EL PAíS › COMO ES LA EXPERIENCIA COOPERATIVA EN EUROPA
Comercio internacional “justo”
Harold Pichi es integrante de la cooperativa italiana Chico Méndes, que organizó la primera exportación de productos argentinos a Milán. “En Europa el ‘comercio justo’ tiene 30 años de historia. Nació a mediados de los ‘60, con la propuesta de otra forma de relación entre los países ricos y los países pobres. Su idea fue impulsar una economía alternativa, solidaria, conectando a productores sociales marginados con consumidores de las economías favorecidas. La red de comercio justo toma como criterio base que esta relación sea transparente. Se busca para los productos un precio justo, que no necesariamente es más barato que el de mercado, y se entrega con cada producto una historia de cómo fue elaborado. Los consumidores críticos, responsables, llegan así a los productos de la economía social. Los compran por motivos diversos: para apoyar los emprendimientos en parte, y en muchas ocasiones porque se trata de bienes de mayor calidad: alimentos que no tienen químicos, por ejemplo, que no reemplazan a las materias primas por esencias o saborizantes.”
–¿Qué desarrollo tiene allá el comercio justo?
–En los últimos cinco o seis años hubo un gran crecimiento. El comercio justo, como movimiento, está pasando a convertirse en un actor económico, que ya tiene un número en la macroeconomía, un número muy pequeño, pero que existe. Hasta hace unos años era nada más un movimiento político.
–¿Qué productos venden?
–Hay dos grandes ramas, la de artesanías y la alimentaria. Una trabaja con productos de todo tipo y considera artesanías también a los textiles. En ese rubro se están haciendo alianzas de productores de algodón orgánico con tejedores. En lo alimentario el café es un clásico, ya que el movimiento nació comercializando el de los productores de Nicaragua y México, y se completa con otros productos básicos como la miel, todos los derivados del cacao, cereales. Y hay productos elaborados en Europa por problemas de proteccionismo. En Italia se compra harina de quinua o harina de trigo orgánico a productores con la que se hacen pastas.
–¿Se vende algo argentino?
–Muy poco, se están haciendo las primeras experiencias. En Navidad nuestra cooperativa hizo una prueba piloto con las artesanías de la cooperativa Arte y Esperanza, que trabaja con productos de las comunidades indígenas. Importamos tejidos, madera tallada, cerámica, platería que fueron distribuidas en las diez tiendas de la cooperativa en Milán.
–¿Cómo se hace el vínculo entre productores y comercios?
–De manera un poco aleatoria, porque los productores buscan a las organizaciones o porque las organizaciones buscan productores.
–¿La única forma de relación consiste en exportar?
–No, ahora se está trabajando en proyectos para apoyar el desarrollo del comercio justo en los países de origen de la mercadería, es decir para favorecer la apertura de tiendas solidarias. Eso se está probando en la India y ahora en la Argentina.
–¿Qué le ofrece al consumidor el movimiento de comercio justo?
–La seguridad de que el producto está hecho bajo normas de sustentabilidad social y ecológica. Se garantiza buen pago, un contrato a largo plazo con los productores, que los productos no se fabriquen con trabajo infantil, se respeten los derechos de los trabajadores, que las organizaciones de productores sean democráticas y que no se dañe el medio ambiente.