Martes, 22 de marzo de 2016 | Hoy
EL PAíS › EL EX PRESIDENTE DE LA CáMARA DE DIPUTADOS, JULIáN DOMíNGUEZ, SOBRE EL ACUERDO CON LOS FONDOS BUITRE
Domínguez se muestra en contra del acuerdo aprobado en Diputados, aunque no critica a los peronistas que lo votaron. Desmiente estar trabajando junto a Urtubey y plantea que es fundamental un triunfo del PJ en Buenos Aires.
Por Nicolás Lantos
Julián Domínguez es una de las decenas de miles de personas que se quedaron sin trabajo en la Argentina después del 10 de diciembre, aunque su caso, obviamente, es particular. Ex presidente de la Cámara de Diputados, este abogado de 52 años, oriundo de Chacabuco, decidió el año pasado apostar todo: podría haber optado por cuatro años más en su banca de legislador pero prefirió disputar la interna del peronismo para ser gobernador de la provincia de Buenos Aires. La campaña, que lo enfrentó al ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández, viró hacia terrenos pantanosos y tuvo consecuencias que repercutieron en la elección nacional en la que el Frente para la Victoria perdió el gobierno. Ahora, tres meses más tarde, desde una oficina en el microcentro, Domínguez prepara su regreso. “Si el peronismo no gana la provincia de Buenos Aires en el 2017 no puede recuperar el país en el 2019”, diagnostica. De impecable traje y corbata, como si todavía pudieran llamarlo de un momento a otro para avisarle que debe bajar al recinto, recibe a Página/12 para una entrevista en la que critica con dureza la posición negociadora de un sector del PJ en lo que respecta a fondos buitre, niega estar trabajando junto al salteño Juan Manuel Urtubey y asegura que la conducción del peronismo deben asumirla “aquellos dirigentes que ganaron sus elecciones” el año pasado.
–No se trata de tomar una posición aislada sino que lo que pienso está en el camino de lo que sostuvo Néstor Kirchner al reestructurar la deuda en 2005 y 2010 y en la resolución de todos los conflictos que la Argentina fue teniendo a partir de eso. Sabíamos que la última etapa era negociar con los bonistas que habían judicializado su planteo. Y nosotros no estábamos dispuestos a pagar lo que pedían los fondos buitre por una sencilla razón. Como dijo Néstor, uno debe tomar solamente compromisos que pueda cumplir, y la Argentina no puede cumplir los compromisos que se aprobaron la semana pasada. La visión que yo tengo es que hicimos la peor negociación. Mejor dicho, no fue una negociación sino una aceptación del reclamo. Hubiese deseado una negociación más inteligente y más conveniente a los intereses de los argentinos. Tengo la certeza que el resultado de esto lo que va a generar es compromisos que no se van a poder pagar, lo que va a generar a su vez mayor endeudamiento.
–Hubiese votado con la posición del bloque al cual siempre he pertenecido y del que sigo sintiéndome parte. Nosotros tuvimos el año pasado un triunfo diplomático contundente cuando logramos que la ONU adopte los principios de reestructuración de la deuda en una votación donde tuvimos el apoyo de 144 naciones. Yo supongo que esas naciones deben estar diciendo “¿qué les pasa a los argentinos?” No se trata de dogmatismo sino de cuidar los intereses de la Nación. No logré que nadie me explique cuáles son los beneficios que trae esto a la Argentina. Por otro lado plantean “esto o un ajuste brutal”. Tener una devaluación del 60 por ciento, ¿no es un ajuste brutal? Tener un incremento del costo energético de casi el 600, 700 por ciento, ¿no es un ajuste brutal? Negociar paritarias bajo la espada de Damocles del desempleo, ¿no es un ajuste brutal? Cerrar la moratoria previsional, ¿qué es? Es poco inteligente aceptar la dicotomía que es esto o el abismo. Recordemos aquella frase de Kirchner: “Los muertos, en el cementerio, no pueden honrar sus deudas”.
