EL PAíS
“Pateando el plan para el costado todo lo que se logra es negativo”
Por Victoria Ginzberg
El constitucionalista Daniel Sabsay, que encabeza la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y es asesor de la intervención en Santiago del Estero, no cree que haya que descartar los proyectos sobre reforma judicial que forman parte del plan presentado durante la gestión de Gustavo Beliz. “Me parece una pérdida que no se discutan”, afirma. Sobre la polémica iniciativa de unificar el fuero federal con la Justicia ordinaria de la Capital Federal, dice que es un “tema opinable” pero con un “objetivo loable”. Lamenta, sobre todo, que se dejen de lado las modificaciones del Consejo de la Magistratura y el jurado de enjuiciamiento, que apuntaban a despartidizar al primero y a achicar el segundo.
–¿Le parecían positivas en términos generales las propuestas que se hicieron durante la gestión de Beliz sobre reforma de la Justicia?
–Sí. Se pretendía redefinir ciertos artículos como la asociación ilícita para que no quedara fuera de su alcance, como lo decidió la Corte en el caso de (Carlos) Menem, la posibilidad de que los funcionarios públicos puedan cometer ese delito. Tenía varias cosas positivas.
–¿Qué piensa sobre la unificación de fueros?
–Es un tema opinable, que hay que ver cómo se hace. Pero sin duda hay un objetivo loable, que es evitar las superposiciones y los problemas de competencia que siempre producen una dilación enorme de la Justicia.
–Una de las críticas que se le hacía al proyecto era que implicaba, al menos en una primera instancia, más demoras.
–Todo depende de cómo se haga. Puede ser que la adecuación produzca demoras, pero el hecho de que un cambio exija algún esfuerzo no implica que a la larga no redunde en un gran beneficio.
–Otra de las críticas era que el proyecto no era constitucional.
–Eso depende de cómo se haga. Hay que analizarlo y ver qué alcance se le da.
–¿Le parece una pérdida que no se concrete el plan?
–Es una pérdida que al menos no se estudie. Ahora seguimos con el mismo problema, nadie se sienta a estudiar el tema. Es el temor a cambiar algo. Desde ese solo punto de vista ya me parece una pérdida.
–¿Hubo una reacción desmedida por parte de los jueces federales que se resistían a la unificación de fueros?
–Sin ninguna duda. En mucho de estos temas hay reacciones epidérmicas más del tipo corporativo que realmente fundadas en razones jurídicas profundas. Me recuerda un poco lo que se produce cuando la Justicia nacional de la Capital Federal no quiere ser trasladada a la esfera de la Ciudad de Buenos Aires, que es lo que debería producirse.
–De hecho una de las críticas a la unificación de fueros era que los juzgados ordinarios debían pasar a la ciudad y no convertirse en federales, como se pretendía.
–Bueno, si uno se ponía a trabajar, esto, que es un corolario de haber presentado el problema, hubiera surgido y probablemente se le hubiera encontrado esa salida. Lo que es negativo es que esto congela el debate y toda posibilidad de cambio. Si se hubiera discutido y trabajado seriamente en el Congreso, se hubiera llegado a algún tipo de solución. A partir de esta suerte de patearlo para el costado, todo lo que se logra es negativo.
–¿Qué pasa con la reforma del Consejo de la Magistratura y el jurado de enjuiciamiento?
–Allí sí se proponían cambios que desde hace mucho considero necesarios. Tanto el redimensionamiento del número de los miembros del Consejo, como una distribución correcta de las atribuciones en relación con la Corte Suprema y un mejor funcionamiento de las comisiones iban en el sentido más positivo para revalorizar y mejorar al organismo, que empieza a manifestar serios problemas. La despartidización de su membresía, en tanto se proponía que quienes fueran los representantes del Congreso fuesen juristas designados, era muy positiva y la primera vez que desde sede política se proponía una cosa así, ya que nunca se quiso perder esa posibilidad de superponer una bancada dentro del Poder Judicial, lo cual a mi modo de ver es inconstitucional y absolutamente inconcebible.
–Y parece ser una de las cosas que más rápidamente dejó de lado el Congreso.
–Esto me da la razón. Lo mismo respecto al jurado de enjuiciamiento. Como está concebido no sirve e implica un gasto exorbitante. Hay que disolverlo y armar un sistema de jury ad hoc tal como existe en algunas provincias. Estos dos proyectos, tanto lo que se proponía para el Consejo como para el jurado eran óptimos, es lamentable que se retiren. Espero que se refloten, ya que había algunos proyectos en el mismo sentido por iniciativa legislativa.
–Algunos jueces, sobre todo los federales, se quejaban de la “falta de diálogo” con el Poder Ejecutivo sobre el proyecto de reforma judicial. ¿Le pareció correcta la forma de proceder del ex ministro?
–Es una manera de ver las cosas. Me sorprende porque a la Mesa de Justicia del Diálogo argentino, la cual he integrado, así como también a los talleres que se hicieron en el marco de esa mesa, asistieron muchos magistrados. Los que asistían, que eran magistrados de muchísimo nombre, informaban al resto de sus colegas. Todos estos temas han sido muy discutidos. Son temas tan manidos que volver, antes de hacer una reforma, a consultar y discutir es un pretexto para seguir creando comisiones y no reformar nunca. Esto está sobrediscutido.
–En el fuero federal se hablaba de una falta de diálogo en general.
–Es probable que Beliz haya tenido una actitud, sobre todo en sus declaraciones, muy confrontativa, que podía generar una irritabilidad. Eso no le facilitaba el diálogo. Son estrategias. Si uno quiere reformar y tiene que hacerlo con los protagonistas que son los que está criticando, tal vez la aproximación tendría que ser otra. Pero son estilos.
–¿No era mejor remover a los jueces que se consideraba que debían ser removidos antes de cuestionar a todos?
–Mucha de la traba que hubo en ese sentido depende del Consejo de la Magistratura, sus características y su modo de tomar las decisiones, y la oscuridad con que se toman.