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Secuestros y política, un inestable equilibrio

Apoyado en su renovada alianza con la Casa Rosada y en un mayor juego político en la provincia, el gobernador Solá avanza con una serie de reformas. Pero la inseguridad tiñe el escenario.

 Por Sergio Moreno

“No se puede hablar de relanzamiento cuando hay gente secuestrada”, dice el gobernador bonaerense Felipe Solá. La semana que pasó, el mandatario tuvo dos gratificaciones: la primera fue el apoyo no menor del presidente Néstor Kirchner a su gobierno y a su ministro de Seguridad, León Arslanian, en medio de una virulenta avanzada mediática en su contra; la segunda, la aplastante aparición del mencionado ministro en el programa propalador del pensamiento de Juan Carlos Blumberg y de las posiciones más draconianas en materia de seguridad. Así y todo, Solá entiende que para poder competir en dicha carrera, hay que tener largo aliento. “Con un secuestro de por medio, todo puede ensombrecerse en cuestión de segundos”, reflexiona.
“Vos y yo podemos hablar de todo lo que queramos, pero además están los secuestros”, abrió, la semana pasada, el gobernador su conversación con Kirchner. Solá salió contento de esa reunión, realizada en la Casa Rosada momentos después del abrazo que le dio el Presidente a Arslanian. Su sintonía con el gobierno federal es acaso la más fina desde hace un año y medio; la crisis de los secuestros, que obligó a Kirchner a sumergirse de lleno en el problema de la seguridad en el Conurbano, es lo suficientemente influyente en el estado de ánimo de los habitantes del área metropolitana para cambiar los escenarios políticos en un tris. Ambos, Kirchner y Solá, cayeron en esta cuenta.
El gobernador tiene una mirada oscura respecto de la resolución del fenómeno. “Es lento, largo y requiere de la recomposición del tejido social en el Conurbano”, suele reflexionar. Mientras que el jefe de su distrito, Eduardo Duhalde, llama a las Fuerzas Armadas a participar en la seguridad interior, el gobernador redobla su apuesta por la labor de su ministro Arslanian.

Tensión

Respecto de Duhalde, Solá sigue haciéndose preguntas. “No sé qué quiere. Dice que se retira y acepta presidir el PJ provincial, un partido anquilosado, va al acto de los gordos de la CGT, habla como invitado central, no lo entiendo”, cavila.
Es que la situación, si bien aparenta estar en calma, puede descomponerse. Solá obtuvo una ganancia módica cuando se armaron las listas para la elección interna partidaria. Consiguió que muchos hombres que dicen responderle ingresen a las listas duhaldistas sin llegar a la confrontación.
Pero como no todo lo que reluce es oro, el duhaldismo más cerril está intentando modificar la cantidad de delegados por sección electoral de las listas: hasta ahora se elegían cuatro delegados pero ahora proponen que sean cinco, con lo cual ingresaría el primer suplente en ese quinto sitio en que, ¡oh, casualidad! son todos duhaldistas. “Si concretan eso, los voy a enfrentar, no lo voy a tolerar”, se enoja Solá, que sigue con atención el devenir del más importante distrito del Conurbano, La Matanza, donde seguramente habrá confrontación. “Yo voy a apoyar a (Alberto) Balestrini”, dijo el gobernador a sus escuderos, la semana pasada.
Para la concreción de las listas de marras, el gobernador habló en una oportunidad con Duhalde y dejó en manos de su ministro de Gobierno y operador político, Florencio Randazzo, el armado. “Desde que Randazo es ministro de Gobierno, la gestión y la política ha mejorado sensiblemente; Randazzo hace política”, dicen en el gabinete platense.
En las últimas semanas, Solá ha tomado la delantera en la política interna de su provincia. Esto implica mantener una cierta tensión con las cámaras legislativas locales, en manos del duhaldismo y de algunos condottieri comarcales. El gobernador lanzó una ley de reforma política, una ley de acceso a la información, y la regionalización de las gestiones municipales, enviándoles a las comunas partidas generosas de recursos que en algunos casos se han duplicado. “Si te demorás un segundo en el envío, te reclaman a los gritos. Con la descentralización perdés poder político pero ganás gobernabilidad”, se convence el gobernador.
Tales medidas hablan de una iniciativa impensable hace apenas algunos meses. El mejoramiento de la relación con la Casa Rosada ha derramado en la provincia en forma de apoyo económico y de respaldo político. Tales han sido dos elementos de la alquimia por la cual Solá está consiguiendo una mayor influencia en la política provincial, que está decidido no sólo a no resignar, sino a acrecentar.
No obstante, todo ese andamiaje, inestable si lo es, pende de un delgado hilo: los secuestros. El domingo 17 de octubre fue un Día de la Madre en el que Patricia Nine no estuvo en su hogar, sino secuestrada vaya a saber uno dónde. “Hoy la política depende de los secuestros extorsivos”, dice convencido el gobernador mientras pide, una vez más en el día, que lo comuniquen con Arslanian.

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Solá y Duhalde, en otros tiempos. Ahora ambos tienen una especie de tregua y han acordado listas.
 
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