–Lo que hicimos fue expresar nuestra posición sobre lo que sabemos es una hipoteca del presente y del futuro. Si alguien me demostrara que esto nos va a traer beneficios serios y concretos para el desarrollo nacional, la industria, la pequeña y mediana empresa, la protección social de los argentinos, la mejora de la capacidad exportadora, la mejora en la competitividad de la producción... pero yo tengo la certeza de que esto es contrario a todos esos objetivos y si no hay industria, si no hay pequeña y mediana empresa, no hay soberanía. Ahora, yo no tengo el peronómetro de nadie y corremos el riesgo de convertirnos en una secta si nos cerramos. La política debe tener la capacidad de lo diverso, y después la gente es la que juzga a sus dirigentes por sus acciones. El peor error es profundizar un sectarismo que nos aísla.
–Creo que todos compartimos esta visión sobre la reestructuración de la deuda, después cada uno elige la posición que cree correcta. Las posiciones políticas de cada uno, cada uno sabrá los fundamentos que tiene para sostenerlas. Cada uno vota lo que cree que es lo mejor en cada momento para la Argentina.
–Cuando viajé a Washington junto con diputados y senadores para ver este tema lo que nos llamó la atención fue ver cómo los fondos que litigaban contra la Argentina habían aportado fondos a las campañas de los legisladores que nos recibían para convencernos de lo conveniente de pagarles a ellos. Ahí nos dimos cuenta de que no era un tema económico sino de naturaleza política y que el problema era con todos los países que intentaban construir un sendero de desarrollo en América Latina. Este es el triunfo de esos intereses, contrarios al desarrollo de la Argentina.
–La política exterior está vinculada a la política interna y a la representación de intereses económicos de una nación. Nosotros siempre buscamos desarrollar vinculación con aquellos países que nos podían comprar lo que nosotros producíamos y que nos podían proveer lo que necesitábamos para tener un desarrollo científico y tecnológico autónomo. La política exterior no debe ser algo lineal, porque no son lineales los intereses económicos de una nación. Lo otro es dogmatismo. Buscan tener relaciones con quienes no quieren tener relaciones con nosotros, los que hacen con nosotros todo lo contrario que lo que dicen que debemos hacer. Los que hablan de libre comercio son los que cierran la puerta a nuestra carne, a nuestros cereales, a nuestro valor agregado. La política exterior no puede estar desvinculada del interés económico del pueblo argentino, de la industria y de la producción. Hubo un cambio geopolítico en la posición de la Argentina, que nos desvincula con la producción y con el desarrollo.
–Soy muy amigo, como soy amigo de infinidad de dirigentes, pero hoy cada uno tiene que armar su propio territorio, su propia realidad. Yo soy un militante de la provincia de Buenos Aires. Si nosotros no logramos parecernos a nosotros mismos, representar los intereses de nuestra gente, estamos perdidos. Y si el peronismo de la provincia de Buenos Aires no logra sortear con éxito este tránsito complejo, si no logramos volver a los intereses que cada uno representa, a las ciudades, al interior, a los productores, al movimiento obrero, a las universidades, si no logramos representar eso, difícilmente podamos tener éxito electoral en la provincia de Buenos Aires. Y si el peronismo no gana en el 2017 la provincia de Buenos Aires, veo difícil el futuro. Por eso cualquier cosa que nos aleje de discutir ser la mejor expresión del presente, de nuestros propios intereses, nos aleja del propósito principal.
–Creo que el principal aporte a esta discusión lo tienen que hacer los dirigentes que han ganado su distrito. Para poder ser representativos más allá de nuestros distritos primero tenemos que representar los intereses de nuestros distritos. Lo más conveniente entonces es que los intendentes, los gobernadores, los que conducen parlamentos provinciales y tienen legitimidad de su territorio, ellos sean los que vayan ordenando el camino que sea más conveniente para ir normalizando el Partido Justicialista.
–Me parece que dar una discusión partidaria ahora sería parecernos mucho a lo que siempre hemos criticados. Nosotros no somos, en nuestra concepción, partidarios de la partidocracia liberal. Nosotros creemos que la conducción política partidaria es producto de una convergencia de intereses sociales y políticos, por eso nos definimos como un movimiento nacional. La fecundidad está en la conducción del movimiento, en recuperar una fuerte impronta frentista, más allá de los formatos partidarios. Si no, vamos a ser un cuerpo sin alma, sin convocatoria.
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