EL PAíS › EL NOMBRAMIENTO DEL EMBAJADOR EN CUBA Y LA SITUACION DE HILDA MOLINA
Cómo resolver lo que quedó pendiente
Las alternativas que manejan en Cancillería mientras se define el nombre del nuevo embajador. El perfil que buscan en Gobierno.
Por Fernando Cibeira
Todavía envuelta en el clima revulsivo generado por la crisis, la Cancillería estudia posibles salidas a la controversia creada con Cuba por la situación de la neuróloga Hilda Molina. Una, tildada de máxima, sería la posibilidad de que Molina se encuentre con su hijo, el también médico Roberto Quiñones, y sus nietos, no en la Argentina sino en un tercer país. Otra alternativa sería que Quiñones ahora acepte la invitación de Fidel Castro para pasar la Navidad en La Habana y que el encuentro familiar fuera de la isla se traslade para unos meses más adelante. Eso sí, de aquí en más la premisa será mantener la discreción y el sigilo que caracterizan a las negociaciones diplomáticas, cuestión de no repetir errores.
En la Cancillería esperaban alguna señal desde Cuba. “En medio de todo este lío quedó involucrado el presidente Kirchner, así que sería lógico que Cuba hiciera algún gesto para descomprimir”, explicaba ayer un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores. El gesto al que hacía mención el funcionario tenía que ver con la posibilidad de que luego de todo el entuerto que le costó el cargo al embajador argentino en La Habana, Raúl Taleb, y al jefe de gabinete de la Cancillería, Eduardo Valdés, Cuba acceda a flexibilizar su posición y permita de alguna manera el encuentro entre la doctora Molina y su familia.
La alternativa de una reunión en un tercer país había sido revelada el sábado por el propio Quiñones, quien incluso habló de Venezuela como posible sede. Dado que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es íntimo de Castro y también mantiene una muy buena relación con Kirchner, cerca del canciller Rafael Bielsa también la destacaron como una alternativa potable.
Pero si Cuba no accede a cambiar su postura, también se trabaja sobre la posibilidad de que Quiñones, su mujer y sus dos hijos vuelen a la isla. Esa era la variante que había propuesto el propio Fidel al responder una carta de Kirchner. El Presidente argentino le había solicitado que dejara salir a Molina y Castro le contestó con una negativa, pero con la garantía de que Quiñones –cubano y casado con una argentina– podría entrar y salir de la isla sin problemas si deseaba visitar a su madre. En un primer momento, el médico rechazó de plano la idea, pero ahora intentarían convencerlo. La idea sería que más adelante, negociaciones mediante, la familia pueda volver a reunirse fuera de Cuba. En Cancillería consideraban un plazo de tres o cuatro meses para concretar esta segunda reunión.
En tanto, ya designado Aníbal Gutiérrez –actual secretario privado de Bielsa– como reemplazante de Valdés, no había novedades respecto de quién ocuparía la embajada en Cuba en lugar de Taleb. La coincidencia era que la elección recaería en un político discreto, que supiera mantener a buen resguardo las siempre difíciles negociaciones con Fidel. El nombre, hasta anoche, no surgía. “Lo está pensando Kirchner”, respondían en Cancillería.
Lo mismo ocurría con el sucesor de Alicia Oliveira en la representación especial para los Derechos Humanos del ministerio. La renuncia de Oliveira no tuvo nada que ver con el episodio cubano –incluso la presentó diez días antes–, pero se conoció al mismo tiempo. Cerca de Bielsa explicaban que el puesto de Oliveira funcionaba como una asesoría y que no era indispensable que volviera a ser ocupada, ya que en la Cancillería funciona una Dirección General de Derechos Humanos. Igual, como todo lo que por estos días sucede en el Ministerio de Relaciones Exteriores, también eso está en estudio.