EL PAíS › TRAS EL CANJE, LOS FUNCIONARIOS DICEN QUE EL FONDO “BUSCA EL PELO EN LA LECHE”

El FMI quiere otra pelea ya mismo

Terminó el capítulo más importante con los bonistas, pero el Fondo no quiere que Lavagna disfrute del champagne que descorchó el viernes. Los negociadores argentinos prometen no escuchar ninguna sugerencia de oferta adicional y acusan al FMI de “estar jugando para los
fondos buitres”.

 Por Marcelo Zlotogwiazda

“Logramos un resultado de puta madre”, sostiene eufórico y con lenguaje de barricada uno de los que timoneó la que al decir grandilocuente del presidente Néstor Kirchner fue “la renegociación de deuda externa más exitosa de la historia mundial”. De todas maneras, el funcionario es consciente de que se trata de un triunfo importantísimo pero no definitivo, ya que deberán seguir peleando. Tanto que reconoce que “ya estamos otra vez cambiando golpes con el Fondo Monetario, que no se quiere dar por satisfecho por el resultado del canje y se empecina en encontrar pelos en la leche”.
En la agenda de la discusión ya reabierta con el organismo que encabeza Rodrigo De Rato figura el qué hacer con los acreedores que no aceptaron la propuesta de canje, el ajuste en las tarifas de los servicios públicos, y en menor medida la reforma a la ley de coparticipación de impuestos.
Una semana atrás un funcionario de primerísima línea del Ministerio de Economía confesó a este diario que estaba ansioso y nervioso con el canje y que metafóricamente ni siquiera había puesto el champagne en el freezer. Pero anteayer, un par de horas antes del vencimiento del plazo para el canje, alguien de casi igual jerarquía de esa cartera ya daba por descontado un final exitoso y contaba que “estoy esperando a que se hagan las seis y cuarto (hora oficial de cierre) para descorchar”.
Si bien el porcentaje definitivo de aceptación va a ser informado recién en los próximos días, una vez que los bancos operadores terminen de procesar las presentaciones, el funcionario dijo que “me acaban de comunicar que los sistemas de clearing están atosigados de órdenes y que todavía falta procesar volúmenes muy muy grandes por cifras enormes”.
–¿A cuánto llegan?
–No me quiero arriesgar con un número.
–¿Un piso?
–No menos del 70 por ciento. Me adelantan que la aceptación en el mercado interno podría estar en el 98-99 por ciento, que es algo sin precedentes. E incluso parece que en Italia hubo en la última semana una repentina aceleración de presentaciones.
Con voz cansada por el trajinar, la fuente que fue clave en todo el proceso revela que “la pelea del canje la ganamos pero igualmente estamos yendo una vez más a un clinch con el Fondo y el primer round es por este tema. Ya estamos intercambiando golpes”.
–¿Cuál es la pelea?
–Ni siquiera se dan por conformes con el nivel de aceptación que logramos y ya están presionando para que arreglemos con los holdouts (N. de R.: los que se quedaron afuera del canje).
Se suponía que si la adhesión se acercaba como mínimo al 80 por ciento que el propio FMI reclamó expresamente como piso, la institución iba a dar por cerrado el asunto en términos políticos, más allá de que los holdouts son un problema que queda abierto así sean muy pocos. Pero “estos tipos se empecinan en encontrar pelos en la leche”, es la queja.
–¿Y qué sugieren ellos que hagan ustedes?
–Nos resistimos a escuchar cualquier sugerencia. Para algo sacamos la ley cerrojo, y no es algo que estemos dispuestos a discutir ahora y menos con ellos, que consciente o inconscientemente están jugando a favor de los fondos buitres.
Se sabe que una porción muy significativa de los holdouts son fondos buitres que apuestan a seguir pulseando por la vía judicial o por otros medios.
La pelea con el FMI tiene otros rounds, además del inicial sobre qué hacer con los títulos residuales y los acreedores más beligerantes. El representante permanente en la Argentina, John Dodsworth, ya les adelantó que volverán a la carga por un ajuste en las tarifas públicas. En tema es singularmente complejo, porque más allá de las dificultades técnicas y del poder de lobby de las empresas de servicios públicos, no existe uniformidad de criterio dentro del Gobierno. Como siempre, Economía es más permeable a algún ajuste rápido que otras reparticiones del Ejecutivo. Por esa razón es que el propio Lavagna proyectó para el año en curso una inflación algo mayor que la de 2004.
Tras los acuerdos fiscales que hubo con la mayoría de las provincias, esta vez el Palacio de Hacienda le adjudica un espacio muy menor dentro de la negociación con el FMI al ítem de la Coparticipación.
A primera vista, el éxito del canje deja a los negociadores locales en una posición de fuerza y ventajosa para enfrentarse con los burócratas del FMI. Sin embargo, si bien no desconocen ese handicap, en Economía distan de imaginar como un mero trámite el tránsito hacia un nuevo acuerdo, por la sencilla razón de que necesitan en forma imprescindible de algún tipo de acuerdo para refinanciar al menos parte de los más de 13.000 millones de dólares que se le adeudan al organismo, ya que ni siquiera el monumental superávit primario presupuestado alcanzaría para cumplir con todos los vencimientos del año. Un reciente cálculo de la consultora M&S arroja que para prescindir de un acuerdo y mantenerse al día con todos los pagos de deuda (hay que tener en cuenta que para bien y para mal el default ya es historia) harían falta entre 4000 y 5000 millones de dólares adicionales. Y al respecto cabe recordar que razonablemente ya nadie en la Casa Rosada alienta la disparatada idea de cancelar aceleradamente toda la deuda con el Fondo recurriendo a las reservas.
En sentido estricto, el default todavía no quedó atrás completamente. Por empezar debido a los ya mencionados holdouts. Pero además porque todavía falta renegociar unos 3000 millones de dólares de deuda en default con el Club de París, es decir, los pasivos derivados de los créditos otorgados por naciones del Primer Mundo. Es un paquete que quedó por separado del canje porque se trata de un tipo de deuda mucho más blanda que lo documentada con bonos. Se trata de un monto chico si se lo compara con los 80.000 y pico de millones del canje, pero Economía quiere encarar el asunto de inmediato para lograr que un rápido acuerdo destrabe las líneas de créditos oficiales para comercio exterior, adquisición de bienes de capital, financiamiento de obras públicas, etcétera. La tarea recaerá otra vez sobre el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, que consuela su agotamiento con el resultado global del canje pero también con algunas victorias personales. Cuentan en Economía que nadie como él disfrutó del hecho de que quedara demostrado que el Comité Global de Acreedores (GCAB en su sigla inglesa) no tenía ni por asomo la representatividad que aseguraba tener. O que si la tenía, la mayoría de los representados no le hizo caso.

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