EL PAíS
Se alarga la misión en Haití
Página/12 en Haití
Por Miguel Jorquera
Desde Gonaives
El ministro de Defensa, José Pampuro, regresó ayer a la madrugada desde Haití, donde junto a la plana mayor de las Fuerzas Armadas pasó la Nochebuena y las primeras horas de la Navidad con los cerca de 400 soldados argentinos que forman parte de los cascos azules de las Naciones Unidas estacionados en la isla caribeña tras la rebelión política y social que terminó abruptamente con el mandato del ex presidente Aristide, en febrero de este año. Con ellos también volvieron los jefes militares que comandarán el contingente argentino tras el recambio de tropas previsto para la segunda quincena de enero de 2005, en una estadía que promete ser mucho más prolongada de lo previsto.
El largo periplo de regreso, con escalas en Barranquilla (Colombia), Iquitos (Perú) y Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), después de una intensa y extenuante jornada y media en las ciudades de Gonaives y Puerto Príncipe junto a las tropas argentinas en Haití, dio tiempo a la delegación argentina para intercambiar comentarios sobre una realidad que abrumó a toda la comitiva: la dimensión y la extensión de la pobreza que sufre la inmensa mayoría de la población del país caribeño.
Una situación que se reflejó en el brindis que Pampuro compartió con los soldados en el amplio comedor construido en una de las barracas de una vieja algodonera abandonada durante la revuelta de febrero y donde las tropas argentinas construyeron su cuartel general.
“Ustedes son un ejemplo y nos dieron mucho más de lo que vinimos a traer aquí, por lo que merecen un reconocimiento especial”, dijo el ministro de Defensa después de recorrer con una caravana de vehículos artillados y un importante despliegue militar las barriadas más populosas de la ciudad. La reacción de la población al desfile fue de una aparente apatía, sin llegar a la indiferencia total, con algunos saludos y varios insultos entre quienes ven en los cascos azules de la Naciones Unidas una fuerza de ocupación.
La visita también sirvió como trabajo de campo para el capitán de navío Oscar González y el teniente coronel Carlos Pérez Aquino, que a partir de mediados de enero del año próximo reemplazarán a sus pares Adrián Sánchez y Santiago Ferreyra al frente de las tropas argentinas estacionadas en Gonaives, la ciudad donde estalló la insurrección contra el gobierno del ex sacerdote salesiano Jean Bertrand Aristide que terminó con el exilio forzoso del ex presidente haitiano en Sudáfrica.
En este conflictivo sitio, el contingente argentino debe dividirse entre la tarea de mantener la calma en medio del enfrentamiento entre bandas de delincuentes que provocan muertes casi a diario y repartir la ayuda humanitaria de las Naciones Unidas, que cada vez se hace más esporádica. Una ciudad en la que los dispersos grupos de ex militares que encabezaron la revuelta contra Aristide tratan de reagruparse y donde sus habitantes sufren hambre, la falta de agua potable (que se vende como el producto más preciado) y enfermedades endémicas que redujeron la esperanza de vida a menos de 50 años.
Antes de partir hacia Buenos Aires, Pampuro inspeccionó la flamante base que la Fuerza Aérea Argentina construyó en la base de helicópteros del aeropuerto internacional Toussaint Louverture, que comparte con tropas de Brasil y Chile, además de la empresa privada rusa que vuela los aparatos de mayor tamaño para el transporte de tropas.
Las constantes mejoras que la mayoría de los contingentes de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití realiza en cada una de sus bases hace presagiar que la estadía será más extensa de lo previsto. Una cuestión que comienza a inquietar a varios de los 40 países que conforman la misión, entre ellos a la Argentina, si la salida política a la crisis no llega en la mesa de negociaciones y si la ayuda económica de 1300 millones de dólares prometida por la ONU tampoco mitiga la situación en un país hambriento y convulsionado.