EL PAíS › KIRCHNER EN ESPERANZA, SANTA FE
Acto pasado por agua
El Presidente llegó a esa ciudad santafesina con veinte millones para obras. Entre el público estaban vecinos inundados por el río Salado, que protestaron por el destino de la ayuda.
Por M. P.
Desde Esperanza, Santa Fe
“¡Queremos a los responsables, el agua no tuvo la culpa!” El grito partió desde la primera fila, donde se encontraba un grupo de santafesinos que sufrieron la inundación del río Salado. Envueltos en una bandera que decía “Carpa Negra por la Memoria y la Dignidad”, los inundados irrumpieron con sus gritos en medio del acto que Néstor Kirchner encabezaba en esta ciudad de la “pampa gringa”, uno de los puntos de mayor producción agropecuaria del país. El episodio volvió a demostrar que la situación en la provincia de Santa Fe sigue siendo tensa, que los afectados por la subida del río creen que la ayuda del Gobierno no llegó a su destino y que todo se complica por la interna –aún latente– con el ex gobernador y hoy senador Carlos Reutemann.
Era la segunda visita de Kirchner a Santa Fe en diez días. Tanta asiduidad había llamado la atención. Algunos la adjudicaban al deseo de superar el cruce con Reutemann por la ayuda a los inundados. En su rol de anfitrión, el gobernador Jorge Obeid la había destacado al presentar al Presidente. “Gracias por las obras que ha traído para Santa Fe”, le dijo desde el micrófono. Acompañado por los ministros Aníbal Fernández (Interior), Julio De Vido (Planificación) y Ginés González García (Salud), Kirchner había llegado con un paquete de ayuda consistente en 20 millones de pesos para obras públicas y un auxilio de 100 mil pesos de Aportes del Tesoro Nacional (ATN) para que la comuna terminara una planta de tratamiento de basura.
En la visita, Kirchner visitó la empresa Sadesa, una curtiembre que emplea a un porcentaje muy alto de la población de lugar. Allí recorrió las instalaciones –los gerentes hicieron arrancar enormes cilindros que procesan hasta 600 cueros por día– mientras los obreros y las obreras –entre las que predominaban las rubias de ascendencia europea– hacían esfuerzos por tocarlo o sacarse fotos con él. “Se nota que acá hay otras características faciales”, decía un ministro con lenguaje médico, mientras miraba con cierta admiración a las chicas que llevaban su overol con bastante coquetería. La inmigración europea es incontrastable en esa zona. El propio Kirchner recordó que su abuela y su bisabuela –cuya familia venía del centro de Europa– habían vivido en Esperanza.
Pero lo que se llevó todos los comentarios fue la protesta de los inundados que lo esperaban frente a la curtiembre. Allí, sobre una calle angosta en las afueras de la ciudad, se había instalado un palco para que Kirchner entregara los fondos y hablara ante la multitud. Pegados a las vallas, unos diez vecinos que integran la Coordinadora de Barrios Inundados comenzaron a gritar contra Obeid (“¡Insensible!”, le decían), mientras el gobernador comenzaba a hablar. Enseguida, Obeid le planteó a Kirchner que la reparación a los inundados era “el único tema que desborda a Santa Fe”. Entretanto, los afectados se veían indignados y decían que la ayuda anterior no había llegado. “Si alguien les quiere hacer trampa, avisen para desarmar juntos la trampa”, les prometió.
El Presidente aprovechó el acto ante la multitud –compuesta por afiliados de Luz y Fuerza y militantes del PJ santafesino que levantaban pancartas con la sigla “O.K.” por “Obeid Kirchner”– para criticar a quienes “miran con la nuca el sufrimiento de los argentinos”. “No pasa por actitudes cerradas o patoteriles, como dicen algunos que son muy educados, pero que de tan educados se pasaron entregando y endeudando a la Argentina por años”, cuestionó sin dar más precisiones de quiénes se trataba.