EL PAíS › EL SUPREMO ADOLFO VAZQUEZ HIZO SU DESCARGO ANTE LA COMISION DE ACUSACION
“Hay un conato de golpe institucional”
Acompañado por su abogado, el ministro de la Corte Adolfo Vázquez acusó a los diputados de haberlo convertido en un “perseguido político”. El dictamen acusatorio estará listo una vez que termine el proceso contra su colega de mayoría automática Moliné.
Por Felipe Yapur
Al igual que el supremo tenista suspendido Eduardo Moliné O’Connor, el ministro Adolfo Vázquez decidió dar pelea en el juicio político que se abrió en su contra. La estrategia elegida por el amigo de Carlos Menem fue invertir los cargos. Así, decidió acusar a la comisión parlamentaria de ser el brazo ejecutor de un “golpe de Estado” que lleva adelante el Poder Ejecutivo para “imponer una corte adicta”. Leyó un largo texto plagado de adjetivos calificativos donde se autodefinió como “un perseguido político”. Los diputados no respondieron a la provocación. Se limitaron a escuchar y recibir el descargo. Trascendió sí que el dictamen acusatorio estará listo para llegar al recinto una vez que el Senado defina la suerte de su colega, el supremo tenista suspendido, Eduardo Moliné O’Connor. Juicio que se definirá durante la primera semana de diciembre.
Vázquez llegó puntual a la reunión especial de la Comisión de Juicio Político. La cita en realidad era el jueves pasado, pero se suspendió por el debate del Presupuesto 2004. El cortesano se presentó serio y reconcentrado. A su lado se acomodó su abogado defensor, Virgilio Loiácono. Detrás de los periodistas, una decena de seguidores de Vázquez –muchos de ellos ahorristas– se apretujaron dispuestos a darle apoyo al magistrado menemista.
El cortesano cumplió con su palabra de realizar el descargo en persona, a diferencia del año pasado, cuando se limitó a entregar el escrito de su defensa. Clavando su mirada en las hojas que luego puso en las manos del presidente de la comisión, el justicialista Ricardo Falú, el magistrado leyó sin siquiera saltearse una coma del texto.
No sólo dejó sentado el desagrado que le produce presentarse ante los diputados, sino que además advirtió que jamás pensó en renunciar para acogerse a los beneficios de una jugosa jubilación, “cuyos trámites tengo de larga data culminados”. Más allá de la afirmación, el supremo confirmó ese dicho popular que dice que los años no vienen en vano cuando dejó traslucir cierta falla en su memoria. Y es que dijo que el cargo vitalicio de que goza se lo delegó la República y “no un mero Poder Ejecutivo de turno”. Vázquez parece no recordar la carta de agradecimiento que le remitió a su “amigo” Carlos Menem luego de que lo designaran en el tribunal.
Mientras el cortesano leía su texto plagado de adjetivos calificativos, los diputados lo miraban con displicencia. Nadie emitió siquiera un sonido gutural cuando el cortesano destacó la supuesta conducta dócil de los legisladores ante el “conato de golpe de Estado institucional mediante la usurpación, por parte del PEN, de las competencias que la Constitución nacional atribuye a otro poder”.
Negó de manera rotunda la posibilidad de que hubiera formado parte de una mayoría automática. Aseguró que ésta jamás existió y que se utilizó ese calificativo para “interferir” en la tarea de Corte. Mientras Vázquez leía, Loiácono gozaba. Es que buena parte de la autoría de ese texto le correspondía, fruto de su dilatada experiencia en la función pública, donde ocupó puestos estratégicos como la Secretaría Legal y Técnica durante la gestión de Fernando de la Rúa y la Secretaría General de la Presidencia entre 1976 y 1978, puesto que ocupó con la venia del entonces caudillo radical Ricardo Balbín.
Vázquez no tuvo problemas cuando leyó. Trastabilló cuando abandonó el papel y se refirió a los cargos que pesan en su contra. Los nervios lo traicionaron. No sólo cometió furcios, sino que además confundió las causas. Habló de Meller y Macri casi sin diferenciarlas y cuando se refirió a las sanciones a los jueces Héctor Magariños y Haydeé Dragonetti de Román dijo que “lo volvería a hacer y de ser posible sería más severo”.
Pero ni siquiera la referencia final a un párrafo del Preámbulo de la Constitución alcanzó para conmover a los diputados. Sólo la decena deseguidores que presenciaron el encuentro vivaron al devaluado juez. Afuera, en tanto, una veintena de ahorristas lo esperaba. Empapados por la lluvia, le dieron su último aliento. Falú dejó que el acusado se retirara para luego destruir su estrategia: “No hubo elementos novedosos en la defensa para que alteren el criterio de acusación que será similar al que se está utilizando con Moliné”.
Los diputados de la comisión hablan con cautela, pero prácticamente está todo definido. Trascendió que el dictamen acusatorio estará listo para fines de noviembre, pero esto no implica que será depositado inmediatamente en el recinto de la Cámara baja. La intención de los legisladores es que el cuerpo decida sobre el futuro del proceso a Vázquez una vez que el Senado destituya o no a Moliné. “Sucede que si Diputados aprueba la acusación, necesariamente se debe incorporar al caso de Moliné, por lo que ese juicio se dilataría”, confió a este diario un legislador del PJ. La definición del caso del supremo tenista está prevista para la primera semana de diciembre, recién después llegará el turno de Vázquez.