EL PAíS › BELLUSCIO AGRADECIO EL APOYO DE
LA GENTE Y CRITICO A ALVAREZ Y A LA POLICIA
“Este caso, señores, está saliendo mal”
El padre de Pablo hizo pública una nueva carta en la que destaca la solidaridad de la gente y los dichos de Kirchner y Beliz, pero critica al ministro Juan José Alvarez y al jefe Antisecuestros, Angel Casafús. Les reclama que “no den por terminado el caso” y se muestra agraviado por su festejo cuando apareció el chico. Dice que “la familia estuvo sola” y exige que aparezca el rescate para que no sea usado en otro secuestro.
Por Horacio Cecchi
El caso Belluscio ayer sumó una elocuente descripción del estado de ánimo de la familia de la víctima. La descripción corrió por cuenta de Alfredo Gustavo Roque Belluscio, padre de Pablo. Lo hizo a través de una extensa carta (se reproduce textualmente aparte), en la que repartió agradecimientos, almibaradas loas y durísimas críticas. Agradeció a amigos, familiares, medios de difusión, a los policías de la DDI que los acompañaron, y hasta a los divinos hilos celestiales que, según el padre, fueron los únicos que determinaron que su hijo regresara vivo. Las loas le correspondieron al presidente Néstor Kirchner y al ministro de Justicia, Gustavo Beliz. Los nombres de Juan José Alvarez, ministro de Seguridad bonaerense, y Angel Casafús, jefe policial de la investigación del secuestro, son los grandes ausentes en la primera parte de la carta, la de los elogios. A ellos les dedica durísimas críticas entre las que la “inacción” y el desamparo de la familia son apenas detalles. En el texto, Belluscio sospecha que el publicitado abrazo de Alvarez y Casafús, tras la liberación de Pablo, es un indicio de que habían dado por terminado el caso: “Que en lugar de festejar, pidan disculpas a nuestra familia”.
La carta fue dividida en 11 puntos. Los primeros siete, Alfredo Belluscio los dedicó a los agradecimientos. Empezando por la mano de Dios y las oraciones, pasando por la intervención de los medios, el apoyo de familiares y amigos, de un “equipo de tareas de trabajo pro salvación de Pablo con vida”, hasta un agradecimiento al pueblo argentino y a las gestiones de desconocidos, en los que parece aludir a diferentes familiares y víctimas de la inseguridad.
El octavo punto está dedicado casi exclusivamente a dar loas y agradecimientos a Kirchner y Beliz, por “confirmar este desagradabilísimo pero realista diagnóstico de la realidad”. El diagnóstico al que se refería Belluscio es al de la falta de seguridad y las sospechas sobre la Bonaerense. Diagnóstico que hace causa común con las recientes declaraciones de diferentes funcionarios del gobierno nacional, incluyendo al propio Presidente, que apuntaron sus cañones a las sospechas de participación de la Bonaerense en la mayor parte de los secuestros. Esas declaraciones fueron las que desataron el último fin de semana y los días siguientes una muy fuerte polémica entre el gobierno nacional y el provincial, a la que se sumó una buena cantidad de intendentes bonaerenses (respondiendo a las acusaciones de Beliz sobre la connivencia política con los grupos mafiosos).
Luego, Belluscio se dedicó a criticar muy severamente la actuación de Juan José Alvarez y Angel Casafús. Detalló que la familia estuvo absolutamente sola, sin ningún tipo de ayuda (“por nosotros mismos, solos y en medio de una inhumana tortura”), y abandonada “por impotencia” de las instituciones de la Nación. De alguna forma, la carta parece revelar el tortuoso origen de los fondos utilizados para el rescate. No mencionó cifras (Página/12 anticipó que se había tratado de 147.500 dólares), pero sí indicó que mientras soportaban que “estos perversos enviaban partes de nuestro hijo”, la familia debía sobreponerse para ocuparse del rescate y “liquidar a precio de feria americana los bienes que a una familia argentina llevó tantos años y generaciones de trabajo (...) todo para que finalmente unos tipos nos robaran los miembros de nuestro hijo y casi nuestros bienes frente a las narices mismas de los policías de investigaciones”. Belluscio sostuvo que la custodia policial en la casa familiar “irónicamente” era para custodiar que nadie robara el dinero destinado a los secuestradores. Dijo entender esa lógica, pero la consideró como un síntoma del estado de situación, “el más amargo ejemplo de desacierto colectivo”.
Luego subrayó que la obtención de los fondos surgió del esfuerzo familiar y de amigos, desmintiendo de esa forma versiones que señalaban que podrían haber provenido de las arcas provinciales. Después, se dedicó a criticar la “inacción” policial, entrando en una zona de difícil resolución ya que se supone que la familia pedía que la policía no interviniera en forma abierta. En parte, Belluscio pareció reconocer esa “inacción”, pero aclaró que su hijo “vino vivo solo”. De ese modo (y quedará subrayado en los párrafos siguientes), apuntó sus críticas a lo que parece el verdadero motivo de su carta: el posterior festejo público de Juan José Alvarez y Angel Casafús. “Asumamos la realidad –dijo después–, hubo una crueldad inhumana y atroz, nadie tiene derecho a decir ni debe decir que esto terminó y mucho menos que terminó bien. Este caso señores compatriotas está saliendo mal, el hecho maravilloso y milagroso de que Pablo volvió vivo, no significa de ninguna manera que este caso terminó. Esto recién empieza.” Se refería a las declaraciones públicas de Alvarez y Casafús. Y agregó que el monto del rescate se debía recuperar para evitar que ese dinero continuara financiando el crimen. Pero, además, reclamó crudamente que, si es encontrada, “la plata no se debe perder en el camino”.
Respondiendo a las críticas, Juan José Alvarez dijo a Página/12 que “es justo que nos hayamos puesto contentos, porque el chico apareció con vida. Tenemos a tres de los pesados de la banda. Falta mucho, pero tenemos a tres de los pesados”. Por su lado, Casafús no aceptó hablar. Simplemente insistió: “Seguimos trabajando. Seguimos trabajando”.
En coincidencia con el diagnóstico del investigador de la Federal, Carlos Sablich (ver aparte), para Belluscio el caso fue una derrota. El festejo de la Bonaerense pareció sacarlo de quicio. “Me resisto a creer que estos hombres (por Alvarez y Casafús) den por terminado el caso”, sostuvo. Y concluyó con una frase lacónica y descriptiva: “Que en lugar de festejar pidan disculpas a nuestra familia”.