Viernes, 29 de julio de 2016 | Hoy
EL PAíS › EL IMPACTO DE LA REPRESION Y LA INTERVENCION DE 1966, BAJO LA MIRADA DE DOS MILITANTES ESTUDIANTILES DE LA EPOCA
Como parte de las jornadas organizadas por la UBA, Oscar Reali y Sergio Rodríguez recordaron y reflexionaron sobre el clima político y académico que se vivía en la universidad y sobre los efectos que tuvo la Noche de los Bastones Largos.
“Fue un golpe muy duro para la universidad, porque la universidad estaba tomando un nuevo rumbo, modernizándose e invirtiendo en conocimiento. Las renuncias y la persecución cortaron ese camino”, dijo Oscar Reali, que en 1966 era estudiante de Ciencias Económicas. Ayer participó del panel sobre “El movimiento estudiantil en tiempos de la Noche de los Bastones Largos”, uno de los múltiples espacios de debate y reflexión enmarcados en las jornadas organizadas por la UBA a 50 años de la represión policial y la intervención que marcaron la historia de la institución, y que sellaron la renuncia de más de 1300 profesores e investigadores. Las actividades comenzaron por la mañana en el Colegio Nacional Buenos Aires y continuarán durante el día de hoy (ver nota aparte).
“La juventud tenía un peso muy destacado en ese tiempo, la politización era enorme. Nosotros habíamos tenido mucho peso en la elección de Julio Olivera (fallecido recientemente, fue rector entre 1962 y1965) e Hilario Fernández Long” (rector desde 1965 hasta que renunció tras la intervención de 1966), recordó Sergio Rodríguez, que fue presidente del centro de estudiantes de la Facultad de Medicina y militaba en las filas del Partido Comunista.
El otro expositor, Reali, contó que militaba en el humanismo, “un movimiento fundado en la década del 50, que era de inspiración cristiana y buscaba la trascendencia de la vida del ser humano; pero sin responder a la iglesia ni a ningún partido”, explicó. Reali dijo que llegaron a ser “de masas”, mucha gente los apoyaba. “Nosotros también llevamos a Olivera como rector.”
Ambos coincidieron en que la época era un “caldo de cultivo” que estalló con la represión de aquel 29 de julio de 1966. Y en que esa noche agudizó las tensiones preexistentes.
Rodríguez recordó un episodio donde estaban el decano interventor de Medicina junto a otro docente reconocido (prefirió no revelar el nombre) que se integró como funcionario a pesar del golpe, cuando llegaron él y otro estudiante y empezaron a reprocharles algunas acciones, vociferando que debían irse. “Hasta que la discusión subió de tono, pero sólo gritos, así que llegaron muchos estudiantes más, y querían tirar por la ventana a los dos, pero los frenamos.” La cuestión no terminó ahí, porque luego apareció la guardia de infantería: “Y resolvió la situación por otros medios”. El público, gente adulta la mayoría, rió tragicómicamente.
Consultado sobre la relación entre el golpe de Onganía y el que había derrocado a Perón en 1955, Reali respondió que “fueron dos hechos distintos, pero hubo continuidades. Sobre todo la resistencia frente a las dictaduras, la organización de las bases y la juventud”. En sintonía, el ex militante del PC opinó que “también hay que entender el panorama internacional. La Revolución Cubana tuvo un gran efecto, sobre todo en los más jóvenes, muchos dejaron todo y se fueron a combatir al monte, pero una gran parte (en la que se incluyó), con una perspectiva más leninista, prefirió activar en las ciudades, sobre todo en las grandes urbes, para cuando se dieran las condiciones poder tomar el poder”.
En particular sobre la Noche de los Bastones Largos, Reali consideró que “fue un golpe muy duro para la universidad, porque la universidad estaba tomando un nuevo rumbo, modernizándose e invirtiendo en conocimiento. Las renuncias y la persecución cortaron ese camino. A partir de allí se desmantelaron equipos de investigación enteros, se fueron cientos de docentes de una calidad invalorable”. Aunque sobre el exilio de muchos docentes renunciantes, el ex estudiante de Económicas matizó: “Hubo una sobredimesión de esos exilios, que para mí son difíciles de comparar con los de 1976, porque además algunos ya estaban previstos desde antes de esa noche de represión”.
Reali narró las históricas disputas “entre las computadoras de las Facultades de Ingeniería y Ciencias Exactas, que jugaban partidas de ajedrez, aunque siempre ganaba la de Exactas porque tenía más memoria”. El recuerdo le sirvió para graficar que esa facultad era la “punta de lanza de la modernización en la UBA”.
“Fue llamativo que no surgieran nuevas corrientes luego de esa noche, porque si bien fue un hecho de mucha repercusión, no fue masivo; impactó pero no generó cambios en las bases. Al tiempo aparecería la Franja Morada, pero no hubo ningún otro cambio sustancial”, opinó Reali.
Para Rodríguez había otra discusión que también atravesaba al mundo universitario, la de la “calidad académica o compromiso social”. Que, subrayó, eran dos perspectivas que confrontaban permanentemente. “Reflexionar sobre si el cientificismo no alejaba a los universitarios del pueblo, de la calle. Un debate que nunca se saldó”.
Informe: Gastón Godoy.
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