papá”. Sin embargo, más allá de los deseos del legislador, fuentes del tribunal local aseguraron a Página/12 que en la tarde de hoy el juez federal Jorge Parache dictará la prisión preventiva al represor. Mientras tanto, el derrotado electo senador por la minoría, Julio Miranda, masculla bronca y, ante los pocos colaboradores que le quedan, asegura que nunca olvidará “la traición” que sufrió y su dedo acusador señala tanto al gobernador electo, José Alperovich, como a buena parte de la conducción del PJ vernáculo.
Más allá del triunfalismo que reina en el bussismo, las malas noticias no dejan de llegar. Ayer el juez Parache rechazó el pedido de libertad interpuesto la semana pasada por el abogado Pablo Calvetti a favor de Bussi. El fiscal Emilio Ferrer entendió que no es admisible aducir el cumplimiento del Pacto de San José de Costa Rica para exigir la libertad porque éste “admite la prisión preventiva de los acusados en casos de delitos de lesa humanidad”. La resolución es un anticipo de lo que puede determinar el juez Parache esta tarde y que se transformará en la peor de las noticias para los seguidores de Bussi: la prisión preventiva.
A pesar de estas novedades, el hijo de Bussi pretende hacer valer su triunfo para torcer el trabajo del juez. “El resultado significa el apoyo unánime a mi padre que se encuentra detenido, por lo que considero que la Justicia no debe darle la espalda al resultado de las urnas”, insistió durante toda la mañana para luego disfrutar –tras un almuerzo con su padre– de una larga siesta. Pero el resultado electoral, más allá de los dichos de Bussi hijo, no es tan impresionante como se preocupa en resaltar. Si bien obtuvo 139.671 votos, el 33,78 por ciento de los sufragios, en realidad representa apenas el 15 por ciento del total del padrón electoral. En realidad, la prisión de Bussi no se tradujo en una avalancha de votos sino más bien que el proceso judicial logró retener el caudal de votos que había obtenido en los comicios para gobernador de junio pasado.
Los bussistas no lo dicen, pero la detención del genocida les permitió frenar el desbande que había comenzado a producirse tras la derrota de junio, cuando Fuerza Republicana quedó en un cómodo tercer puesto. Calvetti –una especie de kamikaze que dice lo que piensa el militar– advirtió que el resultado electoral “es un espaldarazo para el general”. Con respecto a la posibilidad de que no asuma como intendente, señaló que “nos están robando el municipio y esto es una contradicción del progresismo que representa Kirchner, ya que se está produciendo un golpe de Estado”.
Calvetti adelantó que si el PJ se queda con el control del municipio “la indignación de hoy puede transformarse en una pueblada”. Curiosamente, tras el triunfo el bussismo no pudo concretar la movilización que habían pergeñado algunos de sus dirigentes para trasladarse hasta su lugar de detención para exigir su libertad.
Por su parte, en el PJ, el todavía gobernador Julio Miranda se rehusó a ver la luz del día y permaneció en su residencia durante todo el día de ayer. El domingo perforó el piso histórico del justicialismo local en lo que respecta a elecciones para legisladores nacionales. Nunca el PJ había obtenido menos de 150.000 votos. El domingo apenas superó los 80.000.
Se niega a aceptar que la razón de su traspié reside en la peor de las gestiones del peronismo en 20 años. Durante su gobierno fallecieron decenas de niños por desnutrición, el sistema de salud colapsó y el desempleo trepó al 60 por ciento. Miranda acusa, y en parte con razón, al gobernador electo Alperovich como uno de los responsables de la debacle. “No nos ayudó, ni siquiera a pesar de que Kirchner se lo pidió”, lo escucharon quejarse. Asegura el perdedor que su sucesor controló el aparato partidario para que no actuara con la fuerza que requería la ocasión. Miranda sabe que el resultado le quitó toda posibilidad de retener la porción de poder que tenía en el justicialismo local. Ahora, el partido estará bajo control absoluto de Alperovich.
Sin embargo, y más allá de lo que cree el nuevo gobernador, la catastrófica derrota sufrida por el PJ también lo golpea. El Presidente había pedido apoyo para Miranda. Ahora Alperovich dejó al partido apenas con una de las tres bancas que tiene la provincia en el Senado. Las otras dos serán ocupadas durante seis años por el bussismo